¿Y yo para qué quiero la transparencia?

El Inai es uno de los órganos autónomos quizá más visibles que tendrán repercusiones si la propuesta de desaparecerlos hecha por el expresidente Andrés Manuel López Obrador se aprueba.

Los comisionados decidieron que habría que dar una batalla por la defensa del Instituto y la función que tiene, así que se propusieron participar activamente en la explicación, negociación y reingeniería, si es necesario, del organismo frente al gobierno de Claudia Sheinbaum.

Los comisionados tuvieron una reunión con la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, y dijeron que percibieron buen ánimo y que se podría mantener la seguridad laboral de quienes trabajan en el Instituto, más allá de lo que pase con el pleno.

Adrián Alcalá, presidente del Inai dijo que se tiene un plan en el que se plantea la reducción del pleno, un recorte de una buena parte de los gastos y una reestructura de lo que serían las obligaciones de transparencia y la transparencia activa de gobierno.

Pero mi preocupación es que está a discusión la posibilidad de eliminar el Instituto por considerar que una secretaría puede asumir las funciones. El papel de juez y parte nunca ha traído buenos resultados para la ciudadanía.

La transparencia es incómoda en general y todavía más incómoda en lo gubernamental. Pero es una de las grandes virtudes que tiene hasta ahora el gobierno federal y local, pero se tiene porque es una obligación que no se había negociado.

La posibilidad de tener Acceso a Información Pública permitió en el gobierno de Vicente Fox dar a conocer el llamado toalla-gate, en el de Calderón se pudo dar seguimiento de los desvíos en la Estela de Luz, en el gobierno de Enrique Peña los casos de desvío de recursos en Veracruz y la Estafa Maestra, solo por mencionar algunos.

En el caso de los estados y los escándalos de corrupción la lista podría hacerse de varios metros de largo y si bien hay muchas deficiencias, el que haya una institución que vigile el cumplimiento de la entrega de la información, abona en mucho a la rendición de cuentas y no creo que haya un sustituto eficiente que provenga del mismo gobierno.

Porque ¿quién en su sano juicio quiere que le revisen la metodología todo el tiempo? o la toma de decisiones o la falta de resultados.

Desde hace mucho tiempo, se ha planteado si las personas seguimos las reglas porque somos buena gente, creemos en la moral y las buenas costumbres o solamente porque tenemos miedo al castigo o al señalamiento público.

Yo soy una pesimista que va más por la segunda opción y quizá por eso creo que hay que conservar al Inai aunque él mismo debería ponerse en una caja más transparente de la que habita actualmente.

Esto porque los grandes pendientes en materia de transparencia están en los sindicatos, las universidades y los partidos políticos.

Y aquí la duda genuina, ¿el gobierno será capaz de autorregularse en materia de transparencia? y si lo logra ¿qué hará con la transparencia del partido al que pertenece?

 

     @Micmoya

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