Artesanas mexicanas: las que visten a la presidenta Sheinbaum
El domingo 7 de diciembre, The New York Times incluyó a Claudia Sheinbaum en su lista anual de las 67 personas más elegantes del mundo, compartiendo espacio con figuras como Melania Trump, Bad Bunny, Rosalía y el papa León XIV. El medio no solo resaltó su estilo vestimentario —marcado por prendas bordadas y elementos artesanales de diversas culturas indígenas mexicanas— sino también el poderoso mensaje político y cultural que transmite: la defensa del patrimonio textil indígena y el impulso de una moda arraigada en la identidad nacional.
Equipo de creadoras mexicanas
Entre las manos que dan forma al estilo único de la presidenta Claudia Sheinbaum, dos nombres se erigen como pilares por su trabajo continuo y su presencia en momentos decisivos de su vida, tanto política como personal. Una de las principales artífices de su guardarropa es Olivia Trujillo Cortez, que comenzó a colaborar con ella desde finales de 2022. Trujillo ha creado numerosos vestidos para conferencias, giras y actos oficiales —piezas que fusionan elegancia formal con matices de artesanía mexicana— y fue también quien confeccionó el atuendo de su boda: un diseño íntimo y cargado de sentido que plasmó su vínculo con la creación local.
Otra figura clave es Claudia Vásquez Aquino, diseñadora oaxaqueña del taller Lari Guie’, autora del vestido marfil con bordados florales de la toma de protesta, un atuendo que se convirtió en emblema de su llegada al poder, ampliamente elogiado por su belleza y raíz cultural. Vásquez trabaja con lino y algodón, materiales naturales respetuosos con el medio ambiente, y se especializa en el bordado a mano en punto de cadenilla: una técnica distintiva del sur que requiere horas de trabajo minucioso y guarda la herencia de generaciones de artesanas oaxaqueñas.
El trabajo de Trujillo y Vásquez trasciende la mera confección: ambas logran entrelazar la formalidad que demandan los escenarios internacionales con la voluntad de Sheinbaum de llevar la identidad mexicana a cada rincón del mundo. Juntas, forman parte del equipo de creadoras que ha convertido el guardarropa de la presidenta en una plataforma para dar visibilidad al talento local y resaltar la necesidad de preservar estas técnicas artesanales.
El pasado mes de octubre, la revista Monocle publicó un análisis sobre cómo los líderes internacionales expresan su estilo. En ese texto, se menciona a Sheinbaum por integrar textiles nacionales de forma constante en su indumentaria, un gesto que la hace destacar en un panorama donde la ropa oficial suele inclinarse por diseños globales y uniformes sin personalidad. El medio resaltó que su elección no es meramente estética, sino una declaración política que pone en primer plano el trabajo de comunidades y creadoras que preservan técnicas milenarias.
Sería injusto cerrar estas líneas sin mencionar a Thelma Islas Laguna, Crystel Martínez Torres y Virginia Verónica Arce Arce, artesana tlaxcalteca, quienes confeccionaron el vestuario que la presidenta lució en su primer grito de Independencia. Arce Arce es una verdadera artista que ha sido reconocida por la Secretaría de Cultura por sus bordados.
Este vínculo entre el poder y la artesanía no es azaroso. Las creadoras, muchas radicadas en zonas rurales, trabajan en pequeños talleres donde transmiten conocimientos entre generaciones: el tejido en telar de pie, el bordado de aguja finita, el estampado con tintes naturales. Al llevar sus obras a escenarios mundiales, Sheinbaum convierte cada atuendo en una vitrina móvil para la riqueza textil mexicana, brindando visibilidad y oportunidades a comunidades que a menudo quedan ocultas tras el mercado de la moda masiva.
Cada pieza que acompaña a la presidenta es, en última instancia, un puente entre las manos que la confeccionan en pequeñas localidades mexicanas y el mundo entero, un mensaje claro de que la moda justa y la identidad cultural no son obstáculo para el éxito global, sino su aliado.