ECOSIG: se cae, una vez más, el mito del PAN “progre”

Las y los que crecimos y comenzamos nuestro interés político por la década de los dosmiles sabemos perfectamente lo que representa el Partido Acción Nacional (PAN).

No por nada, durante los atribulados días del fraude electoral de 2006, quienes en esa era éramos blogueros, ya que las redes sociales aún se encontraban en su infancia, le apodábamos Acción “NAZI”onal.

Era la época del Yunque en el poder, cómo lo documentó el periodista Álvaro Delgado, de posiciones abiertamente “pro vida”, homofóbicas, transfobias e incluso de prohibir que las mujeres usaran minifalda y escotes en algunos municipios perdidos del país.

Viajemos, entonces, en el tiempo, al inicio de esta década pandémica, con el presidente Andrés Manuel López Obrador y una oposición “liberal” enfermizamente antilopezobradorista, capaz de escribir en redes sociales burradas como esta: “Banda, el PAN en la ciudad de México (sic) no es el PAN de Guanajuato. Es más, ese PAN es más ‘de izquierda’ (sic) (y recontra sic) que Morena en la mayoría de los estados”.

La realidad es que estos “chicos perdidos”, como aquella película estelarizada por Kiefer Sutherland, que se tragan estas patrañas se dieron un baño de realidad peor que el de 2021, cuando recuperadas la mitad de las alcaldías de la CDMX por la derecha, los reaccionarios del PAN sacaron las uñas.

Pese a su discurso dizque “progre”, woke, e “incluyente”, todos, absolutamente todos los diputados de la bancada del PAN votaron en contra de prohibir en nuestra república las mal llamadas “terapias de conversión”, denominadas “ECOSIG” por sus iniciales, ya que representan verdaderas torturas físicas y sicológicas contra la comunidad LGBTIQ+.

Eso es el PAN, por más que el misógino Santiago Taboada se tome fotos con tontos útiles de la comunidad LGBTIQ+. Reaccionarios, discriminadores, clasistas, racistas, homofóbicos y transfóbicos. De ahora en adelante, cualquier miembro de la comunidad afectada que siga apoyando a ese partido será cómplice de facilitar el “pinkwashing” (“lavado rosa”) de un partido que no solo quiere acabar con los derechos de las diversidades sexuales, sino del 99% de México.

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