Historias de las palabras
Las palabras tienen bellas historias; ello se relaciona con el interés que despiertan sus trayectorias en el tiempo, debido a las sorpresas que nos dan cada vez que revisamos sus orígenes y evolución, lo cual implica el estudio, también, de sus respectivas hipótesis arqueológicas.
Las historias de las palabras son temas apasionantes al momento de hacer reconstrucciones culturales, antropológicas y educativas, sobre todo cuando requerimos de dar una descripción o una explicación a nuestros colegas docentes, a estudiantes o a mis dos o tres fieles lectores. Veamos algunos ejemplos interesantes de lugares europeos.
Alcalá de Henares y Complutum
“El actual nombre de la ciudad proviene del término árabe “al-qal’a Nahar”, «El castillo» o fortaleza sobre el Henares, ya que, al trasladar el núcleo urbano, los andalusíes construyeron anexo un recinto amurallado del que se conservan ruinas bastante degradadas.
Alcalá de Henares es una ciudad española perteneciente a la comunidad de Madrid. Su término municipal se extiende sobre la comarca natural de La Campiña, aunque parte de este se extiende sobre La Alcarria. Tiene una población de 199,184 habitantes (INE 2023), y una superficie de 87,99 km².
Está situada en la cuenca del río Henares, al este de la provincia. Sus distancias respecto a otras ciudades son 27 km de Guadalajara y 31 km de Madrid.
Su nombre significa «castillo sobre el río Henares», por cuya razón aparece en el escudo un castillo sobre ondas de agua que simulan el río Henares. Su fundación se remonta a la época celtíbera (Ikesankom, Kombouto o Iplacea), pero será con la llegada de los romanos cuando se formará una ciudad notable llamada Complutum. Por la ciudad han pasado varias culturas, de las cuales tres llegaron a convivir simultáneamente.”
El gentilicio de Alcalá es doble: Alcalaínos o alcalaenses y complutenses.
Alcalá fue declarada Ciudad Patrimonio Mundial por la Unesco en 1998. Gracias al recinto histórico y el rectorado de la Universidad de Alcalá de Henares (UAH), “es una de las nueve ciudades de España que la Unesco ha clasificado como únicas.” “Es famosa por su Universidad, construida gracias al cardenal Cisneros el 13 de abril de 1499, pero tras languidecer durante el siglo XVIII, mediante la Real Orden de la reina regente de 29 de octubre de 1836, se decretó su supresión en Alcalá y traslado a Madrid, donde pasó a denominarse Universidad Central. Surgió con su estatus actual en 1977, al producirse el fenómeno de descentralización universitaria y constituirse como universidad propia, lo que la convirtió una vez más en ciudad universitaria.”
La Universidad Complutense de Madrid tiene sus antecedentes en la Universidad fundada por el Cardenal Cisneros.
Madrid
De acuerdo con algunos estudios, la primera denominación del asentamiento que dio lugar a la urbe que conocemos hoy en día deriva de la lengua romance: matrich, que significa ‘matriz’, interpretado como ‘matriz de aguas’ o ‘manantial.
“La evolución del topónimo vendría a su vez del latín, ‘Matric(em)’. Hay que recordar que el asentamiento visigodo que dio origen a Madrid se estableció en un terreno plagado de aguas subterráneas, con abundantes pozos y arroyos (muchos de los cuáles se conservan hoy en día)”.
“Los árabes, grandes maestros de las canalizaciones, mantuvieron la denominación, pero adaptándola a su fonética y transformándola en Mayrit (pronunciado masherit). Mayrit se componía del término árabe ‘mayra’ (madre o matriz) y el sufijo ‘it’ (lugar).
Otra explicación apunta al primer nombre documentado de la ciudad en la época andalusí: Maǧrīţ, o Magerit en su forma traducida al castellano de la época. Según algunos expertos, tanto Mayrit como Magerit tienen escrituras similares en árabe, por lo que es lógico pensar en un origen común de la palabra. En ambos casos, está relacionada con ‘cauce’ o ‘fuente’.”
Granada
Se ha pensado que el nombre de la ciudad de Granada tiene que ver con la fruta popularmente conocida, sin embargo, no es así. O, al menos, esa hipótesis no está demasiado sustentada. Según lo que señalan los guías turísticos y un sitio de internet es que, en el caso de Granada, cuya capital se denomina igual que la provincia, y que hoy es parte de la Comunidad Autonómica de Andalucía, “su origen está en la ciudad zirí de Medina Garnata, aunque su significado no está del todo claro. Para algunos, la toponimia proviene del árabe Gar-anate (colina de peregrinos) y, para otros, del latino Granatum (Granado).”
Zaragoza
Según el sitio www.zaragoza.es “La ciudad romana que nació como Caesaraugusta, tras la reconquista cristiana en 1118, se llamó Saragoça, nombre que evolucionó más tarde hacia Çaragoça. La denominación actual de Zaragoza, procede del antiguo topónimo romano Caesaraugusta, que recibió en honor al emperador César Augusto en el 14 a. C.
El origen de la ciudad se remonta a Salduie, ciudad ibérica situada en el solar de la actual Zaragoza. Con la fundación de Caesar Augusta, la ciudad se convirtió en colonia inmune de Roma. Su denominación romana fue evolucionando a través del árabe Saraqusta, y Medina Albaida (ciudad blanca).”
Actualmente Zaragoza es la capital de la Comunidad Autonómica de Aragón.
Guadalajara
“La tesis más aceptada por los historiadores indica que el topónimo proviene del árabe andalusí wad al-ayarah, que era el nombre que los árabes dieron al río Henares, el cual bordea la ciudad por el oeste. De este modo, Guadalajara significaría ‘río de piedras’ debido al escaso caudal y la abundancia de guijarros y piedras de cantos rodados a lo largo del curso del río. Sin embargo, otras interpretaciones lo traducen como ‘valle de los castillos’ o ‘valle de las fortalezas’.”, de acuerdo con el sitio viajes.nationalgeographic.com.
Segovia
“Antiguamente se creía que su origen se remontaba al topónimo Segobriga hasta que se descubrió una ciudad con ese nombre en Cuenca. En la actualidad, su origen parece estar relacionado con la palabra celta Seghos, que significa ‘victoria’ y ha sido encontrada en varias textos y monedas.”, según el sitio de NatGeo antes citado.
Sevilla
“Los fenicios fueron los primeros en dar nombre a la capital hispalense. La llamaron Spal o Ispal, que significa ‘tierra llana’, un término que los romanos adoptaron y lo hicieron evolucionar hasta denominarla Hispalis. A su vez, los árabes sustituirían el sonido de la ‘p’ por la ‘b’, dando lugar a la denominación «Ishbiliya». Finalmente, como ocurrió en muchos otros casos, el nombre se castellanizó como Sevilla.” (misma fuente)
Barcelona
“El origen del nombre de Barcelona es desconocido y existen diversas teorías y leyendas que intentan explicarlo. Se sabe que había una ciudad ibérica original, de la tribu de los layetanos. Posteriormente fue conquistada por Cneo Cornelio Escipión Calvo, y más adelante fue convertida en una colonia romana, puesta bajo la protección de Cayo Julio César y de Octavio Augusto, que recibió el nombre de Colonia Iulia Augusta Paterna Faventia Barcino. El nombre evolucionó durante la Edad Media, cuando se conoció la ciudad con los nombres de Barchinona, Barcalona, Barchelona y Barchenona.
Evidencia arqueológica en forma de monedas encontradas al pie del Montjuic y acuñadas en el siglo III a. C. muestra el nombre Bárkeno escrito en una antigua lengua ibérica hablada por los layetani. Podemos concluir que los layetani o laietani -un antiguo pueblo íbero prerromano que habitó la zona que ocupa hoy en día la ciudad de Barcelona- llamaban el lugar Bàrkeno, que significa “Lugar de las Llanuras” (Barrke = llanuras/terraza)” (WP)
Pequeño colofón:
Modelos Europeos
Un tiempo durante la infancia y la juventud conviví con las palabras “Modelos Europeos”. Ese fue el nombre que mi padre, Don Ramón Miranda, le dio a su pequeño taller de fabricación de calzado para mujeres, en la Ciudad de México, a finales de la década de los años 60 y principios de los 70. ¿Por qué “modelos europeos”? No lo sé y nunca se lo he preguntado pero, de hecho, se lo preguntaré en unos días, ahora que viene su cumpleaños 88 el próximo 28 de enero. Sin embargo, una de mis hipótesis es que en los años 60´s, en México, los modelos más novedosos de calzado para dama, que proliferaron en México, provenían de Italia, España y Francia.
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