Campaña de afiliación en Morena: lopezobradorismo a la inversa
La campaña ambiciosa de afiliación/reafiliación del partido Morena, con la finalidad de consolidarlo como el instituto político hegemónico en México y encabezado en primera instancia por Andrés Manuel López Beltrán y por Luisa Maria Alcalde Luján, supone un ejercicio de espíritu lopezobradorista… pero justo en sentido inverso, lo cual es preocupante por no pocas razones. Me explico:
Esta campaña, de seguir el espíritu de hacer política democratizadora de Andrés Manuel López Obrador, se debiera estar realizando en territorio. Es decir, a pie y de la mano del pueblo, de las bases a las que supuestamente seguirá respondiendo el partido político en cuestión y a las que el partido político en cuestión le debe todo lo que ha llegado a convertirse en tiempo récord.
Una campaña recorriendo los 300 distritos electorales, expidiendo cualquier cantidad de miles de credenciales y escuchando de primera mano los anhelos, las necesidades y las inquietudes de la gente de a pie era lo indicado, la natural continuidad de la esencia creadora del partido movimiento social, Morena.
Sin embargo, la campaña en cuestión se está haciendo a nivel cupular, al parecer en la lógica de ir cooptando lealtades y apoyos (importando de lejos mas los fines que los medios) por parte de la actual diligencia partidista con miras al proceso electoral de 2027, como escala al del 2030, teniendo en vista ya apoyos sustanciosos en todo tipo de recursos que se requieren para cualquier aspiración política. En este caso, se puede inferir que de la mismísima presidencia de la República se trata, como objetivo ulterior, pero ojo, con una aparente decisión de ‘brincarse las trancas’, al carecer López Beltrán de una trayectoria que lo posibilite a perfilarse para tal fin en el corto o mediano plazo.
Ya se empiezan a escuchar voces de peso que manifiestan su indignación, al incluir en dicha campaña a personajes hasta hace no muchos, incluso francos enemigos del movimiento: Rocío Nahle y Salomón Jara (gobernadores de Veracruz y Oaxaca, respectivamente). Ellos se han atrevido a alzar la voz, sin contar con todos los personajes a los que no les queda más que la sonrisa fingida y la maledicencia en privado.
¿Qué necesidad prefigurar, incluso, una absurda y prematura amenaza de fractura hacia el seno del hoy partido oficial? Esto además de, sin pudor, tomarse la foto con elementos más que cuestionados hoy en día, algunos en el mismo ojo del huracán de la opinión pública debido a escándalos no dignos de pasar por alto.
Recursos económicos para haber hecho una campaña desde las bases no faltan, Morena dejó muy atrás aquello de intentar devolver, de una u otra manera, por lo oneroso al Estado mexicano, parte de las prerrogativas que por ley les corresponden.
Es preocupante también ver López Beltrán pasearse con fuertes dispositivos de seguridad por los estacionamientos del Senado de la República, por ejemplo, con camino directo a las suburbans de lujo, sin acercarse a la gente, lo que no hubiera querido Andrés Manuel López Obrador.
En fin, a todas luces, los nuevos jóvenes dirigentes parecen ir en sentido opuesto al sello de hacer política del anterior titular del Poder Ejecutivo durante toda su carrera política, de varias décadas, de cercanía constante, genuina y fraternal para con el pueblo de México.