México y su política exterior. La necesidad de replantearse ante la nueva condición mundial

El papel de México en la escena internacional históricamente ha respondido a una interlocución eficaz con todas las potencias y, en diversas ocasiones, con los países no alineados. México ha sido un referente constante en cuanto a sumarse a aquellas posiciones que privilegian el equilibrio o los razonamientos que proponen la paz y la estabilidad en la línea general de la autodeterminación de los pueblos, esta posición ha permitido a nuestro país y su diplomacia ser protagonistas destacados en los más importantes acuerdos como el de no proliferación de armas nucleares, o en la interlocución de la China de Mao para incorporarse al sistema de Naciones Unidas.

La nueva etapa que el mundo atraviesa pasa por muy particulares condiciones en el ámbito internacional, similares en todo a la década de los treinta, en Asia podemos ver a la potencia China confrontada con Japón, con tensiones hacia la India y, particularmente, oponiéndose a cualquier intento separatista de Taiwán.

En el teatro europeo, estamos frente a una guerra (aunque aún no declarada formalmente) entre los países de la OTAN y la Rusia de Putin; sin embargo, este conflicto tiene características altamente incongruentes pues, una Rusia mucho más proclive a occidente proveía gas y petróleo barato a los países de la Unión Europea, sólo determinados intereses norteamericanos pudieron impulsar un conflicto artificial por una ex república soviética como Ucrania.

Es de destacarse que, en el momento geopolítico anterior, esto es, hasta el fin de la presidencia de Trump, los gigantes China y Rusia no estaban alineados y difícilmente hubieran podido percibirse como el eje político y económico que ahora representan. El tercer escenario que hay que analizar es el de Oriente Próximo, donde la confrontación Irán-Israel crece en un escalamiento de alto riesgo que parece buscar que se forme una coalición de países islámicos contra occidente. El dato importante es que el canciller iraní viajó a Arabia Saudita en una segunda ronda de aproximaciones con el poderoso reino sunita, alcanzando un entendimiento respecto a las crisis de Gaza y Líbano. Si a esto sumamos los intereses rusos en la zona, nos encontramos nuevamente frente a un conflicto que coloca innecesariamente a las potencias nucleares una frente a otra, el cuarto escenario y el más determinante para México, tiene que ver con la crisis migratoria y el tráfico constante y creciente de fentanilo, así como la descomposición perceptible al interior del Cártel de Sinaloa y, lo más grave aún, la reiterada solicitud de legisladores norteamericanos de todos los bandos para tomar medidas contundentes (entiéndase militares) que controlen una situación desbordada en México que afecta en forma clara a la sociedad norteamericana.

El quinto y último escenario es el de la relación de México con los países iberoamericanos, empezando por supuesto, con la propia España en el marco de una “inocua” tensión, pero, a la que hay que agregarle la presión migratoria de Sudamérica y Centroamérica en donde la crisis venezolana trae por consecuencia que una parte de su crimen organizado crezca en presencia y poder en nuestro territorio.

Cuando México era económicamente autárquico, preponderantemente rural y tangencialmente migrante, los márgenes de nuestros gobiernos eran muy amplios para jugar a la distancia con nuestro poderoso vecino del norte; no en pocas ocasiones, usando esta aparente distancia, para generar interlocuciones con sus oponentes internacionales y convertirse en un interlocutor útil para las partes en conflicto.

La enorme diferencia con el México de hoy, es que somos un país adherido a la realidad norteamericana, altamente migrante, absolutamente dependiente en lo económico, y sin la menor capacidad de autosuficiencia en ningún sector, sin embargo, esta apabullante realidad parece no afectar la lógica diplomática que subyace en el régimen pues, nuestro comportamiento responde a las líneas ideológicas de la doctrina Estrada o de las posiciones chauvinistas del echeverriato.

El mexicano de la clase política morenista adolece por completo de formación geopolítica, es clásicamente chilangocéntrico y típicamente antiyanqui, lo que parece favorecer un extraño comportamiento que, además de inentendible, se vuelve cada día más insostenible. Cierto es que nuestro carácter de primer socio comercial con Estados Unidos nos permite sostener determinadas posiciones para fortalecer nuestro interés económico y estabilidad política, pero de ahí a no sensibilizarnos sobre lo inminente de una crisis político-militar en cualquiera de los frentes narrados, hay un abismo. México será arrastrado por Estados Unidos a cualquier escenario en que este decida intervenir. Un dato de muestra que parece olvidarse, es que hay más de 100 mil mexicanos en las fuerzas armadas norteamericanas, otro es que, si los grupos del islamismo radical instrumentan un ataque a los Estados Unidos en su territorio, muy probablemente cruzarán por nuestras fronteras, la pregunta es: ¿cómo, ante estas dos realidades (por ejemplo), podemos seguir dando “alas” a Palestina o manteniendo interlocución con Rusia?; otro ejemplo, aún más lamentable, es que una parte de la clase política morenista cree que China puede ser una suerte de aliado económico para nuestro país, cuando la balanza comercial es deficitaria para México en 80 mil millones de dólares; esto es, perdemos con China más de lo que ganamos con Estados Unidos, lo único sano que México puede hacer con China es romper relaciones comerciales pues, no se puede calificar sino como saqueo absoluto esta disparidad. ¿De dónde entonces, semejante abuso puede llamar a crear condiciones conjuntas?

Como nota curiosa, destaco aquí que la isla hermosa, hoy Taiwán, fue parte integrante del territorio gobernado por la Nueva España desde nuestra capitanía general en Filipinas, por lo que, dada la moda de pedir disculpas, bien haríamos en otorgar a filipinos y taiwaneses la doble nacionalidad y el pasaporte mexicano pues, fue Holanda quien ilegalmente nos arrebató el territorio taiwanés y el imperio mexicano el que decidió abandonar nuestra posición en Filipinas.

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