La deshonestidad como estrategia

Sonora Power

Pablo Lemus es uno de esos políticos que se siente cómodo ante las cámaras de sus amigos, en las redes sociales y hablando a un micrófono cuando nadie lo puede interpelar.

Sin embargo, al momento que la réplica y las preguntas suceden, cuando el soliloquio se convierte en deliberación, no solo se siente incómodo sino iracundo. Ese es el primer síntoma de una persona que dedica su vida a engañar, cuando se siente desenmascarada.

A lo largo de la presente campaña hemos visto como el candidato de Movimiento Ciudadano a la gubernatura de Jalisco va perdiendo la compostura y empieza a sentirse incómodo ante la prensa que sí lo cuestiona.

La razón es muy simple: tiene mucha cola que le pisen porque durante los 9 años que se ha dedicado a la política su única estrategia ha sido la del engaño, la de la deshonestidad.

Pero no es solo en su forma de gobernar donde esa estrategia le ha rendido frutos.

El pasado martes 20 de mayo, se dio a conocer una operación en la que Lemus Navarro utilizó a su propia familia para ocultar los intereses que le ligaban con una desarrolladora inmobiliaria.

Se trata de un complejo entramado de transacciones con las cuales logró construir tres torres con valor de más de 200 millones de pesos, a través de una empresa fantasma y una de las constructoras favoritas de su gestión en el ayuntamiento para la asignación directa contratos.

La historia comenzó en 2015, cuando su señora madre supuestamente adquirió un terreno en una privilegiada colonia de Guadalajara, Providencia.

En esas fechas, Pablo ya era alcalde en Zapopan y, de haber adquirido con su nombre el predio, habría tenido que rendir cuentas en su declaración patrimonial, por eso resultaba más conveniente utilizar a sus familiares.

Por ese predio, la señora Amada Navarro de Anda pagó seis millones 600 mil pesos en dos exhibiciones: una inicial por 600 mil pesos y otra más por los seis millones restantes. Dos preguntas surgen ante esta primera transacción: ¿cómo le hizo la madre de Pablo Lemus para pagar ese terrenito si solo reportaba ingresos por 52 mil pesos al año? ¿Qué habría de fondo en la elección del notario, Arturo Ramos Alatorre, socio y operador financiero de Pablo Lemus? Desde ese momento, las cosas comenzaron a ponerse turbias.

El siguiente paso en la estrategia fue conseguir una licencia de construcción, para eso Pablo se valió de ambos progenitores, quienes tramitaron ante el ayuntamiento los permisos de alineamiento y número oficial en abril de 2019.

Curioso, porque si pensaban construir un patrimonio propio, entonces ¿cuál fue la razón que los llevó a vender el mismo terreno apenas dos meses después de hacer ese trámite?

Así fue: el 25 de abril de 2019, ese terreno y dos más ubicados al lado de este, fueron comprados por la empresa Compira S.A. de C.V., y aquí es donde lo turbio se torna verdaderamente negro, porque Compira es una empresa fantasma, cuyo domicilio corresponde a una calle de tierra, en una zona marginal de León, Guanajuato. No se encontraron ni luces de la mentada oficina.

Y Compira, por supuesto, era un paso más en la estrategia para ocultar los intereses del candidato, porque en menos de dos años, en 2021, nuevamente vendió esos terrenos, ahora al Grupo Constructor Terla, una empresa de la familia de constructores Lara, representada por Guillermo Lara Ochoa. Para que nos demos una idea de qué representa esa empresa, tenemos que ofrecer otro dato: los gobiernos encabezados por Pablo Lemus han asignado a las empresas de la familia Lara contratos por más de 250 millones de pesos.

Pero no es lo único sospechoso de esta última operación, pues apenas cerrada la venta, Compira inició un proceso de liquidación para evitar obligaciones fiscales. Y el notario encargado de ese proceso fue nada más y nada menos que Alejandro Durán Llamas, a quien le fue revocado el fiat en junio de 2022, al detectarse diversas irregularidades en su función notarial.

Terla no solo fue beneficiada por Lemus con los contratos de asignación directa, una vez que consiguió adquirir los terrenos, el ayuntamiento le otorgó los permisos para construir tres torres de cinco pisos cada una, a pesar de que esa densidad y uso de suelo no estaban permitidos en esos terrenos.

Pablo puede alegar muchas cosas. Lo cierto es que su familia está involucrada en una extraña triangulación inmobiliaria, que podría constituir un acto de corrupción. Y bien lo dice el dicho, quien engaña una vez… Al tiempo.

Correspondencia a demiandu1@me.com | X: @Demiandu

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