¿Justicia para Karla Cortés?: Un crimen que interroga a la CDMX

El feminicidio de Karla Patricia Cortés Cervantes, conductora de Uber, el 29 de diciembre de 2024 en la alcaldía Azcapotzalco de la Ciudad de México, no es solo una noticia que pasa de largo. Es un espejo que refleja la crisis de seguridad y violencia de género que se vive en la urbe más grande de nuestro país. Karla, una mujer que se dedicaba a su trabajo con diligencia, fue víctima de un feminicidio que nos obliga a todos, como sociedad, a hacer una pausa y reflexionar.

Este caso, más allá de ser un evento aislado, pone en evidencia las vulnerabilidades a las que se enfrentan las mujeres en México, especialmente aquellas que trabajan en la economía informal o en plataformas digitales como Uber, donde la protección laboral es mínima o nula. La pregunta que surge es: ¿cuánto tiempo más tendremos que soportar que nuestras mujeres sean masacradas en el anonimato de las calles?

La reacción de las autoridades ha sido, según fuentes, de tratar de catalogar este asesinato como un homicidio doloso, quitándole la connotación de feminicidio que el caso claramente sugiere. Esto no es solo una injusticia hacia Karla y su familia, sino una señal clara de cómo las instituciones aún fallan en abordar la violencia de género con la seriedad y la urgencia que requiere. El Artículo 148, fracción VI, del Código Penal de la Ciudad de México, define claramente lo que constituye un feminicidio, y los hechos presentados en este caso parecen ajustarse a esta definición. Entonces, ¿por qué la resistencia a clasificarlo como tal? ¿Es este un intento de maquillar las estadísticas sobre feminicidios en la ciudad, o simplemente una muestra de la ineficacia e insensibilidad de nuestro sistema judicial?

El video de los hechos, donde se oyen el forcejeo y un disparo, seguido por el abandono del cuerpo de Karla en la calle, es una imagen cruda y dolorosa que debería mover a la acción. Pero, hasta ahora, parece que lo único que ha movido es la indignación pública y la exigencia de justicia por parte de sus seres queridos y de la sociedad en general. La hija de Karla, Brisa, ha sido clara en sus denuncias, subrayando que no se está haciendo justicia y que se quiere cerrar el caso prematuramente.

Uber, como plataforma, no puede ser ajena a la responsabilidad. Aunque no es su culpa directa, las condiciones de trabajo que ofrece a sus conductores, especialmente a las mujeres, deben ser reevaluadas. La seguridad de los trabajadores debería ser una prioridad, no una nota al pie de las políticas corporativas.

Como sociedad, debemos preguntarnos: ¿Estamos haciendo lo suficiente para proteger a nuestras mujeres? ¿O seguiremos siendo testigos pasivos de tragedias como la de Karla Patricia Cortés? Este caso debe ser un punto de inflexión, no solo en la justicia para una víctima, sino en la lucha contra la violencia de género que se agudiza cada día en México.

En memoria de Karla, y en solidaridad con todas las mujeres que enfrentan la amenaza de la violencia en su vida diaria, es imperativo que se tomen medidas concretas. Que su muerte no sea en vano, que nos impulse a actuar con la urgencia y la justicia que ella y todas las víctimas merecen.

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