¿Es necesario que el presidente de México hable inglés?
La reciente participación de Xóchitl Gálvez en el Wilson Center en Washington D.C. ha suscitado numerosas críticas, a la vez que ha revivido la discusión sobre si el presidente de México debe o no dominar el inglés.
Con una clara falta de dominio del idioma, la candidata apenas fue capaz de pronunciar incorrectamente un mensaje dirigido al presidente Joe Biden. Fue un tropiezo. En caso de ganar la presidencia, Xóchitl se sumará a la larga lista de jefes de Estado mexicanos que no han hablado la lengua de Shakespeare.
¿Es necesario que el presidente de México hable inglés? La respuesta es no. No es necesario, y si se quiere, ni siquiera resulta políticamente explotable en una campaña presidencial.
El lector seguramente recordará la fallida campaña de Ricardo Anaya y cómo el panista lucía su dominio del inglés y del francés en spots televisivos. No le condujo a nada, o en todo caso, a consolidar su imagen de político prepotente, lejano de los intereses y del carácter de la mayoría de los mexicanos. Jamás conectó con los votantes, y los resultados de 2018 son bien conocidos.
No es imprescindible porque el presidente de México cuenta -en teoría- con un amplio grupo de asesores en diversas materias. Con un secretario de Relaciones Exteriores versado en el inglés (o al menos eso se espera del Canciller) y con un competente equipo de funcionarios de carrera, el jefe del Estado mexicano descansa sobre ellos en materia de la relación con América del Norte, así como con organizaciones internacionales y otros países anglofónos.
En adición, se espera que el presidente, desde su oficina en Palacio Nacional, cuente con traductores profesionales que le apoyen en una entrevista presencial con un funcionario extranjero o en una llamada con otro jefe de Estado.
Sin embargo, sí que es deseable que domine la lengua de los negocios. Lo es porque más allá de los quehaceres propios del cargo, envía un mensaje de superación a millones de niños y jóvenes. Hoy, más que nunca, el dominio del inglés es un requisito indispensable -tal vez lejos del servicio público- para la superación profesional en un mundo cambiante y progresivamente integrado.
De acuerdo con información reciente, apenas un 5 por ciento de los mexicanos hablan el inglés con fluidez, lo que trasluce la severa precariedad de la calidad educativa y la falta de inmersión en el mundo globalizado. Por tanto, una de las prioridades de la próxima presidente será el fortalecimiento de la educación mediante la enseñanza del inglés como lengua extranjera en escuelas públicas.
En suma, los tropiezos lingüísticos de Gálvez en Washington son anecdóticos. No tendrán impacto alguno en su carrera presidencial. Sin embargo, lo que sí que debe trabajar la panista son sus habilidades de oratoria. De lo contrario, sus posibilidades de triunfo estarán más alejadas.