Estirpe de traidores

No nos hagamos tontos. La política mexicana da para encontrar a varios cientos de Judas dispuestos a venderse y a entregarse por algo más que 30 miserables monedas. Por todos lados hay hombres y mujeres con una larguísima cola que les pisen. De eso fue lo que se valió la mayoría morenista el pasado martes durante la discusión y aprobación de la reforma al Poder Judicial. Una carpeta de investigación por aquí, una amenaza de cárcel por allá, una promesa de impunidad por acuyá y ¡voilà!, como por arte de magia nos hacemos de los números que hacen falta para conseguir la mayoría calificada.

Como dijera el célebre filósofo oriental Zhenli Ye Gon: Coopelas o cuello

En México, nuestros políticos son tan corruptos, tan mezquinos, tan miserables y tan abyectos, que no hace falta rascarle mucho para poder encontrar no sólo a uno, sino a varios. Y eso fue justo lo que hizo Morena. Primero fueron los perredistas Aracely Saucedo y José Sabino; después el naranja Daniel Barreda y, finalmente, los dos Yunes: Miguel Ángel Yunes Linares y Miguel Ángel Yunes Márquez. Padre e hijo. Para que no quede duda de que la bajeza moral también se hereda.

Con un sólo anzuelo pescaron a cinco traidores. Mejor, ¡imposible!

No importan los insultos ni las peleas del pasado. Si el incentivo ($) es el adecuado, los enemigos mortales del ayer son capaces de transformarse en los compadres más felices sobre la faz de la tierra. ¿O apoco no sólo faltó que los impresentables Miguel Ángel Yunes Linares y Félix Salgado Macedonio se agarraran a besos frente a las cámaras y micrófonos para que Juan Osorio los considerara como los protagonistas de su próxima telenovela.

Pero éste es un circo de varias pistas y si no queremos pasar por cándidos, más nos vale intentar mirar la fotografía completa de este penosísimo episodio político, porque para que haya un Judas es necesario que exista un Poncio Pilato y en esta trama ese rol le pertenece a Markito Cortés, un individuo pequeño, pequeñito, diminuto, que a lo largo de su “trayectoria política” sólo se ha dedicado a servirle a un sólo amo: su ambición personal. Fue Markito quien decidió que los Yunes, padre e hijo, fueran juntos (como propietario y suplente) en la senaduría desde la que apuñalaron por la espalda a 130 millones de mexicanos. Los motivos ocultos de esa decisión sólo los sabe el michoacano, pero en un mundo ideal no sólo los Yunes deberían ser expulsados del Partido Acción Nacional (PAN), también Markito se debería largar con ellos.

Finalmente, por el lado de los vencidos, vale la pena reconocer la actitud y la postura del líder nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Alejandro Moreno Cárdenas, quien junto a todos los senadores del tricolor se mantuvieron firmes con el compromiso de negarse a avalar la reforma obradorista al Poder Judicial. El bloque priista no escurrió aceite y decidió en esta ocasión colocarse del lado correcto de la historia, a pesar de que el presidente López Obrador envió a su empleada Guadalupe Taddei Zavala, “consejera presidenta” del Instituto Nacional Electoral (INE), a presionar al campechano.

 

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