México en la Cuarta Revolución Industrial y su Cuarta Transformación
Insisto en la relevancia de tener presente que el meollo central de los acontecimientos globales, interestatales y nacionales en curso es la Cuarta Revolución Industrial, en cuyo contexto más amplio transcurre, entre otros procesos, la Cuarta Transformación de nuestro país.
La Cuarta Revolución Industrial se aceleró a lo largo de la más reciente década. Según Schwab, inició en 2009 y hoy se sintetiza en la carrera digital, la Inteligencia Artificial y nuevas fuentes de energía para el siglo XXI. Esa trayectoria ya está registrando sus marcas.
En el ámbito global, la marca a registrar es el nuevo orden que de bipolar (Estados Unidos y la U.R.S.S) entre 1950 y 1991 pasó a unipolar (Estados Unidos) hasta 2001 y de allí en adelante a una incierta y costosa multipolaridad (Estados Unidos, Rusia, China y otros países y regiones) en construcción, lo que puede durar varios lustros más.
Invito a pensar en términos de relaciones globales e interestatales, es decir, entre socios comerciales y políticos cercanos, por ejemplo la guerra de Ucrania o el conflicto Israel-Palestina, la posición de Taiwán o la de Cuba o Baja California, Sonora, Tamaulipas y Oaxaca o las de la Península yucateca, que representan entidades-país, igual que otras de México.
En el ámbito interestatal, desde luego que la interdependencia y codepedencia entre Estados Unidos y México significan que sus destinos están ligados y es probable que el primero necesite más al segundo que al revés.
Es posible interpretarlo así pues varios de los procesos vitales y costos/beneficio/país de la potencia estadounidense son impagables e insostenibles sin México. Al contrario, nosotros tenemos más de lo que allá se necesita y, en caso de perder posición en la batalla global, comparativamente tenemos menos que perder.
De allí que el proceso de la Cuarta Transformación deba considerarse estratégico y de seguridad no solo nacional sino interestatal con implicaciones hemisféricas y globales. Ni más ni menos. Apunto algunos insumos para la reflexión.
Los temas de inversión, comercio, aranceles, migración y el macrocrimen organizado están interrelacionados en la agenda bilateral con profundas implicaciones para los dos países norteamericanos, solo que si Estados Unidos aprieta las tuercas de las correspondientes maquinarias instaladas o en tránsito en el territorio de su vecino del sur entonces su propia fábrica económica y social sufren hondas consecuencias dañinas.
Ello no invita a la complacencia, sino más bien a la prudencia y a intervenciones tácticas, tal como lo está realizando el gobierno de la presidenta, Claudia Sheinbaum.
Los temas de la agenda nacional, por ejemplo, interculturalidad, virtudes públicas, progreso compartido, constitución, democracia y bienestar popular o seguridad resultan clave para regenerar, reconvertir y fortalecer el tejido social e institucional que fue desgarrado por la hipercompetencia desregulada de la globalización neoliberal y sus correas partidarias domésticas, mismas que han sido duramente castigadas desde 2015-2018 por el electorado y la percepción mayoritaria.
Ante tales evidencias, cobra relevancia visualizar la Cuarta Transformación en términos de un proyecto que orienta ese nuevo proceso histórico de cambios estructurales y sistémicos.
El macrocrimen organizado puede aparecer super desafiante y el estado en su conjunto muy débil o rebasado, pero no lo es tanto así.
La dinámica de recuperar y reordenar el poder del poder público, en parte enajenado en años pasados, por momentos puede caminar en micras, pues enfrenta duras resistencias, pero llegado el momento será capaz de ejecutar sus funciones sociales básicas corriendo en kilómetros.
Espero haber transmitido bien el mensaje sobre la importancia que revisten decisiones y dinámicas constitucionales, puestas en acto en años recientes, que son necesariamente políticas y jurídicas, más aún, de seguridad nacional y supra-nacional.
Entre ellas se cuentan las reformas educativa e intercultural, paridad, derechos sociales o energía; Guardia Nacional, seguridad o prisión preventiva, poder y elección judicial. Y otras más que ya vendrán.
Pienso en que en cada una de las pasadas tres revoluciones industriales fuimos capaces de construir o reconfigurar un nuevo pacto social, político y constitucional para transitar al México que hoy orgullosamente somos.
En esta cuarta edición de la historia recurrente de la modernidad-posmodernidad occidental y de nuestra propia historia, simplemente y complejamente, tenemos que hacer lo mejor posible. No podemos fallar.