Se pueden cambiar el nombre, pero no cambia la historia

Si las recurrentes crisis de los partidos de la oposición se resolvieran solo cambiando a sus presidentes, no estarían en la crisis que padecen desde el año 2000.

 

Quienes piden a gritos las cabezas de Marko Cortés y Alejandro Moreno, no tienen un proyecto de reconstrucción del PAN y el PRI respectivamente.

 

No se trata del “quítate tú para ponerme yo’’, porque ambos partidos enfrentan la disyuntiva de reconstruirse o perder el registro en las próximas elecciones intermedias.

 

El PRI comenzó los preparativos para su asamblea nacional, en la que se definirá no solo el dirigente nacional, sino temas como la sustitución del nombre, el cambio de emblema, el cambio de colores, y asuntos más de fondo como la reorientación ideológica.

 

Son 6.5 millones de votos los que obtuvo el PRI el 2 de junio, un porcentaje nada despreciable de mexicanos que creen que todavía es opción política.

 

El PAN obtuvo 9 millones de votos pero, a diferencia del PRI, no se conoce que haya iniciado un proceso de análisis y menos de relevo porque, como responsables del manejo de la campaña presidencial de Xóchitl Gálvez, al interior ha comenzado el ajuste de cuentas.

 

Se pueden ir Cortés y Moreno, pero sin un proyecto de reconstitución fundamentada en el México actual y no en el posrevolucionario, quienes los sustituyan serán, en tres años, las siguientes reses.

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No fue ayer y es probable que, pese a que anunció que sería esta semana, tampoco en los próximos días Claudia Sheinbaum dé a conocer los nombres de los integrantes de su gabinete.

 

“La fecha que dio no es una camisa de fuerza’’, nos comentó un integrante del equipo de la candidata presidencial ganadora, por lo que la fecha puede cambiar.

 

Los motivos son, desde luego, las negociaciones que se realizan entre los grupos de morenistas que apoyaron la campaña, entre los propios integrantes del grupo de Sheinbaum -que no necesariamente son los mismos- y, desde luego, la opinión de López Obrador que está que se va que se va y no se irá.

 

Así que, a menos que haya una negociación en fast track, puede que el gabinetazo tenga que esperar otros días o semanas.

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Lo que sí se anunció fueron los resultados de las encuestas que nadie supo cómo, dónde y cuándo se hicieron, pero que la candidata presidencial morenista dio por válidos.

 

Según esto, el 80% “de los mexicanos entrevistados’’ dijeron estar a favor de una reforma al Poder Judicial.

 

¿Por qué ese porcentaje tan bajo si bien pudo haber sido el 150% de los mexicanos?

 

Como sea, cualquier ciudadano de este país está consciente de la urgencia de una reforma al Poder Judicial, pero muchos no están con la reforma lopezobradorista que quiere una Corte domesticada y doblegada a sus intereses.

 

Claro que urge una reforma judicial que combata la corrupción, que haga cumplir el mandado de justicia expedita -hay presos que tienen decenas de años sin sentencia-, que acerque al Poder Judicial a la ciudadanía.

 

Pero hay un mar de diferencia entre lo que realmente se necesita y lo que cree el Presidente que se necesita, desde su punto de vista sesgado -y cegado a cualquier crítica-.

 

Sobre este tema, por cierto, qué mal se vio Rectoría de la UNAM desligándose del estudio de las iniciativas de reforma constitucional que hicieron dos investigadores de esa casa de estudios.

 

¿No que su deber es primero defender la autonomía de cátedra?

 

¿A poco el nuevo rector Leonardo Lomelí Vanegas ya se pandeó?

 

     @adriantrejo

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