A seis años del triunfo histórico

Tendrán que pasar muchos años para que alguien supere el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador. Tanto su influencia en la política, como su resistencia en la lucha democrática del país, son concepciones o componentes que muy pocos pueden presumir. Una de las razones del triunfo histórico del 2018, radica precisamente en la tenacidad de no bajar la guardia en los momentos de mayor presión. De hecho, todo lo que se ha ido construyendo gira en torno a la imagen del mandatario federal. Además de haberse convertido en el primer jefe de Estado de izquierda, contribuyó explícitamente para que ambas cámaras legislativas tuvieran mayoría. En aquel momento, recuerdo, muchos no lograban superar lo que claramente sucedió.

Todo eso, en principio, pasó bajo la combinación de una serie de elementos. El primero, claro está, el mérito que tuvo el presidente López Obrador de no quitar el dedo del renglón, lo que de hecho, ha mostrado desde sus inicios en los ambientes políticos, eso sí, con una clara finalidad: construir las condiciones para un proyecto de nación democrático, plural y humanista. Por lo tanto, por fin se hizo justicia el primero de julio del 2018. Recuerdo que, al filo de las ocho de la noche, comenzaron a circular los resultados preliminares. Aquellos datos, como se ha dicho, abrieron la brecha que durante décadas predominó con los grupos conservadores. Es decir, la sociedad salió a las urnas a decir, con mucha claridad, que había un hartazgo generalizado por el lastre de la corrupción que personificó el PRIAN.

Vale la pena, desde luego, recordar cada uno de esos momentos emotivos que, como sabemos, han cambiado la vida pública del país. Podemos ver, por ejemplo, como se ha ido mejorando la calidad de vida de los ciudadanos no solamente por la implementación de los programas sociales, sino por los servicios que ha puesto en marcha el gobierno. Estamos hablando de obra e infraestructura, lo mismo que avances en educación, salud, campo y seguridad. Eso, incluso, se ha ido comprobando con las propias estadísticas que se muestran a través de distintas instituciones encargadas de evaluar el desempeño del gobierno y consolidándose en la medida que pasa el tiempo. Lo que tiene que ver, en definitiva, con el final de la corrupción y las componendas. Es verdad, fue uno de los grandes retos del presidente López Obrador; sin embargo, logró desterrar el cáncer que, por supuesto, limitaba el acceso a las oportunidades y, de paso, dejaba daños al erario público.

Y como la sociedad no aguantó más, salió a manifestarse en grandes proporciones hace seis años en aquel histórico triunfo. Cómo no recordar una fecha que quedará para la posteridad. De hecho, esa victoria se ha prolongado con lo que sucedió el pasado 2 de junio. En el caso de Claudia Sheinbaum, queda claro, superó al ahora presidente López Obrador por más de cinco millones de votos. Bajo esa perspectiva, desde luego, está clarísimo que eso, por mucho, significó una ratificación del mandatario en las urnas, aunque, de igual manera, fue otro golpe contundente a la oposición. En palabras más simples, la ciudadanía se sintió con la obligación de salir a respaldar un movimiento que ha dado resultados positivos.

Otro componente notable, evidentemente, es el liderazgo que representa Claudia Sheinbaum para la transformación de la vida pública del país. De hecho, al presidente López Obrador se le puede notar esa alegría y la confianza de saber que, para lo que viene, el poder quedará en buenas manos. Dada esa magnitud, entonces, podemos ir augurando otros seis años de prosperidad y desarrollo, como los que vivimos con la gestión de AMLO. Y si, después de seis años de transformación, el mandatario federal puede jubilarse con la frente en alto. Cumplió lo que prometió, honrando su palabra de ser una administración alejada de la parafernalia, empezando por la austeridad republicana.

Siendo así, podemos reconocer, a seis años del triunfo histórico, como una de las mejores administraciones, la que encabezó el presidente López Obrador. Él, fiel a su estilo, le apostó al desarrollo del país y, desde luego, al apoyo irrestricto de los sectores más necesitados del territorio nacional. Y con esa capacidad y humanismo que caracteriza al inquilino de Palacio Nacional, estamos en vísperas de cerrar un ciclo histórico a seis años de aquel memorable primero de julio que, por cierto, cimbró y paralizó el tablero político electoral.

Notas finales

Como sabemos, el presidente López Obrador cumplió seis años de aquel triunfo histórico del 2018. De ahí, queda claro, se desencadenaron más victorias contundentes del movimiento a lo largo y ancho del país. En Michoacán, por ejemplo, Morena ganó las elecciones intermedias en 2021 con Alfredo Ramírez Bedolla, uno de los siete mejores mandatarios de México en la actualidad. O sea que, bajo ese compromiso social, los gobiernos emanados del lopezobradorismo están haciendo un buen trabajo en las entidades federativas. La prioridad, en efecto, ha sido atender las causas de los más necesitados que, además de importante, ha permitido mejorar la calidad de vida. Eso, por así decirlo, continuará rindiendo frutos, pues Bedolla, en este proceso democrático que vivimos el pasado 2 de junio, conquistó la mayoría de posiciones para el legislativo local. Hablo de liderazgos importantes como el de Giulianna Bugarini que son el claro ejemplo del relevo generacional del que AMLO ha hecho énfasis.

Y ya que hablamos de Michoacán, otro de los puntos geográficos más relevantes radica en Apatzingán, cuna del decreto emancipador de 1814. Ahí, con una victoria contundente, Fanny Arreola Pichardo asumirá el despacho municipal el primero de septiembre. Hay grandes expectativas por la capacidad que ha demostrado a lo largo de estos meses. Será, de igual forma, una gran aliada del gobernador constitucional y, de paso, una alcaldesa que pondrá muy en alto el proyecto de transformación que encabeza Claudia Sheinbaum, presidenta electa. Nos referimos a la esencia de la 4T que, en efecto, es la mejor manera de entender que habrá prosperidad, obra e infraestructura en un lugar emblemático como Apatzingán.

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