Goleada de Morena en Chiapas y Tabasco
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Pongamos el escenario de que hoy fueran las elecciones. De entrada, Claudia Sheinbaum, una vez finalizado el conteo rápido, se convertirá en la próxima presidenta electa por decisión democrática. Eso, como suele ocurrir, se dará alrededor de las ocho de la noche. A su vez, estaremos conociendo las estimaciones de las casas encuestadoras de mayor confianza del país y, con ello, una lectura de las nueve gubernaturas que estarán en juego, lo mismo que la ponderación para la integración de ambas cámaras legislativas. Todo se dará a la par. En ese orden, evidentemente, los reflectores se centrarán en la carrera por la silla presidencial y, por supuesto, el relevo de gobernadores en nueve puntos estratégicos que, con ese paso, se materializan victorias —al menos— en ocho territorios.
Siendo así, hablamos de un triunfo contundente el próximo dos de junio. El proceso de campaña, luego de lo que hemos atestiguado, no se moverá en los pronósticos. En las tendencias, por ejemplo, es natural que experimenten ascensos, especialmente candidatos de Morena, sobre todo por el momento inmejorable que se vive en todo el país. Ahora que es muy común que el termómetro social mida el pulso de los votantes, los propios instrumentos nos acercan al universo real para definir las posiciones que tendrán relevo o sucesores. La encuesta de encuestas, en concreto, se ha convertido en un instrumento cuantitativo que, para el caso, termina por evidenciar la intención del voto promedio.
Estos días, de hecho, la encuesta de encuestas ha divulgado datos muy interesantes que, para efectos políticos, constituyen un mecanismo confiable. En tal sentido, ha promediado el comportamiento de las metodologías en los nueve estados. En todos ellos, por cierto, se nota que la validez va acorde de lo que acontece en el ánimo social. En Tabasco, por ejemplo, sabemos que la campaña comenzó y, con ello, se ratificó que Javier May mantiene la superioridad en todos los sondeos que han salido a la luz pública. Si nos detenemos un poco a revisar la encuesta de encuestas, la tierra natal del presidente López Obrador, por lo que representa, hace valer su condición. Morena, en ese sentido, tiene una intención del voto del 71%.
Eso significa —considerando esa estimación— que Javier May arrasará con el inmenso apoyo de las mayorías en Tabasco. Por supuesto, sería un error político caer en excesos de confianza, sin embargo, si es una cómoda ventaja que genera certeza de que habrá continuidad del proyecto de transformación.
Otro de los puntos claves o bastiones del lopezobradorismo es el estado de Chiapas. Inclusive, con esa misma tendencia, la entidad del sur del país tiene el mismo común denominador que Tabasco. Es decir, el promedio de estimación del sufragio alcanza, para ser exactos, una intención del voto del 69%, de acuerdo con la encuesta de encuestas. De hecho, el promedio se ajusta a la misma validez cuantitativa. O sea que, si hoy fueran las elecciones, no hay duda que Eduardo Ramírez, abanderado de la mega alianza que se constituyó, será el futuro gobernador electo. Estamos hablando —en términos reales— de dos terceras partes del padrón electoral. El simple hecho de promediar esa evaluación, habla de una cantidad inmensa de votos.
Hace poco lo dijimos: Eduardo Ramírez será el futuro gobernador constitucional. Él mismo, de hecho, ha construido las condiciones para abultar el resultado a su favor. Abrió el abanico para sumar a distintas expresiones que, naturalmente, tienen afinidad con el proyecto de la 4T. Por eso están preocupadísimos en el Frente Amplio por México. Y como no si —esta misma semana— se elevó el promedio a favor de la causa del “Jaguar Negro”. Son, ni más ni menos, 39 puntos de distancia previo al arranque de campaña. Como se sabe, el próximo 31 de marzo se pondrá en marcha la actividad proselitista en Chiapas. Así que, con ello, Morena puede presumir una maquinaria a lo largo y ancho del país.
A propósito, el resto de las entidades que tendrán relevo del ejecutivo local, viven un momento coyuntural importante. Se augura, con ese paso en las encuestas, una victoria contundente en Veracruz, Ciudad de México, Morelos, Puebla y Jalisco. Esta última entidad, por cierto, tiene datos muy llamativos que, en definitiva, confirman que Morena ha dado un salto crucial para que la alternancia política se asome. Mientras este proceso de campaña sigue viviendo su máximo clímax, hemos constatado el ritmo importante que ha tomado Claudia Delgadillo en la Perla Tapatía. Se nota el trabajo territorial de la coordinadora de Claudia Sheinbaum. Hablamos de Mery Pozos, que ha tomado la batuta de la organización presidencial y, de paso, es candidata a diputada federal por el distrito 11.
Hace un par de días, de hecho, hicimos hincapié en la importancia que tienen los operadores políticos de Claudia a nivel nacional. En ese sentido, Sheinbaum puede presumir un equipo de hombres y mujeres que, desde esa perspectiva, han mostrado no solamente capacidad y oficio, sino experiencia para encarar este tipo de procesos. Una de ellas, sin duda, el liderazgo consagrado de Mery Pozos en Jalisco. Se trata, sin ir más lejos, del relevo generacional que, de manera implícita, forma parte esencial del “Plan C” que diseñó López Obrador.