Abrazo de oposición al populismo

Se llama “huevones” a los recipiendarios de programas sociales, como lo hizo el expresidente Vicente Fox, y se abre la puerta al establecimiento de tarifas diferenciadas del Metro, según intentó en plena campaña el equipo de Santiago Taboada.

Para recuperar espacio en un escenario de derrota, si atendemos los promedios de las encuestas, ahora se reivindican políticas antes descalificadas por “populistas”.

Ahora resulta. Seguidores y líderes del PRI y del PAN son activistas defensores de políticas antes “para el pueblo huevón”: programas sociales y bajas tarifas del transporte público.

En La razón populista, de enorme utilidad para opositores al menos desde el 2000, Ernesto Laclau sugiere disruptivamente a la polarización entre adversarios como condición vertebradora de lo político. Dicho de otra manera, hacer política es diferenciarse respecto de algo, alguien.

En What is Populism?, el politólogo alemán Jan-Werner Müller, conceptualiza al populismo como una forma de política en la cual predomina una mitificada voluntad general del pueblo, una noción teóricamente antípoda a la derecha o ultraderecha defensora de la élite.

Hitler con su “nacional socialismo”, traído a América Latina por muchos derrotados de la ultraderecha europea luego fundadores de células políticas en el continente, en la práctica era un líder populista. La dictadura de la ultraderecha populista fue derrotada por la mayoría mundial.

Izquierdas y derechas generan actitudes y excesos “populistas”: excluyen a los diferentes mediante formas de violencia simbólica, verbal o física. Como algunos le quisieron hacer a Hernán Gómez en la marcha del domingo según un muy viral reportaje de su autoría. Como otros, intentan excluir a los del “otro lado”.

Antes, los opositores de ahora hacían olas y mareas rosas contra una política social entonces rijosamente disputada a la izquierda, predominante en el gobierno y en los equipos de Claudia Sheinbaum y Clara Brugada en contraste con Xóchitl Gálvez y el citado exalcalde de Benito Juárez.

Ahora la democracia cristiana tiene ideario feminista, lucha con las comunidades LGBT+, es progresista, popular, va a Iztapalapa y reivindica el precio del Metro con el muy original mensaje de “se queda” en cinco pesos. Al “porrismo” calificativo con el cual pretende el panismo afectar a Martí Batres, el jefe de Gobierno responde con actos de su competencia y uno que otro comentario sobre la naturaleza cambiante de una oposición transformada: “ahora resulta que ellos velan por los intereses del pueblo”.

La estulticia de Fox se convirtió en insumo de campaña de Sheinbaum. En julio del año pasado: “Ya se acabó que estés recibiendo programas sociales. A trabajar cabrones, como dice Xóchitl”, respondió en una entrevista en la cual lamentó no contar ya con la pensión como expresidente.

Populismo sí, privilegios no. ¿O cómo era?

 

    @guerrerochipres

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