Hacia el estado constitucional, intercultural y social de derechos

Me parece oportuno reflexionar sobre el tipo sustantivo de estado u organización política que estamos construyendo dentro del proceso de la Cuarta Transformación histórica del país.

Es claro que entre 1824 y 1857 o la Primera Transformación el impulso liberal iusnaturalista, entonces vanguardista, tuvo que pactar un modelo de Constitución corporativo basado en los fueros y privilegios de la Iglesia, el Ejército y otras corporaciones en las cuales transcurría la vida privada y pública. Ese fue el pacto que albergó la Constitución de 1824.

También lo es que entre 1857 y 1917 o la Segunda Transformación el liberalismo y su faceta positivista terminaron por liderar las ideas políticas y jurídicas predominantes para dar inicio a una larga ruta de construcción de un estado moderno, laico, fundado en los derechos del hombre y el ciudadano como base y fin de las instituciones sociales. Así quedó plasmado en la Constitución de 1857.

En el largo periodo que ha corrido entre 1917 y 2018, la Tercera Transformación, la fórmula liberal fue completada con la visión práctica del nacionalismo social, que registró diversas modalidades y variantes según las coyunturas cambiantes, pero que cuidaba de equilibrar las garantías individuales con los derechos y las garantías colectivas, cuya ausencia había motivado la revolución de 1910. Así se previó en la Constitución de 1917 y sus centenas de reformas.

El punto es que la apuesta neoliberal, que cobró fuerza en 1994 y se intensificó entre 2011 y 2014, no encontró las condiciones necesarias y suficientes para subir al país completo a la plataforma del desarrollo sostenido y el bienestar mínimo vital.

Por el contrario, el débito social se extendió y agudizó en perjuicio de la mayoría popular, en particular pueblos y comunidades indígenas y afrodescendientes, así como las mujeres y otras minorías relevantes, quienes han reaccionado de manera contundente en las urnas en 2018 y 2024 en busca de nuevas soluciones: la Cuarta Transformación.

La Cuarta Transformación como proyecto se inserta en el proceso de reconstrucción de un estado nuevo, el cual observo que intenta reconocer y garantizar que todas las culturas, en particular las populares, indígenas y afrodescendientes coexistan y se desplieguen en equilibrio con las culturas criollo-mestizas que hasta ahora les han impuesto su modo de vida pro-liberal con compensaciones sociales más o menos fallidas.

A ojos vistas, el movimiento de género y el movimiento comunal, además de otros factores relevantes, se suman a la reconfiguración de un estado híbrido y más funcional para los propósitos irrenunciables de la soberanía, los derechos, la justicia y la democracia.

En este proceso de redefiniciones e instrumentación de nuevas estrategias para adecuarse y encarar el siglo XXI, la historia, la experiencia y la sensibilidad de todas las partes integrantes de la mexicanidad y nuestras formas políticas, en particular las entidades federativas y la energía de los pueblos y comunidades, deberán jugar un papel relevante. Estos son elementos clave para el orden sociopolítico y constitucional en transformación.

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