El 2024: ¿annus horribilis?
Pocos años en la historia de México han estado tan profundamente marcados por sucesos políticos que han sacudido las estructuras de la vida pública. Me refiero enseguida a algunos de ellos.
El año de 1997 marcó, en opinión de muchos, el inicio de la democracia mexicana moderna. Si bien el comienzo de la década de los noventa conllevó el establecimiento de las autoridades electorales autónomas y la reforma a otras instituciones como el Banco de México, aquel año ha sido siempre recordado como el tiempo cuando el PRI, por primera vez, perdió la mayoría en la Cámara de Diputados.
A partir de ese momento, la apertura democrática en México transitaría hacia una nueva era donde las minorías contarían con una voz renovada, una mayor participación, y eventualmente, el ascenso al poder.
El 2000 es un hito histórico en la historia reciente del país. El triunfo de Vicente Fox marcó el destierro del otrora todopoderoso PRI del gobierno federal. A pesar de los nuevos aires de esperanza, las estructuras priistas y la descentralización de la toma de decisiones, así como la impericia del presidente y de su gobierno, condenaron al país a un estancamiento y a la pérdida de la oportunidad otorgada por el momento histórico.
El 2018 será recordado como la culminación de largos años de campaña de Andrés Manuel López Obrador. Con numerosas derrotas en su carrera (Tabasco y las presidenciales de 2006 y 2012) alcanzó el triunfo en una elección para los anales; no únicamente por el hecho mismo de desterrar a la llamada “mafia del poder” sino por el inicio de una hegemonía partidista que no sería consolidada hasta años más tarde.
Y finalmente, el año 2024. Derivado de un nuevo pacto social marcado por el asistencialismo, el discurso, las promesas de un mejor futuro y el carisma del presidente saliente, Claudia Sheinbaum y Morena lograron lo que el propio AMLO no habría imaginado: tomar el control total con la mayoría absoluta de los gobiernos locales y las mayorías calificadas en ambas Cámaras ( con el apoyo, efectivamente, del Tribunal Electoral y de Miguel Ángel Yunes)
A partir de ese momento, el Legislativo morenista daría inicio a una serie de reformas constitucionales que, lejos de fortalecer el ideal democrático, están dirigidas a hacer menguar la democracia constitucional.
La reforma al Poder Judicial, la desaparición de los organismos autónomos, la defección de Yunes, la complicidad de las autoridades electorales y la serie de reformas constitucionales legisladas al vapor han marcado el año que se termina como aquel del derribo del sistema de control del poder de las mayorías.
El año 2024, a reserva de atestiguar la probable reforma electoral y algunas otras que hayan quedado en el tintero para el año que viene, pasará al recuerdo como aquel que supuso la toma del control absoluto por parte de un régimen dispuesto a hacer avanzar su ideario antidemocrático.