De la megafarmacia al megafracaso en tan solo dos semanas

“Don’t leave false illusions behind

Don’t cry I ain’t changing my mind

So find another fool like before

Cause I ain’t gonna live anymore believing

Some of the lies while all of the signs are deceiving

(No dejes atrás falsas ilusiones

No llores, no voy a cambiar de opinión.

Así que busca otro tonto como antes.

Porque ya no voy a vivir creyendo

Algunas de las mentiras mientras que todas las señales engañan)”

THE ALAN PARSONS PROJECT

Dinamarca tiembla… pero de risa. La macabra broma de la megafarmacia (90 mil metros cuadrados de bodegas que ya nos costaron —falta lo que sigue— más 2,700 millones de pesos) ha surtido, en dos semanas, la colosal cantidad de ¡¡¡67 recetas!!!

¿Quién aporta los datos? Los retoma Carlos Loret y Latinus, pero los ha dado a conocer Pedro Lohmann Iturburu, director general de Birmex (quien además explicó que se registraron 523 peticiones de medicamentos del 29 de diciembre al 12 de enero, de las cuales solo se atendieron 67 solicitudes, esto es, 5 recetas al día o un 12.81% de las peticiones VALIDADAS. Sí, esto es solo lo que “procedió”, pues el número de peticiones/llamadas recibidas superó las doce mil). Algo está tremendamente mal con el sistema ideado cuando que únicamente el 0.006% de las peticiones son atendidas. En otras palabras, de acuerdo al general Lohmann, no todas las peticiones daban el número de receta y/u otra infinidad de requisitos para poder ser surtidas.

¿Pero qué tanto es tantito? ¿Es mucho abastecer cinco recetas al día o es un pésimo servicio? La Unión Nacional de Empresarios de Farmacias (UNEFARM) que agrupa a cerca de 5 mil farmacias del país, surte —en promedio— 600 mil recetas a la semana. Esto es 85,714 recetas por día; contra las 5 que surge la megafarmacia (un 0.005%, NI siquiera el uno por ciento de cualquiera de las otras). Servicio, entonces, pésimo, decadente, nulo. Un chiste; una trastada, pues.

La 4t presume algo que debiera avergonzarla: “una megafarmacia que cuenta con mil 190 tipos de medicinas, que sirven para “curar todas las enfermedades”. Y que de dichos fármacos se cuentan con 2 millones 465 mil 975 piezas, cuyo valor se estima en 119 millones 81,248 pesos. ¿Por qué digo que debería de darles pena? Hagamos un rápido ejercicio:

En nuestro país hay 14.1 millones de personas con diabetes. Quienes requieren al menos una vez al mes una medicina. Supongamos que de esos 14.1 millones solo el 30% tienen algún tipo de seguridad social (IMSS, Pemex, Ejército, IMSS del Bienestar o etcétera), quienes en principio podrían solicitar medicinas a la megafarmacia. Eso se traduce en 4.2 millones de diabéticos. Pues bien, ni todas las medicinas que tiene el almacén que inauguró el 29 de diciembre López Obrador en Huehuetoca, Estado de México, alcanzarían para tratar solo a este tipo de enfermos. Solo a este tipo, ¡¡¡faltarían todos los otros y todos los demás padecimientos!!!

De la “megafarmacia”, tampoco se conoce que cuente con zonas frías (para medicinas especiales, para vacunas); de seguridad —y aquí son dos los grandes retos: psicotrópicos y opiáceos por un lado y los de radiación y quimioterapia, pues requieren permanecer en cámaras especiales por la radicación que emiten–.

Tomadura de pelo de Andrés Manuel López Obrador, pura y dura. Vacua promesa —¿cuándo no?— de que el bodegón de inmediato comenzaría a resolver el problema del desabasto de medicamentos… Desabasto que, por cierto, provocó el propio gobierno morenista.

No, no tenemos una megafarmacia. A duras penas un almacén (con enormes fallas para ser uno de gran calado). Declaremos el megafracaso a apenas dos semanas de operación.

Giros de la Perinola

1.- Los “otros datos”, los de la OMS, muestran lo lejos que nos encontramos del tan mentado nórdico país. Tan solo en el índice de progreso social, Dinamarca lidera a todos los países (140 naciones tomadas en cuenta) con 90.38 puntos y México le sigue… en el 69 lugar, con 68.49 puntos. Mientras que en salud Dinamarca también ostenta el primer lugar con 98.7 puntos y México ocupa el lugar 120 con 29.7 puntos.

2.- El fraude del Tren Maya: falta de planeación, inauguración de obras inconclusas, caprichos para modificar los planos, improvisaciones, menoscabo de los permisos de impacto ambiental, una corrupción rampante (bueno, ciertamente más rápida que el mismo tren), sobrecostos. Algunas de las tomaduras de pelo de un tren que no funciona, que es caro, que destruyó la selva (biodiversidad de la región, grutas, cenotes), las finanzas públicas y que, encima de todo, contamina.

La última: el sábado, el tren Cancún-Mérida salió dos horas tarde, se descompuso y permaneció cuatro horas parado (usuarios dentro). Finalmente estos tuvieron que regresar a la estación en autobuses.

El Tren Maya tenía un fin: enriquecer a unos cuantos.

3.- El AIFA no tiene vuelos, Mexicana no tiene pasajeros, la refinería no ha sacado ni un litro de gasolina, la farmacia gigante no tiene medicamentos y el Tren Maya no va a ningún lado.

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