Claudia y Trump: En el redondel arancelario “torear es seducir al toro sin mentir”
Si fuera la dura negociación entre dos gobernantes normales, en este momento estaríamos diciéndole a Claudia Sheinbaum, ya por segunda vez, “bien bajado ese balón”. Por tratarse de Donald Trump, a quien de nuevo le ha sacado un buen arreglo la presidenta de México, lo que debemos decir es “bien toreado ese toro bravo”.
Claudia, lo ha dicho el propio Trump, ha conseguido que México no pague aranceles sobre ninguna mercancía incluida en el acuerdo de libre comercio vigente en América del Norte, y este es un compromiso que será válido hasta el próximo 2 de abril. ¿Que es muy poco tiempo? Cuando el diagnóstico consiste en que el paciente tendrá que ir desahuciado a recibir cuidados paliativos en la sala de terapia intensiva, resulta maravilloso que amanezca sin fiebre y de buen humor.
En Alcohólicos Anónimos la estrategia a la que se recurre es la de “un día a la vez”. Adaptémosla al caso de los aranceles porque, evidentemente, en la relación de Claudia Sheinbaum con Donald Trump nos estamos acostumbrado a que la tranquilidad se logrará “un mes a la vez”.
Ya conseguimos el segundo mes de paz. Habrá que lograr el tercero y después el cuarto, y el quinto y el sexto… y sumar todos los meses que se necesiten, inclusive hasta al mes 48, que no durará más el segundo periodo trumpista.
México sobrevivirá y aun se fortalecerá, ya nadie lo duda. Y esto es, por cierto, lo mejor que le puede pasar a Estados Unidos.
La verdad de las cosas es que la presidenta Sheinbaum y su equipo de trabajo han tenido razón al convencer al gabinete de Trump y al propio presidente de Estados Unidos de que no conviene a nadie una guerra comercial, que los aranceles tan elevados en los que piensa Donald Trump, si se aplican, perjudicarán fuertemente a la gente de ambas naciones.
Puede entenderse la agresividad de Trump por los déficits comerciales de Estados Unidos, porque las cosas no han salido del todo bien en la economía del vecino del norte, por la inflación, por el problema del narcotráfico —que no solo es causado por México, que conste, sino que es generado por factores que se han salido de control en gobiernos anteriores de los dos países—, por la migración y aun por elementales necesidades de la política que lleva a veces a caer en disparates… Pero una cosa es plantear absurdos en el discurso y otra llevarlos a la práctica, particularmente si la lógica económica indica que provocarían aumentos generalizados en los precios y desempleo masivo.
Es mucho lo que Trump tendrá que corregir en su sociedad, pero queda claro, y así lo debe estar entendiendo el presidente de Estados Unidos, que en nada le ayuda una disputa arancelaria con su principal socio comercial, que es México, ahora mismo gobernado por una mujer prudente, inteligente y que, en los momentos más difíciles en la negociación por el tema de los aranceles, jamás perdió la calma .
Lo que vaya a ocurrir entre Donald Trump y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, será asunto de ellos. A diferencia de Sheinbaum, Trudeau no siguió el consejo del legendario Kalimán: el de tener siempre serenidad y paciencia, así que ante las amenazas arancelarias de Trump, quien indudablemente es el gobernante más fuerte en Norteamérica, el canadiense respondió con la actitud que menos le ayudaba: la agresividad que podría ser respondida con una golpiza en su contra. Se desesperó Trudeau, y quizá le irá muy mal. No es nuestro problema y ojalá se arreglen entre ellos, pero si no ocurriera así creo que tarde o temprano tendríamos que prepararnos para el escenario de un acuerdo comercial solo entre México y Estados Unidos, sin Canadá, cuyo dirigente no ha sabido estar a la altura de las circunstancias.
Pronto habrá elecciones en Canadá y ya se verá si el nuevo gobierno logra entenderse con el muchacho más fuerte y pendenciero del barrio, al que no conviene enfrentar de manera directa porque no se tiene fortaleza para ello, sino que se le debe persuadir con argumentos expresados con mucha sutileza y, desde luego, también con una dosis de engaño taurino, el que utiliza el torero para que el toro embista sin causar daño.
Alguien dijo en España que “torear es engañar al toro sin mentir”. Claudia así lo hizo pero con otra palabra: sedujo al toro bravo sin mentirle, esto es, sin comprometerse a nada que ponga en riesgo la soberanía de México y el proyecto de gobierno de izquierda que con tanto esfuerzo se ha construido casa por casa, barrio por barrio durante tantos años, soportando fraudes electorales, bloqueos mediáticos y no pocos desleales ataques financiados por los poderes fácticos.