¿Es válido recetar por teléfono?

“Clínica fue la medicina al nacer, y clínica seguirá siendo, si no, dejaría de ser medicina”

Dr. Ignacio Chávez, Fundador del Instituto Nacional de Cardiología

La práctica de la medicina se basa fundamentalmente en diagnosticar a los pacientes al realizar lo que llamamos “Historia clínica”, la cual incluye interrogar a los pacientes y después revisarlos físicamente de cabeza a pies literalmente, para encontrar todos los indicios necesarios que lleven a la certeza del susodicho diagnóstico, para poder, con base a él, valorar si se requieren hacer estudios complementarios a los pacientes, principalmente de laboratorio e imagen, para lograr emitir el tratamiento más efectivo existente para su problemática médica, y a la vez, reforzar positivamente la reputación del médico que participó en dicho proceso.

Pero en muchas ocasiones algunos signos, que son manifestaciones en el cuerpo del paciente, como la fiebre, un moretón o una torcedura, o algunos síntomas, que son los sentimientos del paciente, como dolor, comezón o escuchar sonidos inexistentes, pueden tratarse con algún medicamento o remedio sin necesidad de realizar una historia clínica completa, incluso por teléfono o por WhatsApp, y si puede ser válido, siempre y cuando se lleve algún tipo de seguimiento al respecto, y en éstas particulares circunstancias, más que recetar a los pacientes, se aconsejan u orientan.

Yo, por ejemplo, durante muchos años que cubrí al doctor José Halabe, mi tío paterno, atendí muchas consultas de sus pacientes por vía telefónica, ya que era una manera muy útil de orientarlos cuando sus signos o síntomas eran menores, y claro que, si no había mejoría, o yo notaba que no eran menores dichos signos y síntomas, los citaba en consultorio para realizar la historia clínica completa de los que lo ameritaban.

De hecho, la palabra “clínica” proviene del griego: “cama”, por lo que implica revisar a los pacientes, en su cama.

Yo he visto en varias cuentas de la plataforma X de varios médicos que incluso publican fotografías de pantalla de mensajes de sus pacientes de WhatsApp contestándoles literalmente con indicaciones médicas, mismas que pueden leer otros pacientes y seguirlas sin orientación médica, lo cual, según expreso en el presente ensayo, es totalmente contraproducente.

Por último, también depende de la capacidad personal de cada médico(a) de percibir por teléfono la necesidad de sus pacientes de ser atendidos por esa vía, o por mensajes, o personalmente, incluso por su tono y volumen de voz y su grado de angustia o ansiedad que manifiestan al explicar su malestar.

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