Las palabras horrendas de la prensa que presiona a la 4T para obtener beneficios
Joaquín López Dóriga, de Radio Fórmula y Milenio, dijo en redes sociales: “… ‘La verdad va a salir sin lugar a dudas’, afirma el titular de la FGR, Alejandro Gertz, sobre el hallazgo de un campo de exterminio en Jalisco”.
El problema con lo anterior radica en que el fiscal general no habló de ningún campo de exterminio; más bien, con objetividad, Gertz ha puesto en duda que deba aplicarse tal concepto al rancho de Teuchitlán, Jalisco.
¿Por qué López Dóriga tergiversó lo expresado por Alejandro Gertz Manero? Porque sí, porque se le pegó la gana, por presionar buscando beneficios. Veamos.
Así es la prensa en el México de hoy. Ha decidido para todo fin práctico extorsionar al gobierno de izquierda. Ello obedece, por un lado, a venganzas personales: sobran columnistas que desean ver totalmente destruido el expresidente Andrés Manuel López Obrador debido al único pecado de no haber dejado sin respuesta ninguna de las críticas que recibió. La falta de ética periodística también se explica porque mucha gente de la prensa se porta mal para que se le conduzca al camino de la prudencia por la vía de los contratos de publicidad con el gobierno actual, el de la presidenta Claudia Sheinbaum.
No hay otra explicación a lo que estamos leyendo y escuchando en diarios, radiodifusoras, canales de TV y redes sociales: la forma tan vulgar en que personas calificadas para el ejercicio del periodismo profesional caen en lo más triste que pueden hacer, que es retorcer la verdad hasta llevarla al extremo de la calumnia.
Son mayoría los y las colegas de López Dóriga que utilizan con absoluta irresponsabilidad un concepto, el de campo de exterminio, que necesariamente recuerda los infiernos nazis y que tanto daña a México en un periodo como el presente en el que se necesita la unidad nacional para enfrentar graves amenazas externas.
Hoy en SDPNoticias, un analista muy serio, con experiencia de primer orden tanto en el sector público como en el privado, Javier Treviño, recuerda a dos queridos amigos suyos, dos hombres sin duda brillantes, a quienes tuve el privilegio de tratar, los empresarios Lorenzo Zambrano y Héctor Medina, de Cemex: “Del 2001 al 2009 trabajé en CEMEX. Aprendí mucho de Lorenzo Zambrano y Héctor Medina. Ellos estaban convencidos de que, en una organización compleja, el éxito tiene tres ingredientes: enfoque, alineación y disciplina. Yo creo que esto no es exclusivo de las empresas. También se aplica al gobierno”.
La prensa que tenemos claramente pretende llevar al gobierno —y al país entero— a hacer exactamente lo contrario: en vez de alinear objetivos para superar las crisis, lo que busca es alienar o enajenar a la opinión pública con versiones distorsionadas de la realidad; en lugar de contribuir a enfocarnos en lo importante, deformar el plan diseñado para alcanzar las metas, y en vez de invitar a la mínima disciplina que lleve a la unidad en torno al liderazgo de la presidenta, los y las columnistas parecen llamar a la insubordinación. Es terrible que así suceda en tiempos de amenazas enormes contra México.
Dejo algunos ejemplos de la utilización absolutamente sin ética del término campo de exterminio.
Raymundo Riva Palacio, de El Financiero: “Un campo de exterminio donde asesinaron a quién sabe cuántas personas durante quién sabe cuánto tiempo”.
Elisa Alanís, de Milenio: “Campos de exterminio en México”.
Guadalupe Loaeza, de Reforma, mucho más insensata: “Auschwitz en México”.
También muy frívolo José Ramón Cossío, exministro de la SCJN en el programa de radio de Carmen Aristegui: “Inmediatamente evoca las condiciones de Auschwitz”.
Fue más prudente Sergio Sarmiento, de Reforma, así que utilizó un sinónimo que igualmente evoca los horrores del nazismo: “El CJNG tenía en ese lugar un verdadero campo de concentración”.
En Televisa Javier Tello, Ana Laura Magaloni, Blanca Heredia y Jesús Silva-Herzog Márquez debatieron en el programa conducido por Leo Zuckermann, La hora de opinar, sobre las implicaciones el campo de entrenamiento y exterminio descubierto en Teuchitlán, Jalisco.
Javier Alatorre, de TV Azteca: “Nuestro país convertido en un campo de exterminio”.
Eduardo Macías Garrido, de El Heraldo de México: “Hoy, en pleno siglo XXI, en nuestro país, siguen siendo localizados campos de exterminio”.
El colmo, Ciro Gómez Leyva, de Excélsior: “Termina la semana con un doble esfuerzo de la FGR y el gobierno de la presidenta Sheinbaum: tratar de convencer de que no ocultarán nada de lo que haya sucedido en el predio de Teuchitlán y subrayar que no era un centro de exterminio”. Pero, dice el columnista, “todos los caminos conducen a la palabra exterminar”. Es decir, a huevo, solo porque la comentocracia lo dice, en México se viven monstruosidades nazis, aunque no haya ninguna posibilidad de llegar a tal conclusión mediante el análisis racional.
Por fortuna, no gozan de credibilidad los medios de comunicación. Si la sociedad les tomara en serio la aprobación de la presidenta Sheinbaum sería menor al 30%, pero anda en niveles superiores al 70% en todas las encuestas, inclusive en 80% en algunos estudios, como el tracking diario ClaudiaMetrics y ha llegado a 85% en las mediciones del especialista Alejandro Moreno.
Por cierto, en el extranjero ha habido notas publicadas acerca del exterminio, pero menos y menos destacadas que otras sobre México: las que informan acerca de cómo el buen trabajo de un gobierno responsable que ha sabido negociar con Donald Trump, ha llevado a Claudia a ser la persona gobernante con mejores números de aprobación en el mundo. En el mundo, lo que ningún presidente en nuestro país había logrado. Y lo ha conseguido con la prensa que tenemos.
¿El nado sincronizado acerca del campo de exterminio reducirá las estadísticas de Sheinbaum? No lo sé, no ha ocurrido, pero aún es temprano para evaluarlo. Podría haber una disminución, es verdad…, pero podría no haberla. Lo único cierto ahora mismo es que la prensa miente para recuperar beneficios que perdió con la 4T, así que juega con tres palabras horrendas que México no merece: campo de exterminio. Como nunca, tristemente, estamos ante la miseria del periodismo en nuestro país.