Llamé por WhatsApp a un celular que va en el vuelo de Claudia a Canadá

En los vuelos de Air Canada el internet funciona mucho muy bien. Bastante mejor que en el de Aeroméxico. No es malo este servicio en la principal aerolínea comercial de nuestro país, pero jamás he podido realizar llamadas. En Air Canada sí se puede. Lo descubrí, por error, un día que llamé a un abogado amigo y me contestó en un vuelo a Vancouver. Hablamos largamente, como si ambos estuviéramos en México.

Para comprobar lo anterior llamé al WhatsApp de uno de los integrantes de la comitiva de la presidenta Claudia Sheinbaum, el jefe de la Unidad para América del Norte de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Roberto Velasco.

Me contestó en pleno vuelo. Le dije que le llamaba solo para darle lata a columnistas nostálgicos de los aviones presidenciales, como Jorge Fernández Menéndez, de Excélsior, que han publicado la mentira de que la presidenta estará incomunicada durante todo el vuelo.

¿Por qué llamé a Velasco y no a otros integrantes de la comitiva presidencial?

√ A Claudia Sheinbaum no porque, para empezar, ignoro si ella Claudia todavía contesta el celular que tengo, y que mucha gente tiene: lo hizo público en su campaña; pero si tuviera la certeza de que la presidenta iba a contestarme, tampoco le llamaría: no se debe molestar con el propósito de refutar necedades de columnistas a la persona que gobierna un país enorme como México.

√ A Omar García Harfuch tampoco le llamé porque, una de dos, me bloqueó en WhatsApp, o de plano dejó de usar el número telefónico que yo tengo registrado.

√ A Marcelo Ebrard, secretario de Economía, jamás le llamaría porque le caigo gordo y él me cae gordo a mí. Entre los pueblos, como entre las naciones el respeto a la antipatía reciproca es la paz.

√ No me animé a marcarle a Juan Ramón de la Fuente, secretario de Relaciones Exteriores, porque pensé que por estatus en la comitiva iría sentado al lado de la presidenta Sheinbaum. Ya lo dije, a las personas que gobiernan no se les debe molestar ni siquiera con una llamada a quien viaja cerca de ella.

Así las cosas, decidí molestar a Roberto Velasco, quien es demasiado joven y que, a sus 38 años, por educación no iba a reprocharme nada a mí, viejito que casi que casi tengo el doble de su edad.

Saludé a Velasco unos minutos y me dijo que ha estado todo el vuelo comercial haciendo llamadas de trabajo, contestando mensajes y en general ocupado en temas de su puesto gracias al excelente internet de Air Canada.

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