El prestigio en Medicina
“Prometo velar solícitamente y ante todo por la salud de mi paciente.”
Juramento hipocrático que todos los médicos dicen solemnemente al graduarse
De todas las profesiones, carreras y actividades que existen, la Medicina es la más celosa, muy pocos de quienes deciden ejercerla triunfan verdaderamente.
¿A que se debe éste fenómeno?
En primer lugar, es muy importante la vocación de los médicos. En general, los que logran tener prestigio son aquellos que desde niños ya querían ser médicos; los que desde el kínder, cuando la maestra les preguntaba que serían de grandes, contestaban: “Doctor(a) para salvar vidas”. También es importante la especialidad elegida en Medicina. El que cambia su sueño de ser algún especialista, en especial por ocupar su lugar por la calificación obtenida, en general, no queda satisfecho emocionalmente y puede ser un factor de fracaso.
En segundo lugar se encuentra la dedicación, los médicos con más prestigio son aquellos que comenzaron a estudiar desde el premier día que iniciaron su carrera y no lo dejaron de hacer durante toda su vida. El doctor Horacio Jinich decía que el buen médico no es el erudito que todo lo sabe, es el sabio que entiende y comprende la salud y la enfermedad.
El tercer lugar es el más importante como desencadenante de prestigio y de éxito en los médicos, y es que sean, como decimos en México, “buenas personas”, o “buenas gentes”. El buen trato en Medicina es esencial para obtener prestigio. El mejor ejemplo es mi padre, quien quiso ser médico pero las circunstancias económicas de su época no se lo permitieron, aún así sirvió de modelo a seguir para uno de sus hermanos que tiene mucho prestigio como médico internista y para un servidor. Cuando mi padre dejó éste plano terrenal hace ya 10 años, más de 200 de sus amigos fueron a visitar a mi mamá. Todos decían lo buena persona que fue. Hasta hoy, sus amigos sobrevivientes siempre me dicen que en cada ocasión que veían a mi padre les sacaba una sonrisa.
Esa es la actitud en los médicos, es el pilar principal de su éxito reflejado en su prestigio. Lo trató de explicar el director del ISSSTE, Martí Batres, con la filosofía del “apapacho” institucional, que espero que con el presente texto los críticos a tal filosofía hagan lo que deberían de hacer siempre antes de criticar: reflexionar.