Claudia, después (o en vez) de la fiesta ir a Acapulco por su tragedia en septihambre

Tiene razón la columna Templo Mayor, del diario conservador Reforma —periódico que a veces, por ideología, miente bastante, pero que con frecuencia, cuando el rigor periodístico se impone, expresa grandes verdades—:

1.- “Entre los desafíos inmediatos que enfrentará a partir del primer minuto del martes la administración de Claudia Sheinbaum hay uno que no estaba contemplado: un segundo rescate de Acapulco”.

2.- “Y es que la situación en el puerto guerrerense por las inundaciones provocadas por John ya hizo crisis y la población damnificada demanda soluciones rápidas”.

3.- “Para colmo, la nueva tragedia que acumula hasta ahora una docena de muertos ocurre en uno de los peores momentos que ha vivido ese polo turístico”.

4.- “Los daños que dejó Otis en 2023 no han sido reparados del todo, el embate del crimen organizado ha alejado a los viajeros y, si eso fuera poco, el nuevo desastre natural ocurre en uno de los meses de menor actividad turística conocido por los acapulqueños como septihambre”.

5.- “Ya se verá qué tan rápido se moviliza la estructura del nuevo gobierno para atender la emergencia y, sobre todo, de dónde sacan recursos, pues el Fonden es un mero recuerdo de otras épocas”.

Ayer vi la fotografía de Claudia Sheinbaum probándose la banda presidencial. Le queda mejor que a nadie que la haya usado en el pasado. Realmente estoy feliz por su éxito ya que, estoy seguro, será mucho muy benéfico para México.

Después de que Claudia reciba la simbólica banda de manos de la diputada Ifigenia Martínez está programada una especie de fiesta con la gente importante invitada, sobre todo la de otros países. Nadie se molestará si Claudia solo saluda y se va a Acapulco a atender la tragedia. Equipo aéreo sobra en el ejército para el traslado. Lo entenderán y hasta lo admirarán los presidentes Lula, de Brasil; Boric, de Chile, Petro, de Colombia, y la esposa del presidente de Estados Unidos, Jill Biden, las personas más importantes que asistirán a la toma de protesta.

No es broma cruel, sino doble tragedia, que la nueva catástrofe en Acapulco se presente en el peor mes para el turismo en México y, supongo, en prácticamente todo el mundo, septiembre. De ahí que quienes se dedican a la hotelería lo llamen, como correctamente dice Reforma, septihambre.

Nada de malo —y sí, mucho de bueno— tendría que la primera mañanera de la presidenta Sheinbaum se celebrara en Acapulco. La gente que sufre lo menos que merece es sentir cerca a la nueva líder de la nación. El 2 de octubre es histórico: más histórico será si el recuerdo de aquellos hechos terribles que cambiaron a Mexico sirve ahora para expresar solidaridad con tantas personas que lo han perdido todo.

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