La inteligencia artificial (IA) y la educación superior
La tendencia a “normalizar” las relaciones entre seres humanos y máquinas se ha registrado desde hace más de 100 años, y ahora entre humanos y robots esa es una característica (la “normalidad”) de las sociedades del siglo XXI.
Una lavadora de ropa es prácticamente una máquina que fue inventada para hacer más fácil o más práctica la actividad de aseo personal. Lo mismo podemos decir de una plancha, una licuadora, un horno de micro ondas, una bicicleta o un vehículo automotor, por poner sólo algunos ejemplos y en el sentido pragmático de la expresión, es decir, se trata de máquinas que han sido creadas para “hacer más fácil” las actividades físicas de los seres humanos.
En otro plano, en el de la cultura y las actividades no físicas sino intelectuales, los seres humanos hemos creado otras herramientas tecnológicas como, por ejemplo, el libro, las máquinas de escribir, la televisión, la radio, el cine, las computadoras u ordenadores y el internet y, en tiempos relativamente recientes, la inteligencia artificial (IA).
Me detengo a reflexionar en torno a esta última herramienta (la IA) y sus múltiples relaciones con la educación en general, pero en particular con la educación superior. En este ámbito, la IA parece ser más bien una herramienta informativa, mas no formativa. Aunque los paquetes básicos de IA pueden representar, presentar u ofrecer respuestas aparentemente críticas o reflexivas, en realidad ellas están basadas y delimitadas por los bancos de datos y de información que le han sido alimentados por los seres humanos.
Por ello, a la “inteligencia artificial” le pondría el sobrenombre de inteligencia alternativa, inteligencia sustitutiva, aproximación a la inteligencia humana o inteligencia tardía.
Desde que se crearon, hace más de 50 años, los programas de cómputo en los cuales una máquina podía jugar ajedrez con un ser humano, se podría decir que se inventaron esquemas básicos de IA, especialmente dentro de la concepción de “inteligencia” que se define como el conjunto de entradas, procesamiento y salidas hacía y desde las máquinas para que den respuestas o resuelvan determinados problemas o tareas. Este no es, por consiguiente, un tema nuevo.
Además, la inteligencia artificial, tal y como la conocemos hoy en día, ha “aprendido” o ha sido “entrenada” para razonar en el modo en el que la misma programación humana ha decidido hacerlo, esto en función de o a través de determinadas rutinas informáticas o mediante ciertos patrones o algoritmos que les permiten responder a un segmento amplio, finito, no ilimitado de preguntas, cuestionamientos o solicitudes.
Hoy, la inteligencia artificial puede recrear imágenes, música, diseños gráficos y textos e hipertextos a partir de la información que está disponible en mega bases de datos de prácticamente todas las culturas y lenguas. Sin embargo, la IA no solamente no puede responder a todo aquello que le preguntamos o solicitamos, sino que además incurre con frecuencia en errores.
Comparto algunas experiencias: a un paquete de IA le pregunté sobre el filósofo y epistemólogo Gastón Bachelard y sobre la obra del epistemólogo y psicólogo suizo Jean Piaget. Al leer sus respuestas observo que son mediamente aceptables.
En otra ocasión le pregunté sobre algunos libros de reciente publicación (le di los títulos, por ejemplo), pero sus respuestas estaban equivocadas, pues presentaba nombres incorrectos o alterados de sus autoras o autores. Por lo tanto, llego a la conclusión que la IA no es del todo confiable. Y no entro en el terreno de las insuficiencias psicoemocionales o psicoafectivas de las computadoras, porque incursionaríamos en otro gran debate.
La semana pasada pregunté a Gemini (paquete de IA que ofrecen ciertas compañías o empresas asociadas con motores de búsqueda en la web o red de redes, y que operan actualmente en teléfonos celulares o móviles inteligentes), acerca del capítulo 1 del libro de Jean Piaget “La formación del símbolo en el niño”. Le solicité una reflexión crítica sobre ese contenido y esto me respondió:
“Aquí tienes un análisis crítico del primer capítulo de “La formación del símbolo en el niño” de Jean Piaget, adaptado a un formato conciso y móvil:
“Análisis crítico del Capítulo 1. Piaget inicia su obra estableciendo una base sólida para comprender la evolución del pensamiento simbólico en los niños. Su enfoque, centrado en la observación directa, resulta innovador y aporta una valiosa perspectiva sobre cómo los niños construyen su realidad a través de la imitación, el juego y el sueño.
Puntos fuertes:
* Rigor metodológico: Piaget utiliza una metodología rigurosa basada en la observación sistemática, lo que otorga credibilidad a sus conclusiones.
* Amplitud temática: El capítulo abarca una amplia gama de conceptos, desde la imitación hasta la representación, ofreciendo una visión integral del desarrollo cognitivo infantil.
* Claridad expositiva: Piaget expone sus ideas de manera clara y concisa, facilitando la comprensión de conceptos complejos.
Puntos a considerar:
* Limitaciones de la observación: Si bien la observación es una herramienta valiosa, puede estar sujeta a sesgos del observador y a limitaciones en cuanto a la generalización de los resultados.
* Enfoque eurocéntrico: Las observaciones de Piaget se centran principalmente en niños de culturas occidentales, lo que puede limitar la aplicabilidad universal de sus teorías.
* Visión gradualista: Piaget plantea un desarrollo cognitivo gradual y lineal, lo que podría no capturar la complejidad y variabilidad del desarrollo individual.
Conclusiones: El primer capítulo de “La formación del símbolo en el niño” constituye un hito en el estudio del desarrollo cognitivo infantil. Sin embargo, es importante considerar las limitaciones metodológicas y culturales al interpretar sus hallazgos. A pesar de ello, la obra de Piaget sigue siendo una referencia fundamental para comprender los procesos cognitivos que subyacen a la construcción del pensamiento simbólico en los niños.
Preguntas para la reflexión:
* ¿Cómo se relaciona la teoría de Piaget con otras teorías del desarrollo cognitivo?
* ¿Qué implicaciones tiene la teoría de Piaget para la educación infantil?
* ¿Cómo se pueden superar las limitaciones metodológicas de la obra de Piaget?
¿Deseas profundizar en algún aspecto específico del capítulo o de la obra de Piaget en general?
Nota: Este análisis es una síntesis y no pretende ser exhaustivo. Para una comprensión más profunda, te recomiendo consultar la obra original y otras fuentes complementarias. ¿Te gustaría que te proporcione más información sobre algún otro aspecto de este tema?”
Inteligencia artificial Gemini
Hasta aquí la respuesta de Gemini (IA) a la pregunta planteada.
Debo admitir que las respuestas que dio este paquete básico se encuentran llenas de generalidades y de una que otra imprecisión (no profundizó, por ejemplo, en el método clínico-crítico de Piaget), pero es aceptable.
Cada vez que hacemos una lectura en alguna materia o asignatura en la universidad, pido a las y los estudiantes de licenciatura que hagan un resumen con opinión personal acerca del texto. Las y los estudiantes podrían acceder con facilidad y sin costo a una plataforma del tipo Gemini y solicitar una opinión crítica o una reflexión analítica sobre cualquier texto, libro o conjunto de palabras. Pero ahí no está el problema formativo (en copiar y pegar textos), sino en la comprensión, contextualización del contenido y en la contrastación que puedan hacer, o no, de la información procesada con respecto a la realidad educativa que vivimos.
La simple consulta y copia de las respuestas que da un paquete de IA a las y los estudiantes de educación superior son insuficientes para alcanzar los objetivos, propósitos o intencionalidades de los programas académicos. Si esto sucede en el nivel de licenciatura ¿qué se podría esperar para las y los estudiantes y los respectivos programas de posgrado?
Termino este breve comentario con una preocupación: ¿qué tanto puede ser de utilidad o provecho esta herramienta de la IA a la formación integral de las y los futuros profesionales de la educación o de otras profesiones, en diferentes campos de conocimiento y aplicaciones?
La cuestión no es prohibir o negar la presencia indiscutible de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, incluida la IA, en la escuela. Lo que importa es identificar los ámbitos en donde esta herramienta pueda ser aprovechada, como auxiliar didáctico, y potenciar los procesos formativos de las y los futuros profesionales y especialistas. Esto sin perder de vista, sobre todo, la dosis de honestidad intelectual que estos asuntos educativos demandan.
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