¿El agua que bebo es realmente segura?

A veces, los problemas más críticos para una ciudad son los que menos resonancia tienen y terminan perdidos entre los temas urgentes y más estruendosos.

Hace unos días, el Gobierno de la Ciudad de México anunció un programa para monitorear tanto el abasto como las fugas de agua. Resolver el problema del abasto no es un tema menor, es cumplir con un derecho humano y ante las sequías de los últimos años, es uno de los ejes prioritarios de atención. Sin embargo, parece dejar fuera un tema central que ha sido recurrente en los últimos meses en diferentes colonias de la ciudad: la calidad del agua.

El programa se llama C5 del Agua con la intención de imitar el funcionamiento del centro de control que tiene que ver con la seguridad. Una buena propuesta si reconocemos que la importancia del abasto y calidad del agua es equiparable con el combate a la delincuencia en la Ciudad de México.

Según la presentación de las autoridades, la idea es tener una línea que dé una respuesta rápida y oportuna a las fugas de agua. El sistema tendrá más de mil 900 cámaras, para monitorear poco más de 14 mil kilómetros de la red hidráulica de la Ciudad de México.

El sistema de monitoreo revisa los niveles de las fuentes de abastecimiento, niveles de compuertas, los pozos y las plantas de bombeo. Suena a un paso importante para remediar algunas de las faltas añejas en el sistema de drenaje. Resuelve el camino y la urgencia de llevar el agua a las casas y evitar que se pierda en fugas.

Sin embargo, en lo que tiene que ver con la calidad del agua, la población tiene que adivinar a base de costumbre, buen olfato y algunos trucos caseros —como darle a beber primero al perro con buen olfato antes que a la abuela— así como incluir en el gasto cotidiano agua de garrafón para beber porque el agua que antes se filtraba ya no es de tanta confianza.

Los casos de agua con mala calidad se han registrado en más de un punto de la ciudad. El caso de la alcaldía Benito Juárez y la Gustavo A. Madero dejaron en evidencia que tienen que considerarse nuevos parámetros para calificar el agua como potable.

Me explico: las pruebas cotidianas para medir la calidad del agua arrojaron que era apta para consumo humano porque no se contempló medir cierto nivel de hidrocarburos. Esto porque hace años, uno no imaginaría una razón lógica para que el agua tuviera gasolina o algún derivado del petróleo.

Pero la realidad es que hoy, hay una diversidad de factores que ahora hacen posible que el agua se contamine por eso. Pero no hay una norma en este momento que obligue a medir esos niveles. Así que a veces tomamos agua que huele más parecido a un coche.

Los académicos también resaltan que se tendría que hacer una medición de la cantidad de microplásticos y algunos otros componentes como algunos minerales que salen de la sobreexplotación en los pozos.

Y aquí la duda genuina, ¿dónde preguntamos si el agua se puede beber y bajo qué parámetros? Las autoridades hasta ahora, no han sido claras en la respuesta.

 

      @Micmoya

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *