Lo mejor del PAN, PRI y PRD
Sí, sí. Morena y sus seguidores, fieles a la narrativa lopezobradorista, descalificarán de antemano cualquier referencia a los “partidos tradicionales”, como si, efectivamente, Morena fuese una agrupación impoluta y sus miembros estuviesen limpios de cualquier sospecha de corrupción. Nada mas lejano de la verdad. Sin embargo, así es la narrativa del partido oficial, y desafortunadamente, muchos mexicanos se lo creen.
Xóchitl Gálvez, en su afortunado discurso del domingo pasado, concluyó su participación haciendo un llamado a los tres partidos que la postulan para que le aportasen lo mejor de su ADN, en aras de la consolidación de un proyecto de nación que destierre el populismo autoritario representado por AMLO y quienes le siguen.
Pidió al PRI que el aportase su experiencia y su conocimiento del país. No hay duda. Si bien el Revolucionario Institucional ha sido objeto de numerosos señalamientos de corrupción, también fue el partido que, con sus claroscuros, construyó el México moderno. Dio por terminada la Revolución Mexicana, edificó las instituciones del Estado y dirigió los destinos del país en la convulsa segunda mitad del siglo XX. De igual forma, dio paso a la democracia con la creación del IFE y con el reconocimiento del triunfo de Vicente Fox en 2000.
Llamó al PAN a que le brindase su apoyo como representante histórico de la sociedad civil, con su mística democrática y su compromiso cívico. Es verdad. Cualquier conocedor de la historia política de México reconocerá que Acción Nacional, si bien se originó en los confines del espectro político limitado a la derecha conservadora, llevó, desde su nacimiento, el sello de la sociedad civil como contrapeso ante el partido de Estado.
Y finalmente, el PRD. Gálvez les exhortó a que le aportasen su vocación de justicia social y su perseverancia. Es verdad. El Partido de la Revolución Democrática surgió como el resultado del deseo de un puñado de hombres que buscaban reivindicar los ideales de la Revolución Mexicana tras el giro hacia la derecha adoptado por los gobiernos priistas durante los años ochenta con el tránsito hacia el neoliberalismo.
En suma, la campaña de Gálvez está dirigida no únicamente a ganarse la voluntad de los mexicanos libres que creen que en la democracia y en la independencia de las instituciones del Estado, sino a obtener lo mejor de los tres partidos políticos, que con sus enormes defectos y fallas del pasado, hoy se presentan como la alternativa ante un proyecto autoritario que planea la apropiación del país.