Medidas intensas de seguridad en la toma de posesión de Trump
Washington se transforma en una fortaleza para la toma de posesión de Donald Trump, con medidas de seguridad nunca vistas en un acto de este tipo.
Cerca de 25 mil agentes y 48 kilómetros de cercas antiescalada rodean la Casa Blanca, el Capitolio y la Avenida Pensilvania.
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La investidura del lunes representa el tercer “acto nacional de seguridad especial” en apenas dos semanas, tras la certificación electoral del 6 de enero y el funeral del expresidente Jimmy Carter.
Aunque se esperan 250 mil asistentes con entrada, esta cifra es muy inferior al millón de personas que se tenía previsto hace ocho años en la primera toma de posesión de Trump.
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Los hoteles del centro registraron una ocupación del 70 por ciento la semana pasada, lejos del 92 por ciento alcanzado en 2017, según STR. Sin embargo, la capital sigue atrayendo a visitantes con paquetes de lujo, como una suite presidencial por 73 mil 500 dólares, que incluye traslado en helicóptero.
La seguridad es un tema fundamental. Matt McCool, del Servicio Secreto, subrayó que, en esta ocasión, se aplicó un plan “ligeramente más férreo” debido a un entorno de mayor amenaza. Entre las medidas reforzadas se incluyen controles, francotiradores, drones y una combinación de “acciones visibles e invisibles”.
Aunque no se han identificado amenazas específicas, el jefe de la policía del Capitolio, J. Thomas Manger, alertó sobre los “actores solitarios”. “Lo diferente es que estamos en un entorno de mayor amenaza”, explicó.
Toma de protesta con contrastes
La ceremonia también será testigo de manifestaciones. El domingo, miles de seguidores del presidente electo llegarán para un mitin, mientras que la “Marcha del Pueblo” el día de mañana convocará a unos 25 mil manifestantes, muy lejos de los cientos de miles de hace ocho años.
La alcaldesa Muriel Bowser enfatizó que la violencia no será tolerada y que garantizará el derecho a protestar pacíficamente.
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La investidura refleja un contraste con la primera posesión del líder conservador de Estados Unidos, marcada por una asistencia histórica y expectativas diferentes.
Con temperaturas bajo cero y medidas de seguridad excepcionales, Washington refuerza su compromiso con la transición pacífica del poder.
