La 4T nació magonista, pero no tiene a un Flores Magón

Sigo curioseando en la IA de Google. Entre tantas búsquedas llegué al papel de Sócrates en la historia. No fue un arquitecto de civilizaciones, como Pericles, Julio César o Napoleón. Sócrates representa algo más importante: no a alguien que por su genio organizó al mundo, pero sí el primero que nos enseñó a cuestionarlo.

Es lo que hizo Ricardo Flores Magón en la Revolución mexicana: no la encabezó, pero fue su conciencia incómoda.

Si el anarquista Flores Magón hubiera dirigido las acciones revolucionarias, estas habrían perdido eficacia. Dado que el mando lo tuvieron generales prácticos y sin ideología definida que ignoraron al magonismo, la Revolución ganó en capacidad operativa.

Claro está, gracias a la terquedad del ejemplar anarquista que no dejó de criticarlo, el movimiento revolucionario ganó lo más relevante, conciencia. Esto impidió que el resultado de la lucha armada fuera un régimen peor que el porfirista.

México con la transformación revolucionaria. El avance pudo darse porque, sus primeros gobiernos, no olvidaron completamente al magonismo que terminó despreciando a la propia Revolución y a sus héroes. Flores Magón, pese a todo, aunque no con demasiada frecuencia, fue homenajeado por las administraciones revolucionarias, esto es, se le aceptó como la necesaria conciencia crítica para evitar el peor desastre.

Durante un periodo se entendió que las revoluciones sin conciencia terminan pareciéndose en exceso a lo que decían combatir. Así, los primeros gobiernos revolucionarios, no obstante sus numerosos y enormes defectos, fueron distintos al porfirismo.

Pero, después de muchos años de gobiernos de la Revolución, con el magonismo olvidado, el partido que se suponía representaba a los ideales del movimiento armado, el PRI —aliado al PAN— terminó por ser, en más de un sentido, idéntico al autoritario sistema porfirista.

Los ideales de Flores Magón reaparecieron con Andrés Manuel López Obrador. Pero la misión de Andrés Manuel no era la de ser la conciencia crítica de su propio movimiento de cambio pacífico y democrático. AMLO no es un ideólogo ni un hombre de pensamiento: lo suyo ha sido la acción para refundar al Estado mexicano.

López Obrador dejó inconclusa la tarea. La está terminando Claudia Sheinbaum, también una persona de acción, aunque con la ventaja de que posee una apreciable formación en ciencia, que es la máxima expresión del pensamiento crítico.

La presidenta Sheinbaum, en tanto científica, entiende que el poder popular también puede y debe ser cuestionado. Pero, ¿quién desde la buena fe, con objetivad y deseos sinceros de aportar, interroga ahora al Estado fundado por la 4T, sobre todo en algo fundamental: si su práctica honra a la ética que predica?

Sócrates no organizó un Estado, no escribió leyes —libros tampoco— ni dirigió ejércitos. Lo que hizo fue interrogar al poder, y murió por ello, encarcelado.

Ricardo Flores Magón no dirigió la Revolución, no firmó la Constitución de 1917, no fue un caudillo. Su tarea fue pedagógica: enseñó a desconfiar del poder revolucionario, y murió en prisión por ello.

Flores Magón y Sócrates son figuras éticas, no institucionales: próceres de una actitud, la crítica del poder, no de un régimen.

Flores Magón no dejó una doctrina ni creó instituciones: nos heredó una ética radical. Por eso, el Estado posrevolucionario, antes de que lo derrotara el modelo neoliberal, citaba de vez en cuando al incómodo anarquista, pero sin adoptarlo plenamente. Se le celebraba en discursos, pero se le neutralizaba en los hechos.

La 4T, que en su origen tuvo mucho de magonismo, cita poco al anarquista y, definitivamente, no utiliza el método crítico de Flores Magón.

Le está haciendo falta a los gobiernos de izquierda un espejo moral radical, exactamente lo que Flores Magón fue para la Revolución mexicana.

Los ideales absolutos de la izquierda mexicana, con los que millones de personas estamos de acuerdo, podrían a la larga terminar por ser derrotados si en los distintos niveles de poder de la 4T continúan teniendo tanta importancia bandidos como Pedro Haces o pachucos con fortunas inexplicables como Manuel Velasco —no son los únicos: desgraciadamente hay muchos más—.

Si no alzan la voz las personalidades con más capacidad crítica en Morena; si los hombres y las mujeres de principios, y muy inteligentes, que participan en Regeneración Nacional no protestan fuertemente contra tantos impresentables, la realidad aplastará a la 4T y, muy pronto, en la cresta de los gobiernos de izquierda volverán a estar como jefes los mismos que mandaban cuando los gobiernos revolucionarios se echaron a perder por el exceso de corrupción y por la complicidad con quienes poseen el dinero en México.

La disciplina mental —entendida como obediencia o como autocontrol para no molestar a Palacio Nacional— es antitética al pensamiento de Flores Magón. Desgraciadamente tanta subordinación intelectual de las figuras más preparadas y limpias de la 4T está permitiendo el avance, ¿ya imparable?, de gente sin ética o con ideologías contrarias a la esencia de la izquierda.

La 4T seguirá ganando elecciones, ni duda cabe: ¡es la razón de que la hayan invadido los bandoleros o los eficaces con otra ideología o, de plano, sin convicciones ideológicas! Pero, para no fracasar en lo más importante, la ética pública, la izquierda necesitará, cuanto antes, desechar a los delincuentes, y después limitar el empoderamiento de quienes han funcionado bastante bien en los gobiernos de la transformación, pero que funcionaron —o funcionarían— con la misma eficiencia en los gobiernos priistas o panistas o en cualquier sistema político.

Para verdaderamente triunfar como sistema político basado en la moralidad, la 4T no solo necesita dar resultados, que los ha dado, sino dejar ser a la militancia morenista con la capacidad crítica para impugnarlo todo desde la honestidad intelectual; que conste, de ninguna manera hablo de lo que hace la prensa, mayoritariamente enemiga de los gobiernos de izquierda no por convicciones o por análisis rigurosamente lógicos, sino como instrumento de grupos políticos y económicos que desean volver al pasado.

La 4T necesita a su Flores Magón para no caer en el dogma y, muy especialmente, para que su todavía innegable superioridad ética no sea destruida por los intrusos, algunos espantosamente corruptos; otros, funcionales, pero sin ideología, es decir, huecos.

Para que la dialéctica de la izquierda mexicana no sea la del caos ético, deberá alentar a sus propios críticos a ser más enérgicos respecto de lo que evidentemente está mal en la 4T. ¿En serio se va a permitir a Pedro Haces seguir siendo uno de los diputados estrella? Qué burla.

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