El eterno problema de esta oposición

Eterno significa que algo no tiene principio ni fin, o que dura para siempre. En el caso de la oposición, las cuentas oscuras, pactos corruptos y fortunas construidas a partir del servicio público se convierte en aquel problema sin inicio ni fin. Como en el caso de la familia Yunes, hay grupos familiares que por décadas dominaron la política y las finanzas, para quienes los crímenes de cuello blanco eran asunto de comidas y viajes los fines de semana.

Ni siquiera existe necesidad de que la Fiscalía oficialista o la Unidad de Inteligencia Financiera fabrique o invente delitos. Con la simple evidencia periodística y la realidad, aquellos temerosos de perder privilegios, la libertad o el fruto de sus actos son capaces de todo.

El padre del senador panista, Miguel Ángel Yunes, no sólo carga con acusaciones muy serias de corrupción y lavado de dinero. También ha sido señalado como integrante consumidor y “empresario criminal” la red de pornografía infantil de Jean Succar Kuri. Ha trascendido que este senador, quien llegó compitiendo en fórmula junto con su padre haciendo gala del nepotismo que tanto critican hoy tanto opositores como oficialistas, será el voto 86 con el que en el Senado de la República se podrá aprobar la reforma judicial.

El hecho es que pocos legisladores de la oposición tienen suficiente estatura moral para sobreponerse con dignidad a sostener cualquier tipo de “resistencia”, como le ha llamado la senadora Kenia López Rabadán. No se trata únicamente de los pactos cupulares entre Marko Cortés y las familias más corruptas de la política mexicana. Se trata también de sus patrocinadores y votantes que antepusieron en odio en contra de la izquierda antes que el sentido común. Si aquellos han vendido inocencias, contratos y comunidades completas en su Estado ¿Por qué no venderían un voto?

Y si, el pragmatismo del mejor postor hoy nos deja como lección que en el ideario obradorista, hay males menores que justifican males mayores.

Algunos acusan “extorsión” pero en realidad, podríamos ser testigos del encubrimiento. Ante nuestras miradas avanza el complejo engranaje de negociaciones con las que intentan convencer de que el fin justifica los medios.

Mientras la oposición continúe integrándose por las clases políticas ansiosas por volver a los tronos de sus municipios y entidades ni tendrán consistencia para defender lo que sea en lo que verdaderamente crean ni podrán sobreponerse a la amenaza de justicia, que hoy no sería moneda de cambio si es que aquellos pactos de silencio e impunidad no hubiesen operado desde hace tiempo.

Es tan frágil y transaccional esta oposición, que no pueden confiar entre ellos ni conocerse. Son un completo enigma. No sorprendería que haya más obradoristas de clóset entre el panismo y el priismo electo. Pero también hay filas completas llenas de cobardes. Aquellos que esconden un pasado tan oscuro, que ni siquiera pueden atreverse a contestar. Después de todo, dirá Morena que sí lo hicieron, pero sin ser iguales. Nietzsche advertía que, al luchar contra la opresión o el mal, uno debe tener cuidado de no adoptar las mismas cualidades que se odian.

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