Los encierros, ilustran

IRREVERENTE

Les platico:

Lo dije en uno de mis recientes artículos, Luis es un Guerrero del teatro.

También los alacranes tienen cielo

Su historia la compartí con ustedes cuando reseñé su participación en la puesta en escena de la obra “Eurídice”, de Sara Ruhl, que montó para el ITESM.

Hoy me toca platicarles su dramaturgia sobre una de las historias más dramáticas del mundo moderno: la de Ana Frank.

A Luis le gusta correr riesgos y éstos siempre existen cuando una obra de teatro o un proyecto cinematográfico se montan sobre historias que todo mundo conoce o por lo menos, algo le sabe.

Con el solo nombre de Ana Frank es suficiente para llamar la atención, pero me ha tocado ver puestas en escena inspiradas en sus últimos años de vida, que han resultado un fiasco.

No es el caso de la obra que hoy les recomiendo y que será presentada en CASA MUSA a las 8:30 de la noche.

Me consta, las entradas para el resto de las funciones, que serán todos los miércoles hasta el 4 de diciembre, están vendidas casi en su totalidad. Hay lugares, pero tú que me lees tendrías que apurarte si quieres verla.

Me gustó la producción de Karen de la Puente, quien tiene una aparición casi tipo cameo en esta puesta en escena (encarna a Bep Voskuijl, una de las protectoras de la familia).

Bueno, esto sucedió en la función del pasado día 13, o sea que no me tocó ver ese día a la titular de dicho rol, Pamela Marisa.

Confieso que soy fanático de Mónica Muruato (Edith Frank) y Jorge Rodríguez Tueme (Hermann van Pels).

Sus actuaciones son de primer mundo y en esta producción, lucen a ese nivel.

Su experiencia actoral le confiere a “Ana…” una profundidad que hasta los diletantes detectan.

Señorones del teatro, ambos se cuecen aparte y -haciendo un mórbido chistorete- no precisamente en uno de los hornos hitlerianos del Holocausto.

Comentario al margen:

Y hablando de hornos, el día 13 vi entre el público a José Wapinski, a quien suelen rendirle loas en los ámbitos sampetrinos en que se mueven él y su hermano.

No comparto ese sentimiento de inmerecida admiración que les prodigan en el Ejido de SPGG.

Tengo razones de sobra para no hacerlo, referentes a ciertos incidentes documentados sobre la “calidad” de las piezas que venden en Emwa. Fin del comercial, jeje.

Vuelta a Ana:

Tenía razón, ella nunca fue como su hermana, la ejemplar Margot, que se pasaba de bien portada, pero a pesar de eso, Ana era la niña de los ojos para su papá, Otto.

Aún en el encierro, el pedigrí judío a todo lo que daba.

Auguste van Pels, la esposa de Hermann, quejándose del menú en el encierro al que estuvieron confinados, por invitación de la familia Frank, del 6 de julio de 1942 al 4 de agosto de 1944, cuando la II Guerra Mundial estaba terminando.

Ana, la inquieta que se asomaba peligrosamente para ver a los novios que salían a la calle Merwedenplein de la Amsterdam ocupada por los nazis.

En un mundo de traiciones, ella, su familia y quienes vivieron por dos años con los Frank en el anexo de la casa de atrás en Prinsengracht 263, fueron traicionados y entregados a los nazis, poco antes de que Hitler se suicidara en su bunker de Berlín.

Lo demás, lo demás es por millones conocido.

Cajón de Sastre:

Si quieren ver buen teatro, buena dramaturgia, busquen las obras de Luis Guerrero y si de pronto se pierden en esta maraña de vialidades perdidas que es Monterrey, busquen CASA MUSA y encaminen hacia ahí sus pasos. Yo sé lo que les digo.Mañana, cambio completo de programa, sin faltar el Incomparable Iván y toda su Compañía.

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