Víctor Trujillo; ¿un acosador escondido tras el maquillaje de un infame payaso?

Sí. Víctor Trujillo es y fue un vil abusador escondido en el personaje de Brozo. El famoso y nefasto payaso de peluca verde que se dedicó durante años a cosificar a las jóvenes que trabajaban en su programa. Mujeres de hermosa figura que aparecían con diminutas y coloridas prendas para mostrar, casi en su totalidad, sus bien formados cuerpos.

Víctor Trujillo, el misógino machista “interpretando” a su corriente personaje Brozo. Bajo esa figura, tenía la libertad de darle vuelo a sus ansiosas manos para tocar aquellos cuerpos que manipulaba a su antojo; haciéndolos girar frente a él mientras su mirada lasciva se deleitaba de esa tersa piel y de esas formas.

Divertido, las hacía doblar a las jóvenes su torso sobre la mesa, posiciones provocadoras y sexuales… el payaso Trujillo escribía sobre su piel, les pedía en ocasiones que se desabrocharan la parte superior del bikini brillante para seguir con el escabroso dedo el trayecto de sus vértebras, mientras prorrumpía en carcajadas sordas y con mucosidad. En la lamentable escena, ellas reían de manera forzada y boba dando brinquitos, todas siempre con la cara bajo una máscara.

Jóvenes convertidas en objetos sexuales…

Brozo, interpretando a Víctor Trujillo, contribuyó a facilitar el acoso y la normalización del abuso; en la degradación de la mujer, mientras era aplaudido por muchos hombres y repudiado por la mayoría de las mujeres, aún así no paró…

Las actrices que interpretaban los papeles, cómodas o no con su trabajo, hacía que esa escenificación tuviese implicaciones sociales, la de normalizar el abuso y el ultraje hacia la mujer. Las trataba como si fuesen un ser inferior, como un maniquí al cual se le puede manipular, haciéndolo girar para poder observar a un palmo su cuerpo, para tocarlo y para luego sentar a la joven en sus piernas y sentirla ahí sobre las suyas para engullirla con esa mirada ansiosa, sexual, la de Trujillo bajo el disfraz de Brozo.

El abuso sexual es más aceptado en países en cuyos medios proyectan el dominio masculino como algo normal, que la agresión sexual del hombre sea aceptada y hasta cómica. ¿Cuántos hombres no soñaron o quisieron imitar lo que hacía Trujillo interpretando a Brozo? ¿Cuántos no se sintieron con el derecho o las ganas de hacer lo mismo? ¿Cuántos niños habrán visto ese abuso como un acto normal?

De manera humillante las hacía inclinarse sobre el escritorio para que su parte baja estuviera bien enfocada por la cámara, para que los ojos del payaso estuviesen cerca y vieran con lascivia esa piel, esos contornos. Estas son acciones que contribuyeron y contribuyen a la normalización del abuso; presentar a las mujeres como objetos sexuales, legítima la violencia y la agresión contra ellas y más si esta perversidad se transmite como algo normal por la televisión.

En redes sociales, Víctor Trujillo ha sido catalogado como machista y misógino. Trujillo se quitó el maquillaje de Brozo y ofreció disculpas a quienes nos sentimos violentadas por las acciones de su personaje.

Despojado de ese traje de payaso, mostrando su brillante calva, intenta proyectar al hombre y disculparse una falsa bondad; las cejas y los ojos caídos, emulando dulzura e inocencia, con una voz suave y forzada sonrisa expresó: “Si alguna de ustedes se sintió ofendida por lo que hice, lo lamento muchísimo, de verdad”.

Victor Trujillo se disculpó por el machismo de Brozo. No, Trujillo es el misógino, el que abusó, un personaje conspicuo que contribuyó a la cosificación y deshumanización de las mujeres.

Trujillo tiene adheridas esas telas de payaso, esa peluca con sus rizos verdes, los guantes rotos, imposible, él y Brozo son una fusión macabra.

Esconde su misoginia, esa es su esencia bajo ese personaje que creó hace más de cuarenta años, que define como un payaso de nacimiento, misógino, borracho, drogadicto y resentido…

¿Resentido? Sí. Brozo lo ha estado desde hace seis años… ¿qué beneficios perdió?

La Unidad de Inteligencia Financiera la (UIF) está investigando los recursos públicos recibidos por empresas que financian a LatinUS, plataforma en la que trabaja Víctor Trujillo.

Tanto el presidente López Obrador como Pablo Gómez titular de la UIF, afirmaron que es falso que esta institución haya o esté investigando a periodistas como Carlos Loret y Víctor Trujillo.

Loret se fue de vacaciones, no vaya a ser la de malas. Brozo se lamenta, reclama que ha sido censurado, acosado y amordazado por el presidente.

Trujillo está resentido y se siente en el “paredón” como él un día lo manifestó.

El periodista indignado ha olvidado que durante años utilizó y abusó de mujeres; esa vana disculpa que ofreció hace escasos años de nada le habrá de servir, ya que jamás se desintegrará esa simbiosis siniestra. Trujillo-Brozo, el acosador.

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