Alertas para la 4T

Asumimos que estamos involucrados y somos corresponsables del proceso histórico y dialéctico conocido como la Cuarta Transformación (4T).

Es un proceso complejo, multinivel, plurisectorial y estructural, como lo fueron la Independencia, la Reforma y la Revolución, solo que pacífico.

Desde luego que hay un proyecto general de cambio, pero este va imbricado en una constelación de dinámicas que al acelerar y generar múltiples efectos reduce la capacidad de previsión y aumenta la incertidumbre.

Así, en medio de la vorágine desatada, por ejemplo,  por la cascada de reformas constitucionales del año 2024, cuyo aterrizaje habrá que conducir y monitorear, habría que tener presente algunas cuestiones.

Visto en retrospectiva contextual de corto plazo, el proyecto y el proceso de la 4T se contraponen al neoliberalismo económico y sus dimensiones política, social, jurídica y hasta cultural.

En las cinco dimensiones, supone reivindicar el papel del estado, el pueblo y las comunidades ante el individualismo y el mercado en su versión más depredadora.

En la faceta jurídica, y en particular constitucional, la 4T incluye insertar en las instituciones liberales y socialdemócratas, muchas de ellas manipuladas y capturadas por élites ajenas a los intereses colectivos, precisamente una lógica institucional que le devuelva al pueblo la posibilidad real de participar en la operación de las garantías para decidir y realizar sus intereses fundamentales.

Si la democracia representativa es racionalmente correcta e idealmente virtuosa, pero en la práctica manipulable por las élites económicas y políticas, entonces hay que seguir inyectando la vacuna de la democracia popular y comunitaria para, a la vez, evitarlo y reforzarla.

Si las garantías institucionales de los órganos autónomos se mal diseñaron o pervirtieron restándoles eficacia o eficiencia, entonces hay que reconfigurarlas para fortalecer la gestión y tutela de los derechos mediante otros mecanismos, que en su turno deben rendir  buenas cuentas.

Si la sociedad se polarizó, atomizó e irritó en virtud del abuso de la libertad de minorías  poderosas, entonces hay que seguir rebalanceando el poder de las clases dominadas y los grupos vulnerables, además en clave intercultural, para que su voluntad y preferencias impacten en la decisión política y la racionalidad de gobierno y administración, al punto de que guíen el destino común.

Si la cultura se elitizó, comercializó y perdió base social, hay que continuar contrastándola e hibridizandola con las culturas originarias y afromexiacanas, mestizas y más o menos criollas, y las no originarias en un crisol local, regional y global que reidentifique y revigorice el tejido social y comunal.

En términos de procesos, mucho tiene que cuidar y conducir con inteligencia y sensibilidad la 4T en tanto proyecto.

Tiene que persistir en las fórmulas heterodoxas de la economía moral y humanista que potencien de manera productiva y sostenible la fábrica y mercado de bienes y servicios necesarios y comunes.

Debe mantener abiertos los canales participativos para gobernar y reproducir racional, eficaz y legítimamente el pluralismo. No cegarlo. Modular la división de poderes solo hasta el grado de impedir la operación de los poderes de la división. No sustituirlos. Imaginar nuevos métodos de control de los poderes y de la propia voluntad mayoritaria. No dejarlos al libre juego de “haber quien puede más” o siempre en manos de la mediación política de coyuntura.

Tiene que seguir curando y cerrando las heridas provocadas por las rasgaduras sociales del exceso neoliberal, hacer justicia y reponer a las comunidades, colectivos y grupos en la posición socioeconómica que les permita una vida digna y viable.

Por el bien de todas y todos, debe corregir las disfunciones que la macro y la micro criminalidad ha procreado y pretendido normalizar envenenando incluso valiosas fuentes sociales y culturales de viabilidad nacional: infancias y juventudes, buena fe, orgullo, esperanza, simbología histórica.

Para todo ello, debe coordinar al máximo sus recursos de todo tipo: información y comunicación, liderazgos, dinero, moralidad.

Ningún proceso histórico ha salido bien librado sin un discurso y práctica moral ejemplar desde los liderazgos.

El cambio de régimen no solo es cambio de correlaciones o articulaciones sociopolíticas e institucionales, y mucho menos construcción de plataformas personalistas de influencia.

Significa, centralmente, un cambio en el nivel profundo de las prácticas y la conciencia individual y colectiva compartida sobre valores culturales realmente constitucionalizados y, por lo tanto, perdurables y trascendentes.

¡Merecido descanso y excelente fin de año 2024!

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