Qué pena con Trump

Hasta ahora la prensa norteamericana ha registrado el horror de las imágenes del rancho de Teuchitlán, Jalisco, acreditado al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), con montones de zapatos, ropa y evidencias de que se trataba de un campo de exterminio criminal.

Pero hay que esperar la reacción del Gobierno del presidente Donald Trump, quien ha puesto como prioridad de prioridades -si vale el juego de palabras- las evidencias que hablan del fortalecimiento del crimen organizado en México y con bastante insidia ha señalado que solamente sobrevive por el apoyo del Estado.

Si no hay una reacción severa de las autoridades federales mexicanas por el rancho de Teuchitlán, en Jalisco, habrá que esperar que en la certificación que haga Trump el 2 de abril sobre los avances, retrocesos o estancamientos de la política de seguridad de México se incluya este tema y otros en la aplicación o exención de lo que se han llamado narcoaranceles o tarifas extranjeras al comercio exterior por motivaciones políticas y no de exportación-importación.

Es cierto que Estados Unidos padece sus propias masacres y ellas responden a políticas de Estado que permiten la venta libre de armas entre la población, pero el caso mexicano lo está procesando el gobierno estadounidense como parte de la criminalización del Estado mexicano.

El asunto del rancho del CJNG debe darse también en el escenario de la decisión informada el pasado 20 de febrero de que el Cártel Jalisco y otras cinco organizaciones criminales vinculadas al narcotráfico fueron caracterizadas como terroristas por el departamento de Estado y en ese sentido la existencia de estas agrupaciones pasaron a ser prioridad de la estrategia de seguridad nacional de EU, sobre todo porque también forman parte de los grupos que la Casa Blanca asume como organizaciones criminales transnacionales.

En este contexto, la decisión de Trump de narcoaranceles el próximo 2 de abril podría involucrar el caso de Teuchitlán.

 

Zona Zero

En la historia de las masacres mexicanas referidas al crimen organizado, hubo dos en 2010 y 2011 vinculadas a Los Zetas en San Fernando, Tamaulipas: el asesinato en masa de 72 personas en 2010 y de 193 a 500 en el 2011. Si estás matanzas horrorizaron al país, las imágenes de los zapatos y ropa del rancho de Teuchitlán, Jalisco, deberán provocar algo más que indignación y deberían llevar al Estado mexicano a una gran ofensiva contra el CJNG, que ha desplazado al poder, armas, dinero e impunidad al menguado Cártel de Sinaloa de El Chapo Guzmán.

 

(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.

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@carlosramirezh

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