Las disyuntivas de Morena

Una de las pruebas de fuego que está enfrentando en este momento el partido Morena, es lo relacionado a sacar de la ley la reelección, el combate a la corrupción y la erradicación del nepotismo. Digo que es prueba de fuego porque no se sabe el final que tendrá este forcejeo entre las fuerzas internas del movimiento de la 4T, donde no solo está el partido Morena, sino también aquellos otros partidos que antepusieron sus intereses mezquinos ante una iniciativa de la presidenta. Como se sabe, hace unos días, afloraron los intereses personales del algún dirigente de un partido llamado chiquito dentro del oficialismo y de otros personajes del partido grande. Dicen ellos, los dirigentes, militantes y sus partidos, que se sienten orgullosos de pertenecer a ese movimiento revolucionario que ha logrado mover la conciencia de millones mexicanos. No obstante, se observa que, a la mera hora, pesaron más sus intereses de estos personajes que el interés de las mayorías y de la nación misma.

Los personajes de estos partidos se opusieron a que las reformas constitucionales, que prohibirían la reelección y el nepotismo, entraran en vigor de inmediato, sobre todo, en el proceso electoral del 2027. Habría que reconocer que la presidenta fue sensible a una exigencia social, tal y como lo ha sido ella con otros temas, por eso envió esta iniciativa al Congreso de la Unión. Y es que ya era un clamor ciudadano de que se quitase de la ley la figura de la reelección de los funcionarios, así como borrar la posibilidad de poder postular a familiares. Era y es una total incongruencia que, dentro de la 4T, se presuma seguir los postulados de la tercera transformación cuando aquel movimiento centró su lucha en un lema de guerra que por décadas siguió vibrando en la conciencia del pueblo: sufragio efectivo, no reelección.

La sociedad ya está harta de que familiares, por sanguinidad o afinidad, sucedan en el cargo a un funcionario saliente y de otros más que se siguen perpetuando en el poder. Por eso la presidenta envió su iniciativa. Es evidente que, de seguirse permitiendo esto, con la reelección y postulación de familiares, se le va causar un daño enorme al movimiento de la 4T.

Veamos. Por donde se le busque, sobre todo en presidencias municipales, diputaciones, senadurías y gubernaturas, verdaderas mafias se han apoderado de muchas de estas posiciones, aunque ahora compitan por el partido guinda u otro de la coalición. Muchos caciques dejaron otro partido que por años los había cobijado y se pusieron un chaleco guinda. Es la mejor muestra de que la corrupción y los negocios inmorales no tienen colores y no tienen pudor. Estos grupos van en busca del dinero público para satisfacer sus intereses propios y no el interés social. Es inconcebible que se crea que los pillos por el solo hecho de ponerse un chaleco guinda, ya se pueden volver buenos.

Tenemos que tomar en cuenta que el movimiento de la 4T, aún tiene un enorme arraigo en las clases populares. Ante eso, viene la primera verdad: los electores todavía votan por el partido Morena y sus aliados porque confían en la integridad de figuras nacionales como lo es el expresidente y la actual presidenta. Segunda verdad: los ciudadanos apoyan a un movimiento a pesar, muchas veces, de que los candidatos de más abajo sean impresentables.

Pero tanto y tanto que va el cántaro al agua, que el pueblo se puede cansar. Hasta ahora el pueblo ha mostrado su sabiduría pues ha priorizado y ha decidido apoyar a un movimiento, aunque, el aceptar a algunos candidatos que le ponen enfrente, sea algo parecido a tragar sapos. Pero peligrosamente esto se puede descomponer pues en todos lados encontramos cientos de ejemplos de figuras deshonestas que buscan postularse una y otra vez, ellos o sus familiares. Los candidatos deshonestos confunden esto y piensan que ganan por su popularidad.

Se equivocan aquellos que a nivel nacional están vertiendo argumentos tontos con la idea de confundir pues afirman que, si las personas votan por ellos, entonces van a seguir postulándose ellos o impulsando a sus familiares. No se dan cuenta que sus intereses los están cegando y con ello, le están haciendo un tremendo daño al movimiento donde todavía estamos millones. A la larga, creo que el pueblo le va a cobrar caro a los partidos políticos y a esos dirigentes que se están comportando como verdaderos pillos. Además, el efecto inmediato, si no se corrige el rumbo, puede ser el abandono del pueblo a un movimiento que todavía es noble. Esos dirigentes, ¿acaso no saben que un movimiento social termina por pudrirse cuando lo contaminan intereses como los de ellos?

Celebro la posición de la dirigencia de Morena cuando ha expresado, como posibilidad, que este partido ya no postularía, en los próximos procesos electorales, a candidatos que encajen en estas dos figuras que el pueblo rechaza. Esta decisión puede ser un filtro que funcione en parte. Pero la pregunta obligada es ¿qué va pasar con los partidos coaligados? No es difícil inferirlo. Los demás partidos, cuando sean parte de una coalición en determinada posición y en determinada elección, al no comprometerse con estos principios, van a postular a todos aquellos ambiciosos e innombrables que no pudieron dejar de lado sus intereses personales y que fueron rechazados por Morena. Y después, al ir en coalición, Morena va a terminar por apoyar a candidatos registrados por sus partidos aliados, aunque esos candidatos sean figuras que sigan buscando una reelección o que sean familiares de los funcionarios salientes. Las ambiciones y la corrupción, fácilmente le van a dar la vuelta a la decisión de Morena, claro, salvo en las posiciones asignadas exclusivamente a Morena dentro de la coalición o salvo que el partido rechace coaligarse cuando descubra esos rostros impresentables. Cosa que se antoja más que difícil.

También, aún está por verse si Morena cumple esta promesa que ha publicitado: rechazar la reelección y el nepotismo, o va sucumbir a los cacicazgos y a los intereses detestables.

Por el bien del movimiento, todos los partidos que son aliados del partido guinda, deberían de hacer lo mismo que Morena. Pero el clima se antoja más que imposible pues fueron ellos mismos y no la oposición, quienes presionaron para que estas reformas cobren vigencia hasta el 2030. Al movimiento, le pueden salir caro estas decisiones embarradas de lodo, aunque, al final también, el gran perdedor va ser el pueblo bueno.

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