Nocturno al plan C: En medio de AMLO y Claudia… ¿Chabelo como un dios?

No tengo idea acerca de qué discutirán hoy en la comida, si acaso discuten algo, el presidente Andrés Manuel López Obrador y la presidenta electa Claudia Sheinbaum. Admito mi ignorancia.

Donde no hay duda es en algunos sectores sofisticados de la comentocracia, cuyos integrantes seguramente poseen mejor información que yo: ahí se piensa que en su reunión de este lunes 10 de junio el presidente y la presidenta dedicarán poco tiempo a las felicitaciones y mucho a pactar los términos de la transición, que todo el mundo supone será difícil.

La mayoría de analistas destacan un tema que, dicen, hoy generará tensiones entre el presidente López Obrador y la presidenta Sheinbaum: el de cuándo se ejecutará el plan C, si en septiembre, es decir, antes de que concluya el gobierno de AMLO, o después, en los tiempos en que la próxima mandataria lo decida, desde luego en función de los intereses de su propia administración.

Recordemos que el plan C está integrado por una serie de reformas constitucionales que no agradan a los poderosos mercados globales y que, por lo tanto, podrían representar un riesgo de crisis financiera en el arranque del periodo presidencial de Claudia.

No hay exageración en la tesis anterior: ya vimos que la gente del dinero depreció el peso e hizo caer la bolsa de valores solo porque algunos morenistas declararon que rápidamente saldrá adelante una reforma en particular, la que verdaderamente inquieta al capitalismo global: la del poder judicial, específicamente la que pretende acabar con la actual Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Pocos en la comentocracia destacan otro tema que también se presume será debatido entre el presidente y la presidenta: cuántas personas integrantes del gabinete saliente serán consideradas para participar en el equipo de Sheinbaum.

El asunto del gabinete hoy lo trata Raymundo Riva Palacio en su espacio en El Financiero, y no recuerdo que más columnistas hayan puesto la mirada en el mismo, pero es muy importante.

Destapado el nombre del secretario de Hacienda de la primera presidenta de México —Rogelio Ramírez de la O—, el resto de la alineación no genera demasiado nerviosismo a los capos de las finanzas, pero es algo de la mayor relevancia para quien empezará a administrar el poder ejecutivo de un país tan grande y complejo como México, si no por otra cosa porque una líder es tan eficaz como sea su equipo; entonces, ella necesitará gente de su plena confianza en los principales cargos para que le ayuden a operar las tareas más difíciles. Habrá algún secretario, alguna secretaria del gabinete de AMLO en cuyas capacidades y estilos de trabajo Claudia confíe, pero no mucho más.

Lo primero que hago al despertar —entre tres y cuatro de la mañana— es leer columnistas cuyos escritos se difunden antes de que amanezca. No soy el único morboso de la política desmañanado por costumbre. Conozco vejestorios, inclusive más añosos que yo pero extraordinariamente activos, que me escriben sobre lo que leen en los diarios digitales. Uno de ellos me ha dicho que habrá una catafixia entre el presidente AMLO y la presidenta Sheinbaum.

¿Catafixia entre AMLO y Claudia? Sí, reforma judicial por cargos en el gabinete.

Antes de evaluar si eso tiene sentido o no, definiré catafixia, palabra inventada por Chabelo: “Intercambio de un objeto por otro, sin que necesariamente importe el valor de ambos”, según el Diccionario de mexicanismos de la Academia Mexicana de la Lengua. No ha llegado al diccionario de la RAE porque no se utiliza en otras naciones.

Llamé al otro desmañanado para pedirle más detalles y me dijo: “Una solución a la mexicana de un gran conflicto político generado muy a la mexicana —tan a la mexicana que quizá ni exista— merece una palabra no solo ciento por ciento mexicana, sino solo conocida en México: Catafixia”. Bueno, pues eso será… o podría ser, o no ocurrirá. ¿Quién dijo lo de solo sé que no sé nada? Por sí o por no o por quién sabe, especulemos un poco acerca de la gran catafixia de fin de sexenio:

¿Qué vale más para AMLO, la inmediata reforma del poder judicial, aunque los mercados reaccionen negativamente, o que, por compromisos de lealtad, su gente siga en el gabinete presidencial?¿Qué vale más para Claudia, aceptar una reforma que posiblemente la meterá en líos, muy fuertes líos financieros en el arranque de su gobierno, o quitarse compromisos para poder armar un equipo —a la medida de sus preferencias personales— que la ayude a encontrar salidas a esa y a otras crisis que se presentarán durante su administración?

Ya veremos el final de esta historia.

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