Palacio de Bellas Artes: 90 años y una obra dedicada al héroe que concluye el viaje

I. Del Gran Teatro Nacional al de Bellas Artes

Sólo a una imbecilidad obedecería a estas alturas ordenar la demolición del Palacio de Bellas Artes, o al capricho impune de un sujeto vil y autoritario; o a la combinación de ambas. Eso es lo que sucedió cuando el dictador Porfirio Díaz ordenó demoler el Gran Teatro Nacional (GTN) para construir un nuevo teatro nacional. Según se aprecia en los dibujos, el antiguo teatro era de señalada belleza y, de acuerdo a los distintos momentos históricos, fue nombrado de diversas maneras: Gran Teatro de Santa Anna, Gran Teatro Vergara, Gran Teatro Imperial y Gran Teatro Nacional. Con vistas a la celebración del centenario de la Independencia, Díaz pensó originalmente (o fue aconsejado) ampliar y renovar el teatro apenas inaugurado en 1844. El gobierno lo compró con ese propósito en 1897, pero Díaz cambió de idea y lo derruyó.

La excavación para cimentar la estructura del actual teatro inició el 2 de agosto de 1904 y el dictador colocó la primera piedra el 2 de abril de 1905. No estuvo a tiempo conforme lo planeado y el estallido de la revolución impidió la continuidad sostenida de su construcción. El proyecto tomó nombre de Palacio de Bellas Artes en 1931. Aunque hubo algunos eventos previos, la inauguración oficial fue el 29 de septiembre de 1934. A partir de 2009, el Teatro del Palacio de Bellas Artes sufrió (literalmente) una intervención que costó al menos 700 millones de pesos y que lo despojó de butaquería, acústica, estilo original, belleza y aun de piezas que fueron sustraídas (robadas, pues). Una aberración absoluta que se explica por su imbecilidad o corrupción; o su combinación.

Al concepto original dirigido por Adamo Boari, le siguieron en la responsabilidad Alberto J. Pani y finalmente Federico Mariscal. De toda la etapa previa a la inauguración, considero que el evento más importante fue la visita en 1919 de Enrico Caruso, quien estaba de gira en México y probó voz en la obra inacabada aún; una suerte de inauguración simbólica.

El Palacio y el Teatro

Además de poseer belleza superior a la del TPBA, el GTN tenía una capacidad mayor: 2395 butacas contra las aproximadamente 1800 del nuevo recinto que con la corrupción panista se redujo a 1590. Un problema inmediato de Bellas Artes: ya desde 1907 había empezado su hundimiento y en 1921 había descendido 1.80 metros del nivel de la calle, fenómeno que se ha ido acentuando con el tiempo, como se puede observar hoy día.

Aparte del teatro, la edificación está conformada por las salas Ponce y Adamo Boari y los museos de Bellas Artes y de Arquitectura. Las paredes son receptoras de extraordinarios murales, obras artísticas a las que hay que añadir el bello telón anti-fuego concebido por el Dr. Atl que representa al Popocatépetl y el Iztaccíhuatl. Una pérgola para exposiciones que daba hacia la Alameda fue destruida en 1973. El Palacio y el Teatro han ofrecido en el tiempo: conciertos, teatro, ópera, ballet clásico y folclórico, lecturas de poesía, cine, cantantes populares (una polémica generada por los caprichos de los políticos), entrega de premios, se ha rentado para eventos incluso nada propios para el lugar, aun recientemente.

Se inauguró, entonces, con la obra de teatro La verdad sospechosa, de Juan Ruiz de Alarcón, el sábado 29 de septiembre de 1934. El domingo por la mañana le siguió “un recital del enorme violinista Jascha Heifetz” (relata Díaz Du-Pond en su “Testimonio operístico”, una crónica detallada), por la noche de ese día el Cuarteto de Londres, el martes que siguió, el debut de los ballets de Monte Carlo: Sílfides, Petruchka, El bello Danubio. Y así inició una trayectoria que ha experimentado memorables eventos, sobre todo operísticos y algunos conciertos trascendentes de agrupaciones internacionales. Se ha dado el estreno de óperas mexicanas, desde Tabaré, de Heliodoro Oseguera, basada en el poema homónimo de Juan Zorrilla de San Martín, estrenada el 31 de agosto de 1935, hasta la reciente El vencedor vencido, de Federico Ibarra en abril de 2024, pasando naturalmente por la primera ópera contemporánea mexicana, La mulata de Córdoba, de José Pablo Moncayo, con libreto de Xavier Villaurrutia y Agustín Lazo, estrenada el 23 de octubre de 1948.

[Breve presentación y análisis de La verdad sospechosa|:

En el TPB se desarrolló la toma presidencial de Miguel Alemán, Adolfo Ruiz Cortines, Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz. Sobre todo, ha habido muertos que se han velado en el vestíbulo, un total de 65, celebridades la mayoría. Aquí algunos:

José Clemente Orozco; 1949 (el primero)

Virginia Fábregas; 1950

Frida Kahlo; 1954

Diego Rivera; 1957

María Tereza Montoya; 1970

Agustín Lara; 1970

David Alfaro Siqueiros; 1974

Rosario Castellanos; 1974

Jorge González Camarena; 1980

Juan Rulfo; 1986

Rufino Tamayo; 1991

Mario Moreno Cantinflas; 1993

Lola Beltrán; 1996

Gabriel Figueroa; 1997

Octavio Paz; 1998

Amalia Hernández; 2000

María Félix; 2002

Consuelo Velázquez; 2005

Raúl Anguiano; 2006

Miguel Aceves Mejía; 2006

Andrés Henestrosa; 2008

Carlos Monsiváis; 2010

Roberto Cantoral; 2010

Alí Chumacero; 2010

Leonora Carrington; 2011

Pedro Armendáriz Jr; 2011

Carlos Fuentes; 2012

Chavela Vargas; 2012

Ernesto de la Peña; 2012

Joaquín Cordero; 2013

Carmen Montejo; 2013

José Emilio Pacheco; 2014

Gabriel García Márquez; 2014

Vicente Leñero; 2014

Juan Gabriel; 2016

José Luis Cuevas; 2017

Fernando del Paso; 2018

Rafael Coronel; 2019

Miguel León Portilla; 2019

José José; 2019

Gilberto Aceves Navarro; 2019

Mario Lavista; 2021

Héctor Bonilla; 2022

Federico Silva; 2022

Ignacio López Tarso; 2023

III. El 90 aniversario

Este domingo 29 de septiembre coincide con la programación regular de la Sinfónica Nacional que presenta un concierto alusivo al aniversario (según lo anunciado, por la tarde habrá una Gala Conmemorativa donde se interpretarán México de Ángela Peralta, con orquestación de Arturo Márquez, Huapango, de José Pablo Moncayo, Sinfonía india, de Carlos Chávez y Sones de mariachi, de Blas Galindo, en colaboración con el ballet de Amalia Hernández). El siguiente es el programa de mediodía a cargo del director artístico Ludwig Carrasco que en general produce expectativa pues no es común:

1. Obertura festiva, de Carlos Vidaurri; estreno dedicado al Palacio de Bellas Artes por su 90 aniversario.

2. Suite del ballet Corrida de feria, op. 9b, de Salvador Bacarisse (1898-1963); reestreno en tiempos modernos. Edición de Ludwig Carrasco.

3. La vida de un héroe, op. 40, de Richard Strauss (1864-1949); por el 160 aniversario de natalicio de compositor.

En un concierto dedicado al aniversario del Palacio no dejó de llamar mi atención que se programe una obra de Strauss (aunque por la tarde esté presente lo mexicano). Así que indagué sobre este poema sinfónico y su significado y el porqué de su programación. Está estructurado en seis partes distinguibles aunque se interpreta de manera continua:

Der Held (El Héroe)

Des Helden Widersacher / Los adversarios del Héroe

Des Helden Gefährtin / La compañera del Héroe

Des Helden Walstatt / El campo de batalla del Héroe

Des Helden Friedenswerke / Las obras de paz del Héroe

Des Helden Weltflucht und Vollendung / La retirada del mundo y la consumación del Héroe

Se ha dicho que se trata de una obra arrogante y soberbiamente autobiográfica, una concepción musical en que Strauss se describe a sí mismo. Independientemente de ello, sin duda se encuentra una ruta “clásica” del tipo campbelliano: El viaje del héroe (Joseph Campbell sugiere que todos somos o podríamos ser héroes aunque sea de nuestra individualidad). El hombre que sale de casa, recorre una ruta llena de riesgos, peligros, acechanzas, derrotas y triunfos, desamor y amor, culminaciones, hasta que finalmente llega el regreso, el retorno; un tanto como el perverso Odiseo. El descanso del héroe que ha cumplido un sentido o una misión (depende de la interpretación) en la vida y llega la hora de descansar y al fin morir.

Al parecer, alguien en Cultura (de dudarse) o al menos en la Sinfónica Nacional programó esta pieza con dedicatoria simbólica al presidente que concluye su gobierno (AMLO) y que de manera evidente ha cumplido un viaje, un periplo brillante y ha anunciado el retorno al hogar. Sería extraño que la programación de Strauss haya sido fortuita, por el mero aniversario del compositor, aunque no pocas veces las grandes coincidencias y los accidentes suceden.

Aquí un breve fragmento del poema sinfónico de Strauss:

Héctor Palacio en X: @NietzscheAristo

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