Claudia Sheinbaum, plusmarquista

Estoy leyendo en el sitio de internet wikilengua.org un dato curioso: quienes redactan crónicas deportivas en español han empleado, durante muchos años, “con absoluta tranquilidad el término inglés recordman y su correspondiente femenino recordwoman (y sus respectivos plurales recordmen y recordwomen)”. Por cierto, en la década de los setenta “solo se utilizaba recordman, tanto para referirse a los hombres como a las mujeres que poseían un récord”.

Parecieran recordman y recordwoman términos de la lengua inglesa, pero resulta que no aparecen en ningún diccionario inglés (ni británico ni estadounidense), es decir, tales palabras inglesas nomás no existe en inglés. Lo afirma wikilengua.org y lo creo.

En inglés la palabra adecuada para el recordman o a la recordwoman serían dos palabras, record holder.

¿Por qué en la prensa deportiva en español se utiliza una palabra supuestamente inglesa que no aparece en los diccionarios en inglés? Porque se ha copiado del francés, “idioma enormemente creativo”, que ha creado “acuñaciones autónomas mediante palabras inglesas, sin que el compuesto resultante sea inglés ni reconocido por los anglohablantes mismos”.

En efecto, sigo con wikilengua.org, “según el Dictionnaire des Anglicismes de Josette Rey-Debove y Gilberte Gagnon, recordman está documentado por primera vez en francés en el año 1884, y recordwoman en 1896”.

En español la palabra adecuada sería plusmarquista —según la RAE, “persona que ostenta la mejor marca en una especialidad deportiva”—. Plusmarquista, naturalmente, aplica tanto para hombres como para mujeres.

La publicación de noticias mexicanas en diarios extranjeros es todo un deporte en nuestro país. Carmen Aristegui presumió durante meses y aun años que su reportaje sobre la casa blanca de la exesposa de Enrique Peña Nieto aparecía en medios de comunicación de otras naciones. Antes de que Aristegui lo hiciera así, practicamos ese deporte en Milenio, cuando yo lo dirigía, con la información de Anabel Hernández acerca del toallagate de Vicente Fox —toallas carísimas que el presidente más guarrindongo de la historia compró para tallarse fuertemente su espalda llena de forúnculos o granos semejantes, según trascendió en su momento—.

Hasta este lunes 3 de febrero la plusmarquista en lo relacionado con una solo noticia publicada en el extranjero era Carmen Aristegui. Tuvo bastante mérito esta periodista, ya que su información circuló inclusive más que desastres naturales como sismos o huracanes que provocaron gigantescos destrozos y la muerte de muchas personas.

El récord que logró Aristegui con la casa blanca parecía imposible de superar. Pero, dicen los cronistas deportivos, los récords están para romperse.

Este 3 de febrero una noticia sobre la presidenta Claudia Sheinbaum, en unas cuantas horas, rompió la marca establecida por el reportaje de la casa blanca durante meses.

La negociación entre la presidenta Sheinbaum y Donald Trump la conocimos más o menos a las nueve de la mañana. Menos de doce horas después se había publicado en medios de comunicación de casi 200 países, por cierto, en espacios mucho muy relevantes, la inmensa mayoría principales.

Ni el toallagate de Anabel Hernández ni la casa blanca de Carmen Aristegui fueron nota principal fuera de México. No tenían por qué serlo: la corrupción llama la atención, claro que sí, pero no afecta a prácticamente nadie lejos del país en que se denuncia.

Claudia persuadió a Trump de pausar los aranceles de 25%. Lo que hizo la presidenta de México sirvió, horas más tarde, para que se pusieran de acuerdo el presidente de Estados Unidos y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau.

¿Por qué esos aranceles son más noticiosos que un sismo catastrófico? Porque si Trump terminara por imponerlos, significarían el fin de una era, la de la globalización que tanto progreso e innovación ha generado y el retorno al innegablemente dañino mercantilismo proteccionista.

La globalización, la cooperación económica entre las naciones y el libre comercio tienen una oportunidad de sobrevivir gracias a que Claudia Sheinbaum convenció a Donald Trump de pensar dos veces su decisión de imponer elevados aranceles a sus principales socios comerciales —México, Canadá y China, y prometió que pronto castigará de esa forma a la Unión Europea—.

No es poco lo que debe a la presidenta de México el sistema económico global que conocemos y que muchos consideramos el único verdaderamente viable.

Lo que sigue es que el equipo de Claudia haga la tarea y negocie correctamente con el de Trump. En mi opinión, para tener éxito, quienes representen a Sheinbaum deberán empezar por las definiciones, como la de qué métrica usarán para evaluar, en un mes, si los acuerdos son satisfactorios tanto para México como para Estados Unidos. Se les desea la mejor de las suertes.

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