La licenciada Marilyn Cote y el linchamiento mediático
“Entre bomberos no nos pisamos las mangueras.”
Principio universal de lealtad entre profesionistas
Parecería imposible justificar a la licenciada Marilyn Cote después del linchamiento mediático al que está expuesta por la supuesta usurpación de identidad que realizó como psiquiatra al ser abogada, pero no para una buena pluma ni para un colega que juró lealtad a sus colegas al recibirse como médico.
Recuerdo cuando lamentablemente falleció el autor y cantante británico David Bowie el 10 de Enero del 2016 que un personaje relativamente importante comentó en la red social entonces llamada Twitter que no era buen cantante, le llovieron cientos y hasta miles de comentarios por ese error que tuvo, y la mayoría de ellos muy ofensivos, altaneros, groseros, hirientes y con mala espina, con la violación a la libertad de expresión progresivamente grave que existe en internet, incluyendo a la que ahora forma parte del linchamiento hacia la licenciada Cote.
Primero hay que analizar que el esposo de la licenciada Cote es psiquiatra, y si ella trabaja cubriéndolo de alguna manera podría estar justificado su actuar al darles seguimiento a los pacientes de su esposo.
En segundo lugar, una gran cantidad de los medicamentos que antes eran controlados, es decir, que solo se podían comprar con receta médica, incluyendo haloperidol, paroxetina, fluoxetina, olanzapina, clozapina, etcétera, ahora se pueden comprar sin ella directamente en las farmacias y/o supermercados, de patente y genéricos, y como todos lo sabemos, en México se pueden comprar dichos medicamentos con la simple recomendación de los vendedores de las farmacias y de dichos establecimiento, sin ser médicos, o literalmente de cualquier vecino como decimos también acá en México, y como supuestamente lo hizo la licenciada Cote de alguna manera.
En tercer lugar, los médicos recibimos nuestra cédula profesional que nos acredita como tales para ejercer tan digna profesión y emitir recetas médicas hasta que terminamos el servicio social que generalmente es el sexto año de la carrera, pero muchos de ellos tienen que empezar a emitir dichas recetas desde antes, desde el internado de pregrado que es el quinto año de la carrera o durante el servicio social siendo considerados pasantes, y lo hacen con la venia de los médicos recibidos con los que trabajan, aunando sus nombres y sus cédulas profesionales en las recetas, o firmándolas PA (por ausencia) o PP (por poder), tal como presumiblemente lo hizo la licenciada Marilyn Cote con la venia de su esposo psiquiatra.
En cuarto lugar, llamarle “doctor” a una persona formalmente se puede hacer solo a los individuos que hayan cursado y aprobado tanto una maestría como un doctorado, como seguramente en su momento lo hizo el Doctor Ernesto Zedillo Ponce de León cuando nos presidió, de hecho, los doctores que ejercemos la medicina somos formalmente médicos, o galenos, pero sintácticamente “doctor” significa el que enseña, cualquier profesor podría nombrarse doctor.
Finalmente, el presente ensayo únicamente es una reflexión contextual y existencial, no una justificación.