Espartaco. Insultos de Alazraki a doña Rosario. Aguilar Camín: ficción sobre Claudia
Don Héctor Aguilar Camín es experto en discursos. Ha dedicado varios artículos en Milenio a analizar los que pronunciaran Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum en sus cierres de precampañas. Para Aguilar Camín, el discurso de Xóchitl fue tan maravilloso que agotó los sinónimos de esa palabra presentados en la edición digital del Diccionario de la lengua española de la RAE y agregó algunos otros. Dijo de la alocución de la candidata X que fue:
Sexi.Portentosa.Graciosa.Fabulosa.Extraordinaria.Prodigiosa.Excelente.Estupenda.Fantástica.Formidable.Magnífica.Soberbia.Colosal.Admirable.Fascinante.Chévere.Regia.Bacana.De poca madre.Guay.Chula.Genial.
Quienes leemos a don Héctor no entendemos por qué tan salerosa aspirante presidencial pierde en las encuestas por goleada: la desventaja de Xóchitl en las encuestas promedia 30 puntos.
¿Qué ha dicho Aguilar Camín del discurso de Claudia Sheinbaum?
Que imitó mal a AMLO.Que se descontroló al utilizar algunas frases.Que tuvo “un inconfundible sabor a viejo PRI”.Que utilizó un “lenguaje épico burocrático”.Que abusó “de grandes palabras, como libertad, honestidad o democracia.Que destacó por “dos palabras grandotas”. Estas son: “humanismo mexicano”.Que no venía al caso “el plan ridículo de seguir haciendo trenes de pasajeros”.Que no dijo la verdad acerca de su historia política e ideológica.
Inevitable comentario personal
Seguramente Aguilar Camín ganó suficiente dinero en los anteriores gobiernos como para transportarse solamente en aviones privados y en helicópteros, tal como lo hace Ricardo Salinas Pliego, quien tanto presume en redes sociales su felicidad de magnate.
No encuentro otra explicación a su aserción de que es “ridículo” un plan para hacer trenes de pasajeros. A mí me parece más que necesario empezar ya a construir, en serio, trenes para transportar a la gente, desde luego de alta velocidad que son los verdaderamente útiles. Pero, ni hablar, quizá pienso de esa manera porque, a diferencia del columnista de Milenio, batallo bastante y hasta sufro cuando viajo en las saturadas aerolíneas mexicanas.
¿Qué opino del discurso de Xóchitl? Nada. La vi pronunciarlo en YouTube y no encontré ninguna expresión ni criticable ni admirable. Me llamó la atención que ella leyera en enormes teleprónteres, pero no lo consideré un error de la candidata X, sino nada más una puntada pintoresca de quienes diseñaron el evento.
¿Qué opino del discurso de Claudia? Lo dije en otro artículo: Aguilar Camín no entendió el mensaje fundamental, quizá porque no está leyendo la entretenida novela de 900 páginas Maldita Roma de Santiago Posteguillo. Ahí aparece Apolonio, maestro de Oratoria de Cicerón y Julio César, a quienes enseñó que “lo más importante en un discurso es decir o hacer lo inesperado”.
Sheinbaum sabía que lo fundamental de su cierre de precampaña era dar la gran nota con un hecho, no con palabras: que Marcelo Ebrard se rindió, abandonó su rebelión y no dividirá a Morena, ya que esto, la división, era lo único que podía hacer daño a la candidatura presidencial de la exjefa de gobierno de la Ciudad de México.
En efecto, Ebrard estuvo presente en el Monumento a la Revolución, abrazó y aplaudió a Claudia y hasta gritó con decenas de miles de personas: “¡¡¡Presidenta, presidenta!!!”.
Don Héctor se enreda con la historia
En los artículos de Aguilar Camín hay críticas a los “enredos de Sheinbaum con la historia”. El famoso intelectual afirma que la candidata de izquierda se niega a reconocer que su “linaje histórico” es “la escisión del PRI encabezada en 1987 por Cuauhtémoc Cárdenas, a la que siguió la fundación del PRD”.
No es honesto decir eso de Claudia. En la biografía de esta mujer no hay nada que la ligue al PRI. Es un hecho que sobran expriistas en la izquierda mexicana, como el mencionado Ebrard, pero de ninguna manera es el caso de Sheinbaum.
La biografía de la candidata presidencial de Morena es toda antipriista. Desde muy joven participó en movimientos contra el autoritarismo del PRI. Eso es clarísimo en el libro Claudia Sheinbaum: presidenta de Arturo Cano. Ahí aparece una fotografía de Claudia protestando en 1991 en la Universidad de Stanford contra el entonces presidente Carlos Salinas, con quien Aguilar Camín tuvo documentada y retributiva amistad.
Supongo que Aguilar Camín se indignara si ve el video que hoy difunde Carlos Alazraki acerca de Rosario Piedra Ibarra, presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Lo que hizo mi amigo Alazraki no es una crítica a la funcionaria, sino una verdadera vileza. Carlos Alazraki perdonará mi franqueza, pero considero inaceptable que haya insultado a la madre de Piedra Ibarra, la admirable doña Rosario, fundadora del Comité ¡Eureka!
Dijo Alazraki que doña Rosario no fue una luchadora social, sino una publicista que lucró con la tragedia de su hijo, Jesús Piedra Ibarra, desaparecido en 1975 después de que lo detuvieran agentes de la Dirección Federal de Seguridad acusado de participar en la Liga Comunista 23 de septiembre. Antes, Piedra Ibarra perteneció a la Liga Comunista Espartaco Monterrey. Espero que Carlos se disculpe en público.
Es espantoso desaparecer a la gente solo por su militancia política o por sus convicciones ideológicas. Eso hacía el PRI. Y eso, debería admitirlo Aguilar Camín, nunca fue aceptado por una izquierdista como Sheinbaum que toda su vida ha sido activista en movimientos sociales y políticos contra los horrores del priismo.
El linaje histórico de Claudia y de la izquierda mexicana —y de la izquierda de muchos otros lugares— tiene su origen en el nombre de una de las organizaciones en las que militó Piedra Ibarra, el espartaquismo, que nació a principios del siglo XX en Europa y cuya etimología es clarísima. Cito a la RAE: “Del al. Spartakist, y este de Spartakus ‘Espartaco’, gladiador tracio que lideró entre los años 73 y 71 a. C. la mayor rebelión de esclavos contra Roma, e -ist ‘-ista’…”.
En la novela de Posteguillo está muy bien narrada la rebelión de Espartaco. El autor lo hace en lógica de serie de aventuras de Netflix, así que vale la pena leerla. Por cierto, hay una vieja película, que seguramente Aguilar Camín ya vio, Espartaco o Spartacus dirigida por Stanley Kubrick y protagonizada por Kirk Douglas.
Un liberal eminente como Lord Acton —hoy sería neoliberal— dijo que la historia es solo la narración de la lucha del ser humano por la libertad. Una de las batallas más notables la encabezó Espartaco, el esclavo que se atrevió a ser libre y retó y aun estuvo cerca de derrotar a la poderosísima Roma.
De ahí, de los combates de Espartaco viene la izquierda, no el PRI, en el que Aguilar Camín ha tenido grandes amigos y aliados. Si un origen tiene la ideología de Claudia está en el esclavo que nació probablemente en el año 103 a. C. en Tracia, que si no me equivoco hoy sería Bulgaria, Grecia o Turquía.
Hablo más allá de mi simpatía por Claudia —me cae bien por inteligente y preparada y, por lo tanto, creo que será buena presidenta, ojalá recurriendo siempre a medidas de política económica tan neoliberales como las de de AMLO—. Creo que perjudica a un intelectual destacado como Héctor Aguilar Camín, solo porque a él Sheinbaum le cae mal, tergiversar los orígenes ideológicos de la candidata de izquierda al asociarla al desprestigiado PRI.
Es curioso que don Héctor cuestione el inexistente priismo de Claudia y no vea que la candidata que él apoya, Xóchitl, hoy es la abanderada del PRI, y este no es cualquier PRI, sino al más podrido, el que por corrupto ya no tiene votos, pero sí cuenta con un dirigente absolutamente vulgar y repugnante como el tal Alito. Me pregunto por qué Aguilar Camín defiende a alguien como ese priista, que después de la derrota de la candidata X será senador para, de inmediato, intentar venderse al segundo gobierno presidencial de Morena, que de todo corazón espero no se deje embaucar y se abstenga de comprarlo.