El Papa Francisco espera que Notre Dame simbolice “la renovación de la Iglesia en Francia”

El Papa Francisco expresó su deseo este sábado, en un mensaje leído durante la reapertura de Notre Dame de París, que esta nueva etapa “pueda constituir un signo profético de la renovación de la Iglesia en Francia”.

El sumo pontífice expresó también su esperanza de que la catedral vieja de más de 860 años siga acogiendo “generosa y gratuitamente” a los visitantes, ante los planos evocados en círculos gubernamentales culturales franceses de cobrar una entrada.

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“Notre Dame pronto volverá a ser visitada y admirada por una multitud inmensa de personas de todas las condiciones, procedencias, religiones, lenguas y culturas, muchas de ellas en busca de un sentido absoluto y propósito para sus vidas”, declaró el pontífice en su texto.

“Estoy seguro, Excelencia, de que las puertas estarán ampliamente abiertas” para acogerlas “como hermanos y hermanas”, añadió.

La ministra francesa de Cultura, Rachida Dati, propuso cobrar una entrada y suscitó un encendido debate y una fuerte oposición en el seno del episcopado.

Aunque su rol religioso no se ve afectado, Notre Dame, la catedral gótica más conocida en el mundo y el monumento más visitado en Francia, es propiedad del Estado.

El papa Francisco declinó la invitación a esta ceremonia de reapertura, que reunió a numerosos líderes y personalidades.

Su ausencia fue particularmente notoria dado que asistirá el próximo fin de semana a un coloquio sobre religiosidad popular en Córcega.

Recordando el “terrible incendio” que hace cinco años “comprometió gravemente el edificio”, el papa destacó cómo “nuestros corazones se estremecieron ante el riesgo de perder una obra maestra de fe y arquitectura cristiana, testigo secular de vuestra historia nacional”.

“Hoy, la tristeza y el duelo dan paso a la alegría, la fiesta y la alabanza”, añadió, rindiendo homenaje al “trabajo notable de los numerosos oficios implicados” y al valor de los bomberos.

El pontífice también destacó “el compromiso decidido de las autoridades públicas, así como el gran impulso de generosidad internacional que contribuyó a la restauración”.

Este impulso, según él, “es un signo no solo de apego al arte ya la historia”, sino “más aún, un signo de que el valor simbólico y sagrado de un edificio como este sigue siendo ampliamente reconocido, desde el más pequeño hasta el más grande”.

“Que el renacimiento de esta admirable iglesia sea un signo profético de la renovación de la Iglesia en Francia”, concluyó el papa, en un momento en el que el catolicismo francés enfrenta un prolongado declive, exacerbado por la crisis de los abusos sexuales.

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