El poder de la humildad

Hace tres años, la Ciudad de México vivió un proceso que pocos imaginaron, el partido en el gobierno perdió nueve de dieciséis alcaldías, y el Congreso de la ciudad de México tuvo que construir una mayoría circunstancial a partir de acuerdos políticos de último momento.

Previo a la elección constitucional, las casas encuestadoras daban en todos los casos amplios márgenes de triunfo a las candidatas y candidatos de Morena y su coalición, los cierres de campaña festivos de todas ellas y todos ellos, no avizoraban ninguna posibilidad de derrota.

No había riesgo de perder una ciudad qué siempre había sido ganada por la izquierda, no existía ningún atisbo de triunfo de la derecha y, todas y todos se echaron a descansar y a esperar el triunfo, confiados, confiadas, arrogantes, soberbias y soberbios. Olvidaron que la ciudad desde 1997 ha tenido un voto duro de izquierda, pero también un voto duro de la derecha, y que hay un tercio de ciudadanos y ciudadanas que definen la elección, que no son los defensores a ultranza de la izquierda, tampoco de la derecha.

Olvidaron que la ciudad, las alcaldías, las secciones electorales se ganan con visitas domiciliaria, con la atención a los territorios y a las comunidades. Pero también se gana, buscando aliados y aliadas más allá de la coalición electoral, con aquellas y aquellos que siempre han mantenido encendido el fuego de la resistencia. El movimiento social.

En el proceso electoral qué actualmente vivimos, la Ciudad de México tendrá o debería tener un desenlace distinto al de hace tres años. La elección presidencial ha sido definida desde hace algunos meses, Claudia sin duda ganara con amplia mayoría a la candidata de oposición.

Si las decisiones de la coalición gobernante y sus aliados no han sido las mejores, peor han sido las de la oposición. La campaña de Xóchitl Gálvez es lo más cercano a la pantomima política, la simulación de los tres partidos qué le postularon no sólo es evidente, es escandalosa.

Pero a diferencia de la generalidad nacional, en la Ciudad de México, el PAN y lo que sobrevivió del PRI, aún darán una batalla a ras de tierra, defenderán los espacios que la arrogancia de la izquierda perdió frente ellos. De las nueve alcaldías que posee la oposición sólo Cuauhtémoc fue un gobierno débil y sin poca perspectiva de continuar otro trienio y, Cuajimalpa, sin Ruvalcaba, podría verse también como un espacio de fácil recuperación.

Las decisiones de Morena y sus aliados, no han sido las mejores en el proceso de asignación de las candidaturas; la de la jefatura de gobierno no sólo fue atropellada, los números de la encuesta hicieron que se cuestionará la misma legitimidad del método y sus resultados, y la opacidad con que han sido seleccionados los candidatos y candidatas en las alcaldías ha generado una inconformidad creciente en el voto duro morenista.

Quizá Morena deberá modificar sus reglas del juego, darse de una vez por todas una estructura qué se ajuste a las necesidades de un partido gobernante. Pero eso deberá ser después de la elección, ahora debería concentrarse en mantener a toda costa la joya de la corona electoral: la Ciudad de México.

Clara Brugada inició con el pie izquierdo su ascenso a la candidatura más importante después de la presidencia, para un gran segmento de la militancia fue impuesta por las inercias políticas, pragmáticas y oscuras del partido y, la precampaña no fue suficiente para posicionarla como la virtual jefa de gobierno.

Clara ha gobernado por tres trienios la alcaldía más grande de la ciudad, tiene una gran trayectoria y experiencia en políticas públicas, pero no alcanza a ser percibida como una mujer de Estado. Aún transmite solo los rasgos de luchadora social, lo cual no estaría mal si estuviera comprobado y garantizado, que el 60 o 70% de la lista nominal en la ciudad de México se identificara con ese perfil.

Así que la posibilidad que la izquierda tiene de mantener el gobierno de la ciudad dependen exclusivamente de la estrategia, que proponga la candidata, pero sobre todo de la modificación y cambio de actitud hacia sus aliados naturales, a los que conoce muy bien.

La candidata a la jefatura de gobierno, se debe constituir como la dirección única de la campaña y las 16 candidatas y candidatos a las alcaldías como los generales, que lleven a cabo y dirijan todos los frentes de una estrategia única.

Pero, lo fundamental será, que abandonen la arrogancia y soberbia qué caracterizó a las candidaturas del 2021 y, qué ya se empiezan a percibir en algunas y algunos de quienes han salido insaculados por la dirección estatal y nacional para encabezar las campañas en las alcaldías.

La campaña a ras del suelo, la humildad y la inclusión son elementos irrenunciables para mantener a raya a las candidatas y candidatos de la derecha, son la única garantía para qué Clara entregue buenos resultados.

Agustín González C. Dirigente de SUMA.

X: @agustin_gonca

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