Amor al país sin parafernalia chafa

José Luis Trueba Lara (Ciudad de México, 1960) es maestro, investigador y lector de tiempo completo que también recomienda novedades literarias y, dicen las malas lenguas, compra libros aunque no tenga tiempo de leerlos. Al parecer sufre de ese mal lector que bien han definido los japoneses: el llamado tsundoku.

Además, por si fuera poco, escribe. Desde 1989 ha publicado al menos una veintena de libros, en su vasta mayoría muy buenos. El último de ellos, publicado en julio pasado, Mitos Mexicanos. Ocho Historias que no te Contaron en la Escuela y nos Inventaron como Nación, es el principal pretexto de esta entrevista con 24 HORAS, pero es verdad que también saltan versos de José Emilio Pacheco, chinas poblanas, charros y esa cosa llamada mexicanidad.

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“Es absolutamente un invento”, explica José Luis sobre la mexicanidad. “No existe un gen mexicano. Las fronteras son hechos históricos, sociales o económicos… son muchas cosas, pero no son naturales. Cuando nace un país, alguien tiene que convencer a los habitantes de que forman parte de él, y una manera de hacerlo”, asevera, “son los mitos, son las historias maravillosas”.

Hay símbolos que nos representan como mexicanos, aunque no nos gusten. “Es decir, si a ti no te gustan los mariachis y no te gusta imitar a Juan Gabriel”, apunta el escritor, “eres, como yo, un mal mexicano”. Sin embargo, son esos elementos del imaginario colectivo los que permiten que, pese a las diferencias entre habitantes de distintos estados, puedan verse como parte de lo mismo. “Esa es la mexicanidad”, asevera.

LA HISTORIA DEVENIDA RELIGIÓN

“Cuando la historia deja de ser historia y se convierte en una religión o en un acto de fe, se convierte en mito”, advierte el autor de Genocidio. “Cuando nosotros pensamos en Benito Juárez, pensamos en un señor que era un pastorcito que cuidaba ovejas y llega a presidente de la República… ¡es el hombre hecho a sí mismo! Es una historia meteórica, impoluta”, tanto como la de los Niños Héroes o lo que sabemos de El Pípila, acaso situaciones inverosímiles, pero que “nos permiten crear una religión cívica, y todos nosotros hemos participado en sus misas”.

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Además de las ceremonias cívicas, José Luis confiesa que “se necesitan una serie de figuras populares con las que te puedas identificar”. Entonces su memoria le remite a la genealogía del chilanguísmo; es decir, qué debería incluir el retrato perfecto del chilango: ser lépero, chupamirto, Cantinflas, Pedro Infante. Es decir, para ser, hay que “comportarse de cierta manera”, finalizó el escritor Trueba Lara.

SABÍAS QUE

En el libro, publicado por Taurus, se hacen presentes los mitos de la china poblana, el mexicano, el charro, la vecindad, los 41, la Adelita, el político transa y hasta la Patria.
Sin embargo, el autor recuerda con mucho cariño haber investigado
sobre las chinas poblanas –que de poblanas y chinas quizá tengan entre
poco y nada– acaso por la historia tan peculiar, pero sobre todo por culpa de Guillermo Prieto.

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