Percepción de inseguridad, un debate entre la realidad y el amarillismo

Sonora Power

Entre las mejores noticias poco mencionadas está el resultando de la Encuesta Nacional de Seguridad Urbana publicada apenas el lunes por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) que dio cuenta del descenso más importante en la percepción de inseguridad del ciudadano, desde que existe tal medición.

De acuerdo con esta publicación en todo el país la sensación de que las personas están en peligro de ser agredidos en su persona o afectados en su patrimonio bajó a un nivel de 58.6%, siendo el dato histórico desde que se comenzó a levantar este estudio en 2013, que el nivel en que se inició fue del 68%.

A nivel estadístico este estudio dice muchas cosas, que seguramente en los medios de comunicación tradicionales usted nunca leerá, como lo es el hecho de que el mayor pico en la percepción de inseguridad se dio al final del gobierno de Enrique peña Nieto con 77 puntos (dato a junio del 2018) y que de ese momento y de manera paulatina, a lo largo del gobierno de Andrés Manuel López Obrador se fue disminuyendo, hasta el levantamiento de septiembre de 2024 con el resultado ya mencionado.

Está claro que la criminalidad existe, que los muertos son reales y que hay lugares en México donde se viven auténticas disputas por territorio, Guanajuato, Sinaloa, Chiapas e incluso porciones de Sonora o Baja California, muestran esa realidad.

Naturalmente que ha debido pasar la aplicación de una estrategia y ante todo se ha debido vencer la narrativa del sensacionalismo instalada en los medios de comunicación, que maximizan los datos de delitos de alto impacto al nivel de escándalo, mientras que los resultados se minimizan, para darle al espectador la sensación de que en todo momento se está inseguro que las autoridades de gobierno, sean del nivel que sean, no hacen absolutamente nada para garantizar la seguridad y por lo tanto la tranquilidad del ciudadano.

La estrategia y visión de ir a las causas y promover la pacificación, es reflejo de este resultado, y aunque no se ha llegado al objetivo (lamentablemente jamás se logrará una estadística cero en esta materia), está claro que cuando se disminuye en 20 puntos la percepción de inseguridad del ciudadano, han un avance importante.

Por supuesto que los resultados absolutos son difíciles de leer en un país tan vasto y con tan extensa población como es México y resultan poco creíbles de una comunidad a la otra, pues pude en una diferencia de unos cuantos kilómetros cambiar una realidad en una ciudad o incluso de un barrio al otro o entre comunidades rurales y ser totalmente el anverso de la moneda en el lugar aledaño.

De hecho llama la atención en este estudio del INEGI que Tapachula en Chiapas sea hoy el lugar donde los ciudadanos dicen sentirse más inseguros con el 91.9% de las menciones y que otras ciudades que antes tuvieron ese dudoso honor, ya se hayan desplazado, como es el caso de Fresnillo, en Zacatecas que ahora es la tercera o bien el caso de Ciudad Obregón en Sonora, que tuvo un descenso dramático en la sensación de inseguridad, de niveles de 92% a a un 65% que ahora arroja el estudio.

Es importante decir que la percepción, nada tiene que ver con las estadísticas criminales, es decir, no tienen relación directa con robos, secuestros, homicidios, extorsión o violencia, es simplemente la sensación que tiene una persona, cuando le pregunta qué es lo que sucede en su comunidad y sí realmente se siente a salvo de una agresión en su persona, o respecto ala seguridad de los bienes de su propiedad.

Hay 93 zonas urbanas de estudio y es de llamar la atención que en solamente 4 hay un alza en la sensación de inseguridad, 8 con bajas importantes y 79 casos en los que la situación se mantuvo estable.

Y claro que es difícil de entender el estudio y para muchos casos difícil de creer, en un país como México en el que la mayor parte de los medios están en negación respecto a los resultados que pueda tener el gobierno en cualquier tópico, el tema de la seguridad pública está convertido en el principal eje de cuestionamiento y crítica, por lo que muy escasamente se le concederá algo, al municipio, al estado o a la federación.

El escepticismo tiene que ver con un fenómeno al que he denominado “oposición mediática” y que poco o nada tiene que ver con lo que están viendo los ciudadanos.

El detalle es que en esa medida ha caído la confianza en los medios de comunicación tradicionales, que comunican una realidad distorsionada, y por lo tanto la gente no les cree nada o muy poco de lo que comunican.

El pesimismo, el amarillismo, el franco pasquín y el sensacionalismo es algo que ciertas audiencias consumen, sin embargo se ha comprobado que su efecto es tan marginal, que mientras los medios reflejan una realidad, la sociedad observa y cree en otra totalmente distinta y si usted no me cree, basta con observar lo que publica la mayor parte de los medios de comunicación, cruzado contra los resultados electorales del 2 de junio, o los índices de popularidad con que cerró el mandato de López Obrador, o los niveles de aceptación de la presidenta Claudia Sheinbaum.

El caso de Sonora permite ilustrar estos hechos, Cajeme (Ciudad Obregón) fue uno de los municipios más violentos e inseguros a nivel estadístico, y esto refiere a homicidios por cada 100 mil habitantes, los medios publican un día sí y el otro también una realidad, y la sociedad percibe una totalmente distinta.

Tan así que en ese municipio del sur de Sonora, entre septiembre del 2023 y septiembre del 2024, la percepción de inseguridad se redujo en un 27%, pasando del 92.3% de percepción de inseguridad el año pasado, a un 65.4% en este año.

La gente de Cajeme me lo ha dicho con vehemencia, señalando que la realidad de los homicidios, es que los delincuentes se andan matando entre ellos, mientras que es muy raro encontrar una situación en la que inocentes sean las víctimas.

Es evidente que en ese caso hay un empeño y una estrategia para reducir los índices criminales, sin embargo una cosa es lo que publican ahí los medios y otra cosa lo que vive la comunidad; mientras los medios hablan de un escenario de guerra y baño de sangre, los ciudadanos de Cajeme se sienten más seguros.

Este fenómeno se repite hasta el cansancio por todo el país y eso revela, que en efecto los medios de comunicación son parte del problema, ojalá comenzarán también a ser parte de la solución.

Correspondencia: demiandu1@me.com | X: @Demiandu

#SonoraPower

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