Los cuatro ejes de la confrontación actual con EUA. Parte I

La turbulencia geopolítica y bilateral que trajo consigo la llegada de Donald Trump al poder por segunda ocasión, se puede resumir en tres grandes ejes estratégicos de los cuales se derivan diferentes temáticas en cada uno de los casos:

a) el crimen transnacional organizado, con cuatro derivaciones temáticas, la inmigración indocumentada que EUA sabe perfectamente está controlada en amplia medida por el crimen transnacional organizado que actúa en todo el subcontinente latinoamericano, especialmente en Centroamérica, México y Estados Unidos, y es materia de vigilancia continua por el Comando Norte del ejército de los EUA; b) las estructuras criminales con base en México que han sido declaradas por el gobierno de EUA como “organizaciones terroristas”, falsificando conceptualmente y jurídicamente el fenómeno del terrorismo, que se escinde en cuatro vertientes diferenciadas: el terrorismo político, el terrorismo criminal, el narco terrorismo (en el cual EUA haciendo una simbiosis los unifica en un solo concepto), y el terrorismo de Estado, para generar un encubrimiento ideológico de toda su intencionalidad política respecto a México; c) la guerra económica contra México usando como arma de presión y chantaje, la fijación de aranceles; y d) el tema del tráfico de armas.

A todo ello, México antepone una estrategia centrada en contrarrestar la guerra económica, dispuesta a tomar medidas simétricas, en denunciar la responsabilidad de EUA en todo lo relativo a la criminalidad transnacional e insistir en la contención del tráfico de armas desde EUA para las organizaciones delictivas transnacionales. Todo ello podemos resumirlo en una postura política y geopolítica: un posicionamiento soberanista y de legalidad internacional.

Es perfectamente bien sabido, que México es un territorio ampliamente fronterizo con EUA y ello le otorga un estatus de orden estratégico para el crimen transnacional organizado. Ello le da una condición extra privilegiada y a su frontera sur con mayor razón. En México se perdió un tiempo precioso de 30 años siguiendo la concepción estratégica generada entre el Departamento de Estado, el Pentágono y el Consejo de la Seguridad Nacional (ésta última surgida después de la destrucción a las Torres Gemelas), basada en la represión de la cadena producción, distribución-consumo, la cual usó para ello a todo el aparato coercitivo de los Estados latinoamericanos, en especial el de México, que parecía muy eficaz en la represión de la insurgencia socio-política, incluso armada, pero fracasó escandalosamente en la represión de las organizaciones del delito multinacional.

Los gobernantes de turno exhibieron con sus equipos de gobierno, una gran esterilidad para construir concepciones alternativas para el combate de estas organizaciones criminales, y la clave fundamental está en las articulaciones de complicidad y negocios que desarrolló con las más altas esferas de las instituciones del Estado, incluyendo los cuerpos policiacos y militares. Ello las hizo cada vez más poderosas y casi invencibles, hasta llegar a la captura del Estado, mediante la penetración del primer círculo del poder presidencial. Se criminalizó el ejercicio del poder detentado por el jefe de Estado, y su expansión inusitada quedó asegurada, ello les permitió resistir los embates de las agencias de inteligencia y seguridad del gobierno de EUA, llegando a crear alianzas tácticas con ellas, y con los gobiernos mexicanos para destruir a organizaciones criminales rivales. Se incrustaron a fondo en el aparato del Estado.

La inmigración masiva indocumentada es un tema de altísima sensibilidad en EUA porque consideran con razón que atenta contra la identidad anglosajona de la nación y del Estado, tal y como fueron creados por los “Padres Fundadores” a partir de barrer con las tribus originarias. Esta problemática lleva ya mas de un siglo de venirse gestando: entre 1905 y el comienzo de la primera guerra mundial en 1914, ingresaron a EUA, un millón de inmigrantes al año.

Al concluir la guerra, entre 1915 y 1918 que ella duró, el flujo migratorio fue de aproximadamente 250,000 personas por año, descendió por la guerra misma. Tomando el periodo a ser considerado más atrás, hacia la última década del siglo XIX, entre 1892 y 1954 (ya concluido la segunda guerra mundial), ingresaron a EUA, 12 millones de personas a través de la famosa Ellis Island donde está colocada la estatua de la libertad, en la bahía de Nueva York.

Allí estableció, el presidente Benjamín Franklin la primera oficina federal de inmigración. Una inmensa cantidad de personas, pero aún no parecía estar amenazada la identidad nacional primera y última. En 1924 EUA aprobó el Acta de Orígenes Nacionales que empezó a tratar de fijar límites al número de inmigrantes permitidos en el país. El tema ya se percibía como problemático.

Y en el siglo XX se estimaron en 50 millones de personas de todas partes del mundo, las que inmigraron a EUA. La oficina del Censo del Censo dio los siguientes datos en 2010: viven en EUA registrados poco más de 30 millones de personas de origen latino con raíces mexicanas, de un total de 50.5 millones de hispanos contabilizados en el país. La cifra se quedaba corta porque no estaba considerada la “inmigración irregular” que no aparece en los censos, y que se estima en otro tanto de personas. La comunidad mexicana es el grupo nacional latino más numeroso, seguido por los puertorriqueños y luego los centroamericanos (en ese censo, sumaban cinco millones).

La proyección demográfica que se ha hecho por la propia Oficina del Censo es que sin detener estos flujos en la extensión comentada, habrá hacia el año 2050 -es muy probable que aún antes- un cambio drástico: EUA tendrá una población de 439 millones de personas y el 54% de ellas estará integrado por distintas minorías raciales, incluyendo afro-estadounidenses, hispanos y asiáticos. Hacia 2010, el 65% de la población era blanca, pero está declinando en la medida en que las defunciones de blancos, es mayor que los nacimientos. La tendencia en la población hispana es la inversa: la tasa de natalidad es mayor que la de muertes, estimándose en 30% del total en 2050, lo que los predispone a disputar, a compartir el poder político en general -lo cual, señalado por esas fechas por el Consejo de Seguridad Nacional, como otro riesgo inherente al cambio demográfico, combinado con la probable pérdida del liderazgo frente a China, lo cual tendrá, unas dos décadas de haberse consumado, es decir, aproximadamente en 2030.

Los datos duros y los reportes y conceptos de la alta inteligencia nacional son muy severos para EUA, los motivos de incertidumbre y hasta zozobra son válidos a partir de ellos, y las reacciones de líderes del neoconservadurismo expresadas como ideología de la supremacía blanca encuentran aquí una serie de poderosas razones más que justificadas.

Algunos analistas y estudiosos sitúan una nueva oleada extensa de inmigrantes en los años 90 del siglo pasado, lo cual situó el tema junto al desarrollo de un modelo agrícola inmigrante ilegal-exportador en la agricultura -para hablar en este momento sólo de ella- muy competitivo en sectores de la agricultura estadounidense, al influjo de la entrada en vigor del TLCAN y de la ruina masiva de campesinos mexicanos que sembraban maíz y otros cultivos, y que migraron a EUA, convirtiéndose en un factor de bajo costo y competitividad respecto al mismo México y a Canadá, más los altos subsidios que ha otorgado tradicionalmente el gobierno de los EUA a sus agricultores de granos alimenticios. Había demanda de esa mano obra en el campo estadounidense y crecimiento económico.

Entre 1995 y 1999 la emigración mexicana hacia EUA fue de 500,000 personas por año, es decir, 2.5 millones de personas en dicho periodo, el cual se mantuvo aproximadamente durante 2000-2005 (otros 3.0 millones de mexicanos), es decir, entre 1995-2005, emigraron 5.5 millones de mexicanos a EUA (datos del gobierno de EUA y de CONAPO). Según estudio de especialistas de del banco BBVA: los migrantes provienen de todos los estados de la república mexicana, pero la mayor proporción es originaria de unos cuantos. Jalisco, Michoacán, Guanajuato, Estado de México y Zacatecas agrupan a 45% del total de migrantes en EEUU.

De 1995 a 2007, la mayor parte de las zonas de migración eran las rurales, en 2008 la proporción cambió, y fueron las zonas urbanas las que más migrantes expulsaron, lo que significa que las problemáticas económico-sociales pegaban más fuerte en las ciudades que en el campo. Este proceso fue parte de una amplia transición que investigadores como Hubert Carton de Grammont de la Asociación de Estudios Rurales, denomina la “desagrarización” del campo mexicano, lo sintetiza así:

“En las dos últimas décadas del siglo pasado se transitó de una sociedad agraria, en la cual predominaba el sector agropecuario, a una sociedad rural en donde este sector no sólo coexiste con otras actividades económicas, sino que es la actividad menos importante tanto en términos de la población económicamente activa involucrada, como del número de los hogares y del ingreso obtenido. Hubo un acelerado proceso de “desagrarización”, entendido como “la disminución progresiva de la contribución de las actividades agrícolas a la generación de ingreso en el medio rural”. Como veremos, en 1992 el ingreso agropecuario, en monetario y autoconsumo, representaba 35.6% del total de los ingresos rurales, y hoy representa solamente 9.8% de estos mismos ingresos.”.

Esta tendencia en el campo mexicano se articuló con la dinámica de la agricultura estadounidense, creando un auge impactó la inmigración indocumentada a EUA. Continuamos en próxima entrega.

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