Algunos consejos para hacer activismo feminista que me habría gustado escuchar

Este 8 de marzo, millones de mujeres en México y el mundo saldremos a las calles a marchar conmemorando el Día Internacional de la Mujer. Desde hace cerca de 15 años he militado en el feminismo como una postura ética, política, sociológica e histórica para entender el mundo, el sistema, las relaciones, las noticias y los fenómenos de poder. Este año es distinto.

Por un lado, el contexto electoral nos obliga a reconocer la cita con la historia que implica que este será el último 8 de marzo con hombres en la presidencia de México y la Jefatura de Gobierno capitalina. El próximo 8 de marzo será el primero con una mujer en la presidencia. Eso convierte en histórico este marzo también, ya que la revolución de las jacarandas implica un reto enorme de cara a las condiciones de seguridad que azota a las mujeres.

Cuando comencé a involucrarme en el movimiento feminista, los primeros espacios reivindicaban la autonomía sexual, el derecho al placer, la construcción de relaciones de noviazgo libres de violencia y la esencia más juvenil. Éramos niñas conociendo los conceptos de la vida adulta, con reflexiones sobre la división sexual del trabajo y mucha influencia española que cerca del 2009 vivía la “marcha de las putas”.

El acercamiento teórico se convirtió pronto en activismo digital. Me convertí en una difusora del feminismo, sus teorías, sus olas, el menstruactivismo, el hacktivismo y otras actividades relacionadas de mucho aprendizaje. Luego, la lucha por el aborto libre, seguro, gratuito tomó los espacios de la vida pública y personal. Comencé a leer a Marcela Lagarde, Simone de Beauvoir, Marta Lamas y otras autoras como Luisa Menstruadora en Twitter. Los años han volcado al feminismo en un espacio para cada etapa de la vida de las mujeres: feminismo universitario, feminismo de niñas, feminismo de maternidades, crianza feminista, feminismo para la vida profesional, feminismo académico, abogadas feministas, economía feminista, antropología feminista, feminismo de las abuelas, feminismos anti especistas, feministas veganas, ecofeminismo, feminismo interseccional, feminismo afro, feminismo de mujeres musulmanas, feminismos diversos.

Estos son los consejos que desearía haber sabido antes de llegar al activismo feminista:

El feminismo salva vidas, abre conciencias pero también puede ser un lugar inseguro.- Cuando llegamos al movimiento, las mujeres solemos creer que la etiqueta de “feminista” implica una garantía contra lo que consideramos que puede ser violento. Sin embargo, adentro del movimiento feminista, hay mujeres que son liberales o conservadoras, que pueden estar a favor del aborto pero que aún no logran desprenderse de las pautas patriarcales para relacionarse con otras mujeres. Al ser vinculaciones complejas, el feminismo es un lugar en el que debemos ser precavidas. Mantener el auto cuidado y el amor propio como un elemento básico de nuestro activismo. Es necesario saber que ser mujer no es sinónimo de ser feminista y que todas las mujeres atravesamos procesos.
Mereces un descanso y priorizarte también es feminista.- Al feminismo arriban muchas mujeres en el momento posterior a sobrevivir a diferentes violencias. Cuando las mujeres llegan desde momentos delicados, suelen o solemos llegar con una vulnerabilidad adicional. Si bien, el feminismo es un lugar desde el cual podemos sanar, la realidad es que puede ser agotador. Es por eso que aconsejo que si llegas al feminismo después de sufrir una ruptura, abuso, violación o cualquier tipo de acto que te haya dañado, te tomes un tiempo antes de recibir o atender nuevas víctimas. Recibe el acompañamiento de la manada, construye amistad, encuentra un lugar seguro para hablar pero toma precauciones antes de atender a víctimas. Si es que el feminismo comienza a ser absorbente o agotador, tomar un descanso es totalmente válido y siempre podrás vivir el feminismo desde actividades que no te impliquen perderte a ti misma. Olvida el “feministómetro” o la medición sobre si algo es más o menos “feminista”. Manten espacios diversos, cultiva saberes, arte, ejercicio y construye amistades en todos los espacios que te permitan aproximarte desde distintos espacios al mundo.
Intégrate a espacios libres de hombres y garantiza que los espacios feministas se mantengan así.- Un gran debate del feminismo tiene que ver con la presencia de los hombres. Algunas colectivas y organizaciones no solo los acepta dentro del movimiento sino que los contrata o invierte recursos en trabajos. Mi consejo es priorizar a otras mujeres y mantener un espacio separatista y exclusivo con el objetivo de que las víctimas o mujeres que se sumen puedan sentirse seguras.

En ocasiones, algunas compañeras al tener parejas varones suelen invitarlos o quererlos sumar hasta a las reuniones de grupo. Mi consejo es evitarlo totalmente. Por un lado, los hombres han guardado sus propios espacios por décadas. Recordemos que todavía hacia 1990 había cantinas que prohibían el acceso a las mujeres, solo como ejemplo. Guarda los espacios feministas para construir autonomía y pedagogía política, para aprender a relacionarnos y a confiar entre nosotras mismas. Construye amistades. A diferencia de las parejas, las amistades son vínculos más duraderos y que debemos aprender a cuidar. Por otro lado, los hombres pueden incomodar a otras mujeres. No porque sean nuestros novios o nosotras nos podamos sentir cómodas cerca de ellos, las otras igual podrán. De hecho, cuando hay hombres en reuniones de mujeres por lo regular, las mujeres presentes se auto-censuran o limitan. Peor si son novios que buscan dar su opinión o juzgar a las otras por sus posturas o historias de vida. Hoy más que nunca, reivindicar las autonomías es feminista y poderoso.

Establece tus propios ideales de vida, no aceptes imposiciones y tampoco las hagas a otras.- El feminismo puede ser un espacio restrictivo cuando no se ha comprendido que el feminismo se trata de libertades. No impongas a nadie tu visión o la idea de lo que para ti es más feminista o mejor. Tampoco dejes de hacer lo que amas solamente porque a otra persona le parece poco feminista. Por ejemplo, si eres trabajadora sexual o disfrutas fotografiarte, no permitas que el feminismo conservador te haga sentir mal por hacerlo. Tampoco critiques en otras si es que deciden ser madres o no serlo, si es que sueñan con casarse o no, si les gustan otras mujeres o los hombres. Menos cuando se trate de maternidad, pensión alimenticia, empleos, militancias partidistas o cualquier decisión que otras tomen. El respeto es la mejor carta de presentación. El feminismo es tan íntimo, atraviesa la vulnerabilidad de familias o abuso o parejas que terminaron, por eso, la información que se comparte en esos espacios resulta sagrada. Al salir o cambiar de espacio, honra la confianza de la que algún día fuiste depositaria. Sororidad no implica amistad con todas las mujeres, implica dejar de juzgar a las otras con criterios patriarcales y evitar totalmente el mito de la enemistad y la destrucción.
Acepta la deconstrucción y reconoce el proceso de las otras, así como el tuyo. Acompáñalo con teoría. – En el activismo feminista algunas llegaron antes y otras después. Algunas creen que vestir tacones y vestidos implica ser patriarcales mientras que otras reconocen la profunda libertad de maquillarse o identificarse como quieran.  Ninguna es más, ninguna es menos. La reflexión feminista implica que conforme las mujeres toman conciencia de sus propias vidas, comienzan a develarse los momentos o situaciones que pudieron ser opresivas. El proceso de arrancar las ideas machistas como la competencia, la belleza, la enemistad o la vida privada de las otras implica toparnos con cosas básicas como entender por qué el feminismo es de izquierda. Para acompañar ese proceso, sugiero leer teoría. Múltiples escritoras como Bell Hooks, Audre Lorde, Angela Davis, Gina Dent o mexicanas como Marcela Lagarde, Rosario Castellanos o Marta Lamas pueden ser brújulas en este camino, pues el feminismo implica mucho más que salir a marchar un día del año, vestir de naranja o morado y portar consignas en cartulinas.

Finalmente, creo que el activismo feminista en un contexto político agitado nos ha hecho exigirles demasiado a las mujeres que se identifican y nombran así. Olvidamos que las feministas, antes de feministas, son humanas. No hay feminista perfecta ni completamente deconstruida, pero sí existe falsa superioridad feminista. Mi consejo es mirar a las mujeres como iguales, sin endiosar por admiración y sin que el espacio sea un régimen cuasi-militar. Las “vacas sagradas” del feminismo pueden y han cometido errores, responsabilizar hasta de la educación a las mujeres, de nuevo, es patriarcal. Si quieres marchar con nosotras, escríbeme directo.

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