El regreso de Aurelio Nuño

Sí, sí. Estoy seguro que los morenistas y corifeos de la retórica lopezobradorista repetirán sin cesar las máximas del caudillo macuspano: “todos aquellos que no abracen a la 4T son corruptos, forman parte de la mafia del poder, pertenecen al bloque conservador y son vendepatrias”.

Todos lo son, en opinión de los morenistas.  Poco importa que sobre un funcionario no pesen sospechas o acusación de corrupción alguna. Bajo la óptima de la 4T, no valen los hechos, sino la retórica, muchas veces sin evidencia ni anclaje en la realidad. En otras palabras, a juicio del “proyecto transformador” no hay espacio para panistas o priistas honestos.

Aurelio Nuño Mayer sin duda caerá en esa descalificación, pues representa en buena medida el gobierno de Enrique Peña Nieto. Primero como jefe de la oficina de Presidencia y luego como secretario de Educación, se condujo como un joven funcionario que buscó inyectar en el PRI nuevos bríos que desterrasen las prácticas de antaño.

Bien formado en prestigiosas universidades, Nuño, durante su gestión al frente de la SEP, fue el responsable de la implementación de la Reforma Educativa: una reforma que pretendía liberar al sector educativo de la presión del SNTE, a la vez que estaba dirigida a hacer más justo el proceso de asignación de plazas docentes.

La reforma, como es bien sabido, no encajaba en los planes de AMLO. En primer lugar, chocaba con sus fines políticos, pues necesitaba el apoyo del sindicato, y en segundo, la cantaleta contra la “mal llamada reforma educativa” le venía como anillo al dedo en su voluntad de presentarse como el representante de los derechos de los maestros “agraviados”.

AMLO, sabedor de que la muerte de la Reforma no conllevaba costos polticos, la destruyó en sus primeros seis meses de gobierno. Deshizo el tercero constitucional, trastocó la Ley General de Educación, abrogó las leyes del Servicio Profesional Docente y del INEE, y se cargó al instituto evaluador.

La vuelta a la vida pública de Aurelio Nuño como candidato a diputado plurinominal del PRI se antoja como la voluntad del ex secretario de buscar rescatar algo del legado de Peña: una reforma buena, bien valorada y que tenía en la mira el mejoramiento de la educación de millones de niños y jóvenes mexicanos.

Como bien señala  mi colega Manuel Díaz, el regreso de Nuño, sin miedo al denuesto morenista por motivo de su afiliación al PRI y de su amistad con Peña Nieto, se percibe como una buena opción para que forme parte de un gobierno de coalición, en una nueva administración que reúna a lo mejor de los partidos que la integran.

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