Trump, aranceles y aviación

¡Vaya con el actual inquilino de la Casa Blanca! ha puesto al mundo a girar en un tacón. No hay día que uno no se vea obligado a hablar del él, ¡imposible, es el hombre más mediático! Pero antes de entrar de lleno a la materia, hago un aviso parroquial: la Agencia Federal de Aviación de los Estados Unidos de Norteamérica (FAA, por sus siglas en inglés), designó a Chris Rocheleau, quien asumirá el cargo como administrador interino, hasta que el senado norteamericano confirme su nombramiento.

Ahora sí, hablemos del tema arancelario. Trump ha dicho que pondrá aranceles tanto a Canadá como a México, y dos de los productos donde piensa imponer estas nuevas políticas, son el aluminio y el acero, materiales íntimamente ligados a la aviación.

La pregunta es: ¿Trump se está dando cuenta del balazo que se mete en el pie?; Boeing, la principal fabricante de aviones, ha tenido que lidiar con la falta de suministros de materiales de construcción de sus aeronaves, sobre todo por la guerra entre Rusia y Ucrania, y ahora además se viene un tema arancelario.

El aluminio es uno de los materiales que más se utilizan en la fabricación de aviones, y aunque la mayoría de las aleaciones con este material se fabrican en los Estados Unidos, en estado “puro” el aluminio les llega del extranjero, siendo Canadá su proveedor más importante.

Para que se den una idea lo diré de manera coloquial: “ya tienen el hígado volteado” todos los subcontratistas que deberán proveer a Boeing del material; literalmente están “tronándose los dedos”, porque en caso de que Trump convierta en realidad esa medida arancelaria, el panorama es más que borrascoso.

Y con el acero la historia es más menos la misma. Y a esto habrá que sumarle la respuesta que ya dio China, otro de los principales proveedores de productos aeroespaciales derivados. A los asiáticos les queda claro que los precios se elevarán muy por encima de las nubes.

Dicho de otra manera, nuestros vecinos del norte requieren de productos aeroespaciales hechos en México. Aproximadamente compran 8 mil millones de dólares, cifra que el experto en fabricación aeroespacial, Kevin Michaels, reveló para el medio Aviation Week, y de forma detallada explicó:

“El costo base de los impuestos mexicanos es de 2 mil millones de dólares, suponiendo que las piezas crucen la frontera una sola vez. El costo real será considerablemente mayor porque muchas piezas cruzan la frontera varias veces; por ejemplo, un engranaje de acero mecanizado en México podría viajar a California para su tratamiento térmico y luego regresar a México para su integración en una caja de engranajes antes de llegar a un cliente estadounidense. En este escenario, el engranaje podría estar sujeto a impuestos dos veces”.

En buen español, a Trump le puede salir mucho más caro el caldo que las albóndigas, en su afán de dejar claro que él es quien manda; no está contemplando todo el panorama completo y parece que quienes le asesoran están en el mismo nivel de ignorancia.

Sumemos las empresas canadienses y mexicanas de las que depende la industria aeroespacial norteamericana, y nos percataremos del grave error que sus aranceles desatarían, y vamos a ello.

Bombardier es la principal empresa canadiense que fabrica aviones de negocios, y la mayoría de sus clientes son -lo adivinaron-, son los norteamericanos. Tan es así que, gracias al tratado de libre comercio, desde hace un año Canadá tiene una fábrica en Querétaro, México, encargada de fabricar componentes del modelo de avión Learjet 85.

Y no es la única empresa, la industria norteamericana depende, por ejemplo, de los motores Pratt & Whitney Canadá, así como de los simuladores CAE, que se utilizan para la capacitación de los pilotos de todas las líneas aéreas.

Todo esto puede parecerles a Trump y a su administración “pecata minuta”, pero mis amables lectores no pensarán igual si les cuento que los norteamericanos requieren de la fabricación de aeroestructuras y trenes de aterrizajes para sus aviones militares, como el Lockheed Martin F-35, ¿Trump dejará de pensar que es una buena idea cumplir con su amenaza arancelaria?

Incluso, todavía no olvidamos el santo berrinche que se aventó porque desde 2017 le pidió a Boeing la fabricación de dos nuevos “Air Force One”, que se supondría tendrían que estar listos desde el año pasado, pero no ocurrió.

O Donald Trump está muy mal informado, o de plano no entiende lo que se le dice, pues ya puso a su gran amigo Elon Musk a saltarse las trancas si es necesario, pero tiene que sacar esas aeronaves a cómo de lugar, dejando a un lado todo lo referente a la seguridad. ¡Ojo!, por algo estallan solas las Cybertrucks.

No creo que la administración “Trumpetera” esté dejando claro que tiene el sartén por el mango. Pero sí hacen evidente el enorme desconocimiento de cómo funcionan las cadenas de suministro; trasladar toda la mano de obra que se tiene en el extranjero a fábricas que estén en el terruño norteamericano, además de tomarse mucho, pero mucho tiempo, en los hechos es una verdadera fantasía, pues elevaría las piezas que hoy por hoy fabrica México y Canadá a costos inimaginables.

Espero que dentro de su país sean muchas las voces que le pongan un alto a los desvaríos del que hoy se cree y pretende asumir como el presidente del mundo mundial. Al final del día a quien menos le conviene aumentar los aranceles es los propios gringos.

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