El agua que cae del cielo y que ahora aprovecharemos

Hablar del agua en el Estado de México es hablar de una preocupación compartida: a veces sale, a veces no; a veces llega limpia y otras llega sucia; y en muchos hogares simplemente no cae ni una gota. Miles de familias, escuelas y comercios viven con esa incertidumbre todos los días.

Pero mientras pensamos en obras enormes que tardan años, hay algo que vemos caer del cielo todo el tiempo y casi nunca aprovechamos: la lluvia.

Por años, no le hemos dado la importancia que merece y hasta como algo menos positivo. La vemos como lo que inunda, tapa coladeras o complica el tráfico. Casi nunca como lo que también es: agua limpia que cae gratis sobre nuestros techos. Y ahí está una oportunidad enorme.

Ahora, ¿te imaginas que pudiéramos empezar a captarla, filtrarla y usarla? Podríamos aliviar una parte importante del problema. Bajo esa misma línea de ideas, presentamos una iniciativa ante el congreso mexiquense para proponer una solución: captadores de agua de lluvia que nos den agua filtrada para poder beberla y utilizarla.

Aunque no es una solución total, sí es una herramienta inmediata, accesible y útil para miles de familias. Lo más sorprendente es su sencillez: recoger el agua del techo, filtrarla y almacenarla para distintos usos, desde tareas básicas hasta bebederos en espacios públicos.

¿Lo mejor? no requieren grandes obras ni trámites eternos. Solo voluntad, instalación profesional y mantenimiento básico.

Un captador no sustituye toda la red hidráulica, pero sí da un respiro. Para una familia con cortes constantes, puede ser la diferencia entre cargar cubetas o tener agua para lo básico. Para una escuela, significa dejar de depender de pipas o garrafones cada semana. Para un barrio, puede significar autonomía, ahorro y mejor calidad de vida.

Durante años pensamos que las soluciones debían venir solo de megaproyectos: perforaciones profundas, trasvases o infraestructura millonaria. Y claro que todo eso importa. Pero mientras esas obras avanzan —y muchas tardan años—, hay soluciones locales que pueden cambiar el presente de las personas hoy.

Un captador en una escuela, mejora el día a día de cientos de niñas y niños. Un captador en un parque, permite llenar una botella con agua limpia sin gastar un peso. Un captador en un centro comunitario, beneficia a todo un barrio.

Soluciones pequeñas que, multiplicadas, se convierten en transformaciones grandes.

Lo más valioso es el sentido de autonomía. La posibilidad de que las comunidades generen parte de su propia agua y no dependan únicamente de un sistema saturado e insuficiente. La lluvia cae cada año en todo el Estado, la pregunta es si vamos a seguir dejándola ir o si la vamos a convertir en parte de la respuesta. Necesitamos soluciones prácticas, accesibles y reales.

Hablar de captadores no es hablar solo de agua. Es hablar de educación ambiental, de resiliencia, de autonomía y de un Estado que aprovecha mejor lo que ya tiene. Es construir un lugar donde las escuelas vivan la sustentabilidad, no solo la enseñen; donde la lluvia sea una oportunidad y no un riesgo; donde la tecnología social esté al servicio de quienes más lo necesitan.

Ese es el sentido de impulsar esta visión: un Estado de México moderno, práctico y cercano a la gente. No vamos a resolver la crisis hídrica de un día para otro, pero sí podemos empezar con soluciones reales, útiles y, literalmente, caídas del cielo.

Mientras otros se quedan en el pleito político, nosotros vamos a seguir trabajando en lo que importa: darle a la gente soluciones que se usan, que se tocan y que cambian la vida hoy, no mañana.

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