Y háganle como quieran
Puedes asegurar que si los ministros de la Suprema Corte presentan su renuncia, como acaban de anunciar, se irán a casa con pensión y toda la cosa, y luego decir que no les vas a aceptar la renuncia justamente porque quieren una pensión que sale re cara.
Pensión, cabe recordar, que sí tienen una exministra y un exministro que, cabe recordar también, presentó su renuncia con la anuencia del Senado. Por supuesto, para todo fin práctico, ambos son integrantes de tu movimiento, con cargos públicos, dobleteo de quincena y toda la cosa.
Puedes tener el Estado literalmente en llamas, mentir sobre un viaje a Estados Unidos el día que asesinaron a tu rival en un lugar distinto a esa gasolinera que promoviste como el lugar del crimen, con video y todo, y luego venir a que te ovacionen los legisladores de tu partido, con harta selfie y harta risa cómplice, para finalmente avisar, tan campante, que vas a seguir en el puesto y que la revocación de mandato no te hace ni cosquillas.
Puedes tener cuanta investigación por dineros desaparecidos durante tu Gobierno (2 mil 500 milloncitos), más acusaciones de nepotismo, sin mencionar las presuntas violaciones sexuales y las fotos con delincuentes de los organizados, y acabar en la comisión de Presupuesto de los Diputados, como secretario, para decidir a dónde y en qué cantidades se van los recursos públicos.
Puedes lanzar una reforma constitucional que dice que en adelante todas las reformas constitucionales son inapelables, hagan de cuenta que estuvieran en el Corán, o sea, que fueran la palabra de Dios.
Puedes dejar a Pemex en la bancarrota, con una deuda que le pega a los 100 mil millones de dólares, y decirnos que estás feliz porque te vas a dedicar a la construcción de casas con dinero público.
Puedes haber sido omisa en al menos 12 casos de abuso de la fuerza por el Ejército, todo eso entre rib eyes y quesos de buena calidad a costa del erario, y aspirar a un nuevo periodo en la CNDH.
Así de padre y de relajado, sí, es chambear en el segundo piso de la Cuarta Transformación, que te permite, además de ganarte tu salario (o salario más pensión) sin rendir cuentas, disfrutar de una prestación laboral que pocos tienen entre sus privilegios: gritarle todos los días a la oposición, los medios y la población en general que tú y los tuyos son dueños del país, que no se van a ir nunca y que pueden hacer con nosotros, los mexicanos, lo que les plazca.
Vaya, que el segundo piso es un gigantesco, continuo, ruidoso: “Y háganle como quieran”.
@juliopatan09